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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 31 DE MAYO DE 2006

 
OPINIÓN / EDITORIAL

La verdadera razón la ofrece Marruecos

No es especialmente entendible la posición de fuerza que ahora pretende establecer Marruecos sobre la presencia de un senador español (de Ceuta) en el llamado Grupo de Amistad hispano-marroquí, sobre todo porque desde hace seis años, el mismo político, Nicolás Fernández Cucurull ha venido formando parte del mismo.

Y lo ha sido en unos momentos de ciertas tensiones o disensiones entre los dos países cuyo exponente álgido quedó representado en el ‘affaire’ del Perejil. Entonces Marruecos no puso pegas a la presencia y continuidad, no ya del Grupo de Amistad, sino de incluso la incorporación de un representante ceutí en la alta Cámara española como miembro de la delegación española. No importaban pues los momentos críticos por el que, políticamente, atravesaban las relaciones hispano-marroquíes. Sin embargo ahora, de buenas a primeras y atendiendo a la máxima de que si Marruecos no te la da a la entrada, la da a la salida, el ministro marroquí para las relaciones con el Parlamento se suelta con unas declaraciones que aclaran y, sobre todo, desmienten al Gobierno español.

El Gobierno de España, a través de Asuntos Exteriores emitió una nota en la que no relacionaba el aplazamiento de la reunión del Grupo de Amistad por la pertenencia en el mismo del senador ceutí, sin embargo, Marruecos califica ahora como una provocación la presencia de Fernández Cucurull desdiciendo nada menos que a Exteriores y dejando al aire el punto exacto donde la espalda pierde su buen nombre.

De momento el Senado español se planta, no permite imposiciones porque tampoco ha impuesto nada a la delegación marroquí, con miembros del Istiqlal en ella. Por tanto, como dice Fernández Cucurull, llamemos a la reflexión y a la responsabilidad. Ya está bien de políticas adaptadas a los caprichos de inmaduros. España es y debe ser mucho más. La firmeza no tiene por qué ser sinónimo prepotencia y sí de seriedad, la mejor lección para el aprendizaje de los vecinos que no tienen porqué ser enemigos, ni mucho menos.
 

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