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OPINIÓN - MARTES, 30 DE MAYO DE 2006

 
OPINIÓN / PERSONAL Y TRANSFERIBLE

El Centro de Hijos de Ceuta

Por Domingo Ramos


No sabemos por qué, nos ha venido a la memoria el Centro de Hijos de Ceuta y algunos de los presidentes, todos hijos de la Ciudad como así establecen sus Estatutos, que vinieron rigiendo los destinos de tan emblemática entidad, mejor dicho, institución que lo fue en Ceuta. Y entre estos presidentes, si no olvidamos a ninguno, los señores Trujillo, Romero, Ballesteros, Sotelo, Orozco (Rafael), García Cosio, Ríos Pozo, Bermejo, Ricardo Muñoz… hasta el último Juan Orozco a quien le tocó, por imponderables del destino y por causas de insuficiencia económica, paralizar las actividades en la sede del Centro, asociación no cancelada, según tenemos entendido, pero suspendida en cuanto a sus actividades se refiere. Y bien que lo han sentido todos sus socios y mas el último presidente Juan Orozco Rodríguez, quien luchó denodadamente por su Centro al que defendió como si de su propia familia se tratara en lo que al afecto y dedicación se refiere y del que nos consta realizó cuantas gestiones fueron necesarias y más todavía para evitar su estado actual pero, como hemos dicho, imponderables económicos (insuficiencia de ingresos para atender los gastos derivados de la actividad de la asociación, principalmente el de los alquileres del local), condicionaron la referida situación.

Haciendo una breve historia del Centro, diremos que allí se llevaban a cabo exposiciones pictóricas, conferencias, homenajes a destacadas figuras de la vida política y cultural ceutí e, inclusive, siempre en defensa de Ceuta, se “cocían” muchas actuaciones políticas como la llevada a cabo en los albores de la democracia cuando un buen número de integrantes de la Junta Directiva y socios del Centro propusieron y llevaron a cabo una campaña, ante reivindicaciones y dudas surgidas de su españolidad, para la promoción de una candidatura a la Corporación Municipal de Ceuta.

Y ni al Centro se le ha prestado el apoyo necesario ni a ninguno de sus presidentes, todos nacidos en Ceuta repetimos, que tampoco sepamos, se les ha reconocido por la Ciudad ningún mérito (exceptuando a Ricardo Muñoz que por su condición de ex Alcalde, en unión de otros ex regidores de Ceuta se denominó una calle con su nombre), cuando por sus actuaciones tanto profesionales como cívicas son, los que aun viven, y habrían tenido que ser, los que ya se fueron, merecedores de siquiera un mínimo reconocimiento. Y más viendo que advenedizos llegados a Ceuta a hacer sus américas, tras seis o siete años de estancia, después de haber llenado bien las alforjas, por el mero hecho de participar en una lista impuesta por un partido político, padrinos o benefactores también advenedizos, por mucha mayoría que se tenga en el Ayuntamiento, son “recordados con todos los honores”. Ya lo decía Rafael Orozco: “Ceuta es una madrastra para sus hijos”.

El Centro de Hijos de Ceuta y con él cuantos participaron en sus actividades, por su destacada labor en pro de la cultura, de la política, en una palabra, de todo cuanto se tratara en defensa del ceutismo como forma de ser y de amor a la Ciudad cual parte integrante de la patria española, merecen siquiera sea el párrafo de gracias que como homenaje le rendimos con estas mal hilvanadas palabras.
 

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