No sabemos por qué, nos ha venido a la memoria el Centro de
Hijos de Ceuta y algunos de los presidentes, todos hijos de
la Ciudad como así establecen sus Estatutos, que vinieron
rigiendo los destinos de tan emblemática entidad, mejor
dicho, institución que lo fue en Ceuta. Y entre estos
presidentes, si no olvidamos a ninguno, los señores
Trujillo, Romero, Ballesteros, Sotelo, Orozco (Rafael),
García Cosio, Ríos Pozo, Bermejo, Ricardo Muñoz… hasta el
último Juan Orozco a quien le tocó, por imponderables del
destino y por causas de insuficiencia económica, paralizar
las actividades en la sede del Centro, asociación no
cancelada, según tenemos entendido, pero suspendida en
cuanto a sus actividades se refiere. Y bien que lo han
sentido todos sus socios y mas el último presidente Juan
Orozco Rodríguez, quien luchó denodadamente por su Centro al
que defendió como si de su propia familia se tratara en lo
que al afecto y dedicación se refiere y del que nos consta
realizó cuantas gestiones fueron necesarias y más todavía
para evitar su estado actual pero, como hemos dicho,
imponderables económicos (insuficiencia de ingresos para
atender los gastos derivados de la actividad de la
asociación, principalmente el de los alquileres del local),
condicionaron la referida situación.
Haciendo una breve historia del Centro, diremos que allí se
llevaban a cabo exposiciones pictóricas, conferencias,
homenajes a destacadas figuras de la vida política y
cultural ceutí e, inclusive, siempre en defensa de Ceuta, se
“cocían” muchas actuaciones políticas como la llevada a cabo
en los albores de la democracia cuando un buen número de
integrantes de la Junta Directiva y socios del Centro
propusieron y llevaron a cabo una campaña, ante
reivindicaciones y dudas surgidas de su españolidad, para la
promoción de una candidatura a la Corporación Municipal de
Ceuta.
Y ni al Centro se le ha prestado el apoyo necesario ni a
ninguno de sus presidentes, todos nacidos en Ceuta
repetimos, que tampoco sepamos, se les ha reconocido por la
Ciudad ningún mérito (exceptuando a Ricardo Muñoz que por su
condición de ex Alcalde, en unión de otros ex regidores de
Ceuta se denominó una calle con su nombre), cuando por sus
actuaciones tanto profesionales como cívicas son, los que
aun viven, y habrían tenido que ser, los que ya se fueron,
merecedores de siquiera un mínimo reconocimiento. Y más
viendo que advenedizos llegados a Ceuta a hacer sus américas,
tras seis o siete años de estancia, después de haber llenado
bien las alforjas, por el mero hecho de participar en una
lista impuesta por un partido político, padrinos o
benefactores también advenedizos, por mucha mayoría que se
tenga en el Ayuntamiento, son “recordados con todos los
honores”. Ya lo decía Rafael Orozco: “Ceuta es una madrastra
para sus hijos”.
El Centro de Hijos de Ceuta y con él cuantos participaron en
sus actividades, por su destacada labor en pro de la
cultura, de la política, en una palabra, de todo cuanto se
tratara en defensa del ceutismo como forma de ser y de amor
a la Ciudad cual parte integrante de la patria española,
merecen siquiera sea el párrafo de gracias que como homenaje
le rendimos con estas mal hilvanadas palabras.
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