… Y en política aún más. De hecho,
los socialistas le están poniendo la temática en bandeja a
los populares con el incremento espectacular de la
delincuencia por parte de extranjeros, de las famosas
“bandas” que tienen de rodillas a todos los ciudadanos.
Porque ya no hablamos de los temibles kosovares, ni de los
crueles albaneses, ni de los terroríficos rumanos, todos
ellos centrados en el asalto a casas habitadas, hasta el
punto de haber generado una auténtica psicosis y tal estado
de inquietud en la ciudadanía que, la respuesta
gubernamental no debería circunscribirse al envío de unos
cientos de guardias civiles a las zonas calientes, sino con
una inmediata reforma del Código Penal, de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal, de la Ley de Extranjería y una
iniciativa global a nivel de Asuntos Exteriores.
Con respecto a nuestro garantista Código Penal un incremento
de las penas por robo, elevándolas a prisión mayor. Con
respecto a la Ley Procesal ninguna libertad provisional a
reincidentes; expulsión automática de los delincuentes
extranjeros y acuerdos globales con sus países de origen
para que cumplan allí sus condenas y no tengan por que
costarle un duro al contribuyente. Porque los presos cuestan
dinero y encima nuestro sistema legal no les obliga a
producir para saldar su responsabilidad civil para con la
sociedad. En muchos Estados de EEUU existen los trabajos
forzados y a los encarcelados les ponen a hacer carreteras,
a picar piedra o a repoblar bosques, una dignísima manera de
hacerles amortizar lo que comen y no ser una carga para la
sociedad.
En política los errores se pagan y muy caros, se pagan en
las urnas y los socialistas ya han agotado la mitad de su
legislatura encontrándose entre las manos la patata caliente
de un recrudecimiento de las actividades ilegales por parte
de extranjeros, un clima de auténtica alarma social donde no
sirve de nada el anuncio de la creación de un Centro de
Inteligencia, con la UDYCO y los picoletos nos bastamos y
sobramos, siempre que se les dote de los medios necesarios y
se incrementen sus salarios equiparándolos a los de los
políticos. A mi un político no va a impedirme que me entre
un rumano en el coche, me ponga un cuchillo en el cuello y
me de un paseo por los cajeros de media ciudad sacando
dinero con la tarjeta de crédito. Un policía o un guardia
civil me protegen, a un político tenemos, encima que
pagarles escoltas para que no le pasen ninguno de los
desagradables y peligrosos incidentes con los que tenemos
que apencar el resto de los ciudadanos. La Ley de
Extranjería se aplica mal y de ello se aprovechan unas
mafias que, en algunos casos, como las de la mendicidad de
menores rumanos que roban con extrema violencia enviados por
sus padres, van a cargarse el turismo. Problema no hay, se
detiene a los menores delincuentes, se llama a los padres y
todo el núcleo familiar al completo repatriado a Rumanía en
un auténtico puente aereo entre España y aquel país.
Creo que en Ceuta aún no ha llegado el problema de los
delincuentes rumanos, son mafias perfectamente organizadas y
tienen tomadas las grandes ciudades españolas, unos tocan el
acordeón y mendigan mientras las mujeres fingen mendigar y
son expertas carteristas, no dudan en utilizar a niños
pequeños, sospechosamente dormidos, para mendigar y a partir
de los seis u ocho años les envían a robar, hasta que
cumplen los dieciocho.
Es cuestión de endurecer las leyes, pero endurecerlas con
coherencia, rebajando la edad penal a los dieciséis años, ya
que los llamados eufemísticamente “centros de reforma” no
suelen cumplir con los fines de reeducación, disciplina y
reinserción, mientras que los funcionarios de prisiones y un
módulo de dieciséis a dieciocho años tienen más medios y más
experiencia para sacar adelante a los internos jóvenes.
Hubieron unos años, a principios del Milenio, en los que,
bandas de menores marroquíes llamadas “del pegamento” tenían
en situación permanente de riesgo por robos y atracos al
centro antiguo de Madrid, entraban y salían de los
reformatorios y no parecía haber solución.Al menos hasta que
llegaron las temibles Maras sudamericanas, los Latin Kings y
los Ñetas, grupos conformados por menores y mayores pero
extremadamente duros y que ocuparon sin vacilación el puesto
de los magrebíes y para colmo de males, irrumpieron por la
frontera de Hendaya, ese inmenso coladero, todas las mafias
que operaban en Rumanía, con la diferencia de que, mientras
que el padre marroquí o sudamericano lucha por sacar a sus
hijos de la calle y del mal ambiente, los rumanos están
especializados en educar a los niños en la delincuencia y
utilizarlos con la máxima crueldad.
Los observatorios políticos empiezan a vacilar en cuanto a
las estadísticas y la delincuencia extranjera está ocupando
el primer lugar en el sentir de los ciudadanos, suplantando
al terrorismo etarra que, mientras dure la tregua trampa y
acuerdan los dineros y el precio político que hay que
pagarles, ha perdido prioridad en los miedos ciudadanos. El
único medio que tiene el Gobierno para conformar a la
ciudadanía es la acción, las deportaciones masivas, el
endurecimiento de las leyes y el acuerdo de cumplimiento en
los países de origen, un punto capaz por si solo de
erradicar gran parte de la delincuencia ya que el
delincuente importado tiene horror a las cárceles y al
sistema de su país. La que avisa no es traidora: No bastan
unos cientos de guardias para calmar la psicosis, hay que
actuar.
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