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OPINIÓN - LUNES, 29 DE MAYO DE 2006

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

Las centrales nucleares
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Creo, colegas, que en este tema todos los ciudadanos sensatos pensamos lo mismo: la energía nuclear es guay, pero, las centrales, lo más lejos posible de nuestras casas. Normal. Después del disgusto de Chernobyl ,que a poco nos contamina a toda Europa y todavía vienen durante los veranos a Andalucía los niños rusos de esa zona, para pasar unas vacaciones recibiendo asistencia médica y disfrutando de aire sin veneno, eso de vivir a la vera de una central da mucho yuyu y mucho canguele, por más que se pasen el día con los aparatejos midiendo los niveles de radioactividad y prometiendo que el invento es seguro y que está controlado. Los únicos que se oponen frontalmente a ese tipo de energía son los Verdes que, en Alemania pintan algo pero que aquí en España son unos zarrapastrosos que suelen ir en comandita con los no menos zarrapastrosos marxistas. Una lástima porque los ecologistas, siempre que no hayan perdido la chaveta, se proponen salvar al planeta y tienen buenas iniciativas en lo referente a energías no contaminantes como son la eólica y la solar. Y países como Finlandia dicen que el año 2012 ya no necesitarán petróleo, un objetivo que debería perseguir todo Occidente, para evitar servidumbres con esa OPEP que a mi personalmente se me antoja conformada por una manada de indeseables a los que jamás compraría un coche usado, porque no me fiaría.

De hecho se han tratado de patentar numerosos sustitutos del petróleo, pero fabricado en laboratorio y las grandes multinacionales se han adelantado comprando las patentes para destruirlas. Ocurre igual que con la vacuna contra las caries que fue inventada y retirada del mercado, porque los dientes picados de la población dan de comer a laboratorios farmacéuticos y a miles de profesionales. Las multinacionales y los multipoderosos suelen ser igual de hijoputas y de despiadados para con los habitantes del planeta.

Pero yo a lo mío, que son las centrales nucleares y la energía nuclear esa que los barbudos mamarrachos de Irán quieren utilizar para enriquecer uranio y fabricar una bomba atómica para lanzársela a Israel, lo que pasa es que, nuestros primos judíos tienen más mala leche que un grajo y van a lograr que, a los chiitas o antiguos persas, les metan la mundial, de lo que me alegro, porque los países por donde pululan los guardianes de la virtud con palos para brear a la mujer que lleve un poco de piel al descubierto me son especialmente odiosos y opino que con ellos, Occidente, debe ser radicalmente porculero, con perdón de la palabra, pero es que este ordenador es muy de ciberderechas y escribe lo que le sale de su cableada ingle.

¿Qué si me parece tan interesante lo de las centrales? Si, por supuesto, sobre todo cuando se habla de las centrales nucleares del cristianismo que son los conventos de clausura donde, sus santas moradoras, llenan de energía con sus plegarias a toda la cristiandad. Esas monjitas, rezando, tienen más potencia que el uranio enriquecido y lo digo con conocimiento exacto de causa, porque he conocido a religiosas, concretamente entré , visité y oré en el convento de las Carmelitas Descalzas de Baeza allá por el año 2000 cuando estaban ahorrando de sus míseros haberes para restaurar un edificio catalogado como monumento nacional. Eran nueve hermanas, la más joven que andaría por los sesenta años, la madre directora, ella y las otras abuelas sacaban unos céntimos haciendo bordados, lo que pasa es que ahora no hay costumbre de bordar los ajuares de novias, de hecho yo creo que las novias, como ya suelen ir estrenadas, tienen muy poca ilusión en poseer un ajuar de antaño con sábanas y mantelerías de hilo.

Escribí sobre las carmelitas, pero desde Marbella, el claustro de un convento de clausura del siglo XVI que fue medio quemado durante la Guerra Civil y que guarda en sus entrañas de piedra tesoros del patrimonio, aparecía muy lejano, muy irreal, por más que las hermanitas prometieran rezar por Jesús Gil, que buena falta le hacía, para que solventara sus problemas. Gil les hubiera restaurado el convento de un plumazo, pero llegar a el era imposible, había que salvar una barrera de auténticos tiburones. En una de mis visitas las religiosas me invitaron a comer un muslito de pollo en pepitoria y me enseñaron las bolsas de plástico con las raciones de subsistencia que regalaban a los inmigrantes que, a la espera de recoger la aceituna, se abalanzaban sobre los campos jiennenses y malvivían esperando un jornal en el campo. No iban al torno ni mendigos ni marginales, iban los moros, mis paisas, que dependían de las paupérrimas mujeres y de sus bolsitas con el bocadillo de atún, el huevo duro y la manzana, para hacer al menos una comida al día. “El torno suena que suena “Ave María”…”Cantaba Carlos Cano, mi maestro, pero al otro lado no responden “Sin pecado concebida”, hay poca conversación “Tome hermano” y el hombre “Chucran” y esas parcas palabras, con la bolsita de las viandas por medio, suena a querubines y a ángeles cantores. Ahí, en esa humildad extrema, en esas viejas manos que bordan orando y oran bordando o hacen bocadillos para los moritos, ahí está nuestra energía nuclear y nuestro uranio enriquecido. Conventos de clausura no quedan muchos y santas mujeres que trabajan y rezan compadreando con los ángeles de Dios hay pocas, pero para mi, que cada una de ellas es BIC, bien de interés cultural y hay que mimarlas y protegerlas, no diré que Dios las bendiga, porque benditas son y son lo mejor que tenemos.
 

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