La Velocidad de las cosas es la
forma en que un escritor presta atención a los pequeños
detalles de la cotidianidad de la vida”. O algo similar dice
Ródrigo Fresán en una obra que rebusca en los porqués de la
literatura y, sobre todo, en las razones de los escritores.
‘La velocidad de las cosas’ es un movimiento perpetuo, como
el pensamiento, como las palabras impresas en los libros
que, aunque parecen quietas y completamente estáticas,
cobran distinto ritmo según quién y cómo las lea. La
oportunidad de seguir un camino paralelo a las obsesiones de
los literatos se vuelve tangible durante las ferias del
Libro.
El inicio de la feria de Ceuta, que concluirá el próximo fin
de semana, supone el encuentro de todo tipo de lectores con
toda clase de autores. Desde la novedosa apuesta de
‘Mazinguer Zeuta’ con cómics de Stan Lee o Robert Crumb,
pasando por las publicaciones propias sobre la historia de
la Ciudad Autónoma del Archivo Municipal o los libros
generalistas o de autoayuda del stand de ‘Krispi’, entre
otros, servirán, durante estos días, para que la curiosidad
se haga visible y las preguntas de lectores despistados
traspasen los oidos de lectores avezados. Y al revés. No
importa la dirección de las palabras mientras los ceutíes se
vayan acercando a la feria y se lleven a sus casas una
porción de los pensamientos de Enrique Vila-Matas, Jorge
Bucay o María Jesús Fuentes, por ejemplo. Caminar, sólo o
acompañado, por los alrededores de la Plaza de África,
resultará, con Levante o sin él, un paseo relajante entre la
gente. Gente que mira portadas, habla con libreros o compra
regalos. Gente que elige, básicamente, su camino paralelo.
El transcurso de los días será dimanizado por el concierto
de los alumnos del Conservatorio de Música, la sesiones de
cuentacuentos o los talleres de animación a la lectura. Así,
el ritmo de la literatura latirá dentro y alrededor de la
feria. La velocidad de las palabras dentro de la velocidad
de las cosas.
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