Es persona muy conocida en Ceuta, antes de ser Ministro de
Cultura, Ministro de Trabajo y Vicepresidente Segundo del
Gobierno, por su cualidad de Presidente del Partido Popular
de Andalucía y que, desde todos los puestos que ha
desempeñado, viene demostrando un desmedido interés por
nuestra Ciudad, a la que, aparte de lo anterior, le unen
lazos familiares con Francisco Olivencia, actual Consejero
de la Asamblea ceutí.
Le he oído, en un programa de radio, unas declaraciones en
las que demostraba su total identificación con la
indisolublidad de España, “patria común e indivisible de
todos los españoles” y hablaba de los problemas que aquejan
al pueblo andaluz. Su acendrado interés a favor de los
derechos individuales de las personas. El conseguir que
todos los españoles podamos tener los mismos derechos. La
erradicación del concepto “pensamiento único” que, según
comentaba, padecen los andaluces por su dependencia de lo
“público” poniendo de ejemplo el que, “cuando en cualquier
autonomía la aspiración de sus ciudadanos es crear una
empresa o vivir de sus conocimientos profesionales, en
Andalucía todos quieren ser funcionarios”. Su no
anticatalismo y sí su interés porque Andalucía disponga de
los mismos servicios en Sanidad, Educación, Gobernación,
etc. que dispone la Autonomía Catalana.
Comentaba, después, que los andaluces estarían encantados
con que un urbanista catalán aspire a una plaza en Dos
Hermanas, Antequera o Ronda, patrimonios de la Humanidad,
pero ¿qué resultaría si un andaluz se presentara a un puesto
similar en Manresa, Badalona o Vich, sin saber catalán?
¿Quién le garantizaría al hijo de un andaluz que vaya a
Barcelona a trabajar a poder seguir sus estudios en español?
Pude escucharle, también, de que “al contrario de muchos
finlandeses, alemanes o noruegos que quieren tener una casa
en Andalucía, no conoce a ningún andaluz que desee tener una
casa en esos países” y, por último, refiriéndose a los
movimientos anti-constitucionales o al concepto de
nacionalidades ahora tan de moda, inclusive en Andalucía, él
abogaba por una “Constitución como la de 1978, sin
apellidos, ni de derechas ni de izquierda, sino de todos los
españoles”.
Todo ello, por mi doble “nacionalidad”, que diría un
catalán, “regionalidad” que me reconozco yo”, de andaluz y
ceutí, me suena a propio y asumo como reivindicativas para
Ceuta las ideas y proyectos que Javier Arenas va pregonando
por la geografía nacional en general y la andaluza, en
particular. Deseos que también asume el Presidente del
Partido Popular de Andalucía, me consta, como así lo ha
demostrado, para nuestra Ciudad Autónoma a la que tantas
muestras de atención y ayuda nos ofreció desde el desempeño
de los altos cargos que vino ejerciendo en la Administración
del Estado y el sincero afecto que continuamente deja
patente por nuestro pueblo.
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P.D. Una vez confeccionado este artículo, me entero
del fallecimiento del padre de Javier Arenas, motivo por el
que quiero hacerle llegar, por si le sirve de consuelo
saber, que participo de su dolor y que le envío mi sincero
sentimiento y pesar.
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