En cuanto José Jenaro
García-Arreciado tome posesión de su cargo será el
noveno delegado del Gobierno que ha tenido Ceuta desde que
los socialistas ganaron las elecciones de 1982. Tengo sus
nombres a mano y me atrevo a decir, recurriendo a la
memoria, que Luis Vicente Moro es quien más tiempo ha
permanecido en este puesto tan complicado. No me extraña,
pues, que en un momento determinado estuviera a punto de
perder la olla.
Porque hay que estar muy centrado para ir acumulando poder y
sin embargo no complicarse la existencia en ningún momento.
Hablo del poder que otorga ser la persona más enterada de
los entresijos y secretos de una ciudad pequeña, pero con
problemas de urbe grande. Y, desde luego, algunos de ellos
muy singulares por generarse solamente aquí.
A la hora de buscar un delegado que guarde cierto parecido a
Moro, a mí se me viene a la vista, inmediatamente, el nombre
de Manolo Peláez. Mutatis Mutandi. Pues ambos
gustaban del ordeno y mando y de controlar todos los pasos
que daban los cargos de su partido. Los demás, y si
exceptuamos a Pedro Miguel González, listo, hábil, y
sabiendo transitar la calle, pasaron de puntillas por el
cargo. Aunque conviene subrayar la mala suerte que tuvo
María del Carmen Cerdeira, por mor de lo ocurrido en las
Murallas Reales. Donde muchísimos inmigrantes se rebelaron
durante una mañana que dio la vuelta al mundo.
Pero no voy a entrar en más detalles sobre los ex delegados
del Gobierno, pues es tarea que Domingo Ramos
conoce mejor que yo y ya nos ha anunciado que los va a
retratar de uno en uno. No olvidemos que Domingo ha sido
funcionario y ha estado mucho tiempo en el sindicato
vertical y, cómo no, en la Delegación del Gobierno. Aunque
sí aprovecharé la ocasión para darle la bienvenida a
García-Arreciado. Del cual conozco lo que dice su historial
y lo que él nos ha contado en una entrevista que le hicieron
el domingo pasado.
Debo creer al nuevo delegado cuando declara que él se enteró
el jueves pasado de que el Gobierno le iba a ofrecer el
cargo. Día en que la vicepresidenta, María Teresa
Fernández de la Vega, le pidió su conformidad. Sigilosa
manera de actuar del Gobierno que parece ser norma en tales
situaciones. No obstante, lo que a mí me admira es la
facilidad con que estos políticos dicen sí a la propuesta
sin tomarse siquiera un tiempo para reflexionar. Y nos
obligan a creer que son tan disciplinados que aceptan sin
rechistar el nombramiento. Por más que desconozcan el sitio
a donde son enviados. Como es el caso que nos ocupa.
Luego, cuando se le pregunta si es consciente de que llega a
una ciudad donde bien pronto PP y PSOE van a empezar a
despellejarse en una campaña electoral que será a muerte,
apela al entendimiento y respeto que debe haber entre
partidos democráticos. Sería lo ideal. Mas es algo imposible
cuando se trata de que los políticos se ganen en las urnas
el derecho a seguir viviendo de la política y sigan yendo a
gustito en el machito del poder. Por lo tanto, ya se puede
ir preparando el nuevo delegado para recibir las primeras
andanadas de los senadores y diputado populares. Sobre todo
del diputado: pues Francisco Antonio González lleva
tanto tiempo barzoneando por los pasillos del Congreso que,
sin lugar a dudas, ya tendrá una lista de cargos con las que
ir minando la tranquilidad de quien también parece que nació
siendo diputado. Y es que García-Arreciado se ha pasado tres
lustros en el Congreso. Un mundo. Menos mal que ha exhibido
bandera blanca diciendo que hubo un tiempo donde hizo
amistad con Torrado. Y conociendo a Pepe, seguro que
éste se hará el lipendi.
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