Con todos los Sub-Delegados y Delegados del Gobierno de la
democracia (Ramón Mª. Ferrer y Fernando Marín, Subdelegados
con U.C.D. y los Delegados Manuel Peláez, Ramón Berra, Pedro
Miguel González, María del Carmen Cerdeira (del PSOE),
Javier Cosío y Luis Vicente Moro (del PP) hasta la llegada
de Jerónimo Nieto González, mantuve una cercana relación
profesional y estimado trato personal, salvo en una ocasión,
que me hace, creo, conocer muy de cerca las virtudes y
defectos, pocos es la verdad, de todos ellos y que, uno a
uno, quizás algún día me disponga a relatar.
Pero hoy me ocupa el último de los Delegados: Jerónimo Nieto
al que conocí y traté, aun cuando poco tiempo, como
Presidente de la Junta de Personal de la Administración
General del Estado en Ceuta y del que, como persona pública,
conozco además de él lo que se ha venido vertiendo en los
medios de comunicación, opiniones e informaciones todas
ellas siempre relacionadas (no ha habido lugar a otra cosa,
y eso le honra) con el desempeño de la importante función
que tenía encomendada en Ceuta.
Jerónimo Nieto ha sido un Delegado afable, atento con los
subordinados como con la ciudadanía en general, empeñado en
satisfacer a todo el mundo, a pesar de que hay veces que el
decir que no pueda producir malestar en el interlocutor que,
dicho sea de paso, nunca éste tiene en cuenta las
circunstancias o hechos que inducen u obligan a reconocer
obligada la decisión adoptada. Pero él ha sabido, durante su
estancia en esta Ciudad, adaptarse a todas las situaciones
que demandaba su puesto de Delegado, aun cuando desconocemos
su trato o relaciones con los cargos o miembros de su
partido en Ceuta, ya que son interioridades que le
pertenecen.
Nos llamó la atención (y eso dice mucho a su favor), que
cuando necesitó de una delicada intervención quirúrgica no
optó por un centro de reconocido prestigio o grandes medios
tanto personales como materiales en la península para
llevarla a cabo, sino que se le practicó la misma en el
Hospital de la Seguridad Social de Ceuta, al que acudió como
cualquier otro afiliado y donde se le prestó igual trato que
a los demás asegurados a dicho sistema sanitario.
Quede constancia, por último, que Jerónimo Nieto González,
durante su estancia de dos años en Ceuta, ha dejado latente
su condición de cumplidor del deber por la labor profesional
desempeñada, callada, no pasando, en cambio, inadvertida
para los ciudadanos (que son los mejores elogios que se les
puede otorgar a un gobernante) y así como por su exquisito
trato personal, fiel a las normas que emanaban de su
Partido, que para eso le nombró, y al que ha correspondido
con creces a la confianza en él depositada. Otra cuestión
será si consiguió el beneplácito del PSOE ceutí que en eso,
como queda dicho, no es cuestión de entrar. Vaya, pues, para
su estímulo y satisfacción, este sencillo homenaje y los
deseos sinceros de que tanto en el puesto profesional como
en el cargo político que tengan a bien asignarle, logre
grandes éxitos que no dudo conseguirá, dadas las cualidades
humanas y profesionales que adornan a su persona.
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