Con motivo de la celebración del
LXXV aniversario, del Instituto Hispano Marroquí, se han
venido celebrando una serie de actos en los que han
intervenido, José Fradejas, Manuel Pleguezuelos y que han
culminado, cerrando los mismos con broche de oro, Manuel
Olivencia, a quienes el presidente de al Ciudad Autónoma,
Juan Vivas le impuso el “Ceitil” de oro del mencionado
Instituto.
Un compromiso ineludible, con esos que te van poniendo
parches para tapar las goteras que te van saliendo con la
edad, me han imposibilitado de asistir a los mismos.
Cosa que me hubiése gustado muchísimo porque, en definitiva,
los tres conferenciantes,. de alguna forma, dejaron huellas
en mi vida. Dos de ellos, Fradeja y Pleguezuelos, durante mi
juventud con la educación que recibí de su parte y el
tercero, Manolo Olivencia, con la amistad que me ofreció y
de la que me siento orgulloso.
Tres hombres importantes, fueron los encargados de dar las
conferencias en la celebración de este LXXV aniversario del
Instituto.
A, José Fradeja, mi admirado profesor de Literatura, hubiése
sido un gran placer poder escucharlo y recordar aquellos
días, ya lejanos en el tiempo, en los que no las teníamos
que ver,en el Instituto, con el admirador profesor al que
todos, hay que decirlo, les teníamos un respeto
impresionante y entrábamos en clase algo acongojados. Decir
que nos tocaba la hora de entrar a la clase de, Fradejas,
era un problema preocupante, para los que no habían
preparado la asignatura e incluso, para todos aquellos que
la habían preparado.
Desde aquí, mi admirado profesor, quiero darle las gracias
por cuanto de bueno me enseñó y, al mismo tiempo, reciba mis
muestras de cariño y afecto hacia su persona, lamentando no
haber podido decirle la admiración que, aún, siento por
usted personalmente.
Manuel Pleguezuelos Pleguezuelos, fue otro de los
profesores, que dejaron huellas en mi vida, como gran
profesor y hombre de bien.
Hoy día, me siento orgulloso de que me considere su amigo,
con el que comparto muchas horas de charlas, durante sus
estancia en Ceuta, cuando nos encontramos por el paseo de la
Marina.
Hablamos de lo divino y de lo humano pero, sobre todo de
fútbol, deporte del que Manolo, es una gran aficionado,
seguidor de su Ceuta y compañero de fatiga del Madrid.
Charlar con mi profesor, hoy gran amigo, Manuel Pleguezuelos,
es un gran placer por la riqueza de sus conocimientos y por
esa conversación que es capaz de mantener en cualquier lugar
y en cualquier momento salpicada, en ocasiones, con
anécdotas de esas que te hacen reír. Recordar el ayer
lejano, es nuestro deporte favorito, en esas charlas que
mantenemos.
Manolo, nos queda poco para vernos por la Marina y echar
nuestro rato de charla y ni te cuento, lo que tenemos que
hablar sobre el Madrid de nuestros amores. Hasta dentro de
unos días, amigo.
He dejado para el final, puesto que fue él quien cerró con
broche de oro esas tres conferencias, a Manolo Olivencia.
Para poder explicar, con la suficiente claridad, el gran
afecto que siento por la familia Olivencia, necesitaría un
espacio del que carezco.
El afecto, es un sentimiento que tiene difícil explicación,
porque se lleva en el corazón y el corazón,
desgraciadamente, siente pero no puede expresar, con
palabras, esos sentimientos que te invaden todo el cuerpo.
Vi en la tele como Paco, se prestaba a hacer la presentación
de Manolo por el que siente un cariño desmedido y, a la vez,
una gran admiración.
Cosa lógica que, Paco, tenga ese gran cariño y esa
admiración porque Manolo es, sin duda alguna, ese hermano
mayor que a todos nos hubiése gustado tener para poder
presumir de hermano.
Ese hermano como, Manolo, culto, inteligente, agradable, con
una personalidad arrolladora, amigo de sus amigos, admirado
por sus enemigos,si es que los tiene y, sobre todo, honesto.
O sea, para entendernos, de una vez por todas, Manolo, es de
esa personas quese muestran en la vida, como un ejemplo a
seguir y a quien todos nos gustaría, parecernos aunque sea
un poco.
Rondeño de nacimiento, ceutí de corazón, sin renunciar a la
tierra que le vio nacer, uno se atrevería a decir que por
accidente, a la que ama y quiere, tiene su corazón repartido
entre dos amores, a partes iguales, Ronda y Ceuta por eso,
cada vez que tiene la oportunidad de venir a esta tierra que
la considera suya, se vuelca en hablar de sentimientos.Y es
que, los sentimientos, son los únicos que no pueden
ocultarse y salen a flor de piel mostrando, con todas sus
fuerzas, el amor que le tenemos a un pedazo de tierra.
Y eso es lo que hace, Manolo, cuando viene a Ceuta, deja
aparcadas las ideas y sólo le gusta expresar sus
sentimientos hacia ella
Unos sentimientos de amor hacia este trozo de suelo español.
Un abrazo, Manolo.
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