Parecía que el mes de mayo
transcurría plácidamente. Como corresponde al mes llamado de
las flores, de los rezos a María y donde todos los fines de
semana, no sé si también en las fiestas de guardar, se
celebran comuniones.
Un acontecimiento social que nos permite saber algo más de
la moda femenina en el vestir. Todo un derroche de
sinuosidades, colores y vitalidad en quienes aprovechan la
ocasión para lucir sus trapillos con el mejor garabato
posible. Es una fiesta, sin duda, donde muchas jóvenes
pasean airosas, vivas, marchosas...
Pues bien, digo que parecía que mayo transcurría
sosegadamente y hasta con algunos días invitándonos ya a
sumergirnos en las aguas costeras. Cuando de pronto, sin el
menor aviso, perdemos a una consejera que había calado muy
hondo en la ciudad, nos enteramos de que al delegado de
Gobierno le han dado la boleta, y volvemos a comprobar que
Mohamed Alí sigue dispuesto a sacar de sus
casillas a José Luis Morales y no ceja
en su empeño de acosar, una y otra vez, al Gobierno
presidido por Juan Vivas. Mucha tela en tan
pocos días.Cuando el mes aún no ha terminado.
El baranda principal de la UDCE se ha convertido en una
mosca cojonera para Vivas y su equipo. Así, no hay día en el
cual no se levante con el ánimo dispuesto a amargarles la
vida a los gobernantes locales. Y sabido es que si uno se
echa abajo de la cama enfadado, no le resulta difícil coger
la onda y encontrar las causas y las gentes con las que
seguir enfadándose todavía más.
Y Mohamed Alí me parece a mí que lleva la acrimonia a
cuestas desde que se sintió despojado de la vicepresidencia
de la mesa rectora que le pertenecía por ser el jefe de la
mayoría opositora. Es algo que he escrito varias veces y que
no he dudado en decírselo a él. Incluso le he dado la razón
y he aireado que el error cometido por los populares, en su
momento, es la causa de que el diputado les tenga una enorme
ojeriza.
Si bien en esta ocasión, es decir, en su último desencuentro
con el consejero de la Presidencia, José Luis Morales,
Mohamed Alí ha calculado mal los terrenos. Pues me consta
que son muchos los musulmanes españoles que no están de
acuerdo con que se empadronen a los transeúntes. Por razones
obvias y que él, sin duda alguna, conoce mejor que yo.
Cierto que el partido presidido por Alí es, actualmente, el
que cuenta con más tirón electoral entre los suyos, quiero
decir entre los españoles de religión musulmana, pero mucho
le convendría a él aquietar sus interiores y despojar sus
sentimientos de cualquier pasión.
De lo contrario, día llegará en que la gente lo vea como
alguien metido continuamente en pleitos. Y ello, que puede
servir para darle a su ego la correspondiente ración
alimenticia, no repercutirá favorablemente en quienes están
necesitados de cosas reales y concretas. Y, más pronto que
tarde, alguien habrá que lo pase por ambos lados. Y
entonces, cuando quiera percatarse de lo ocurrido, sus
votantes habrán empezado ya la retirada sin prisas pero sin
pausas.
Lo cual, dicho con la mejor de las intenciones, no es bueno
ni para él ni para la ciudad. Porque creo que Mohamed Alí es
un político enjundioso y que a medida que vaya perdiendo el
apresto de recién llegado a esta actividad pública, sus
cualidades serán más apreciadas por todos los ceutíes.
Es verdad que Alí no ha conseguido entenderse nunca con los
populares. Sin embargo, convendría recordarle que tampoco le
ha ido muy bien con los socialistas. Pues a mí me consta que
Jerónimo Nieto tuvo siempre muy buenas palabras hacia
él y los suyos, pero éstas no se convirtieron en hechos
tangibles. Medite, pues, el el hombre fuerte de la UDCE.
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