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OPINIÓN - SÁBADO, 20 DE MAYO DE 2006

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

La Virgen de mi General
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

No puedo precisar en estos momentos los años durante los cuales mantuvimos el General Enrique Rodríguez Galindo y una servidora, esa especie de tertulia epistolar que comenzó con su primera prisión preventiva en la cárcel de Alcalá de Henares y posteriormente cuando en la misma prisión militar entró ya condenado por el caso Lasa y Zabala.

Yo siempre he considerado y hoy considero a mi General como un hombre inocente que sirvió de chivo expiatorio y de mensaje enviado a las filas socialistas por los del PP. Se ensañaron con el hombre que desarticuló ciento un comandos de ETA, el militar más condecorado de España, el más heroico y leal servidor de su Patria y que era al tiempo un hombre de honor y un hombre de Dios. Constancia puedo dar de ellos por las docenas de cartas que intercambiamos, yo desde mi pequeña casita, llamada Villa Solita, a cien metros de la playa y lugar donde se detienen los vientos de levante, él desde el presidio militar donde insistía en ser tratado como un soldado más, sin privilegios de ningún tipo.¡Por Dios que buen vasallo si hubiera un buen señor! Hablo de este tema y me avergüenzo profundamente de ser votante y afiliada al PP. Aunque les digo una cosa, la cúpula del partido en tiempos del soberbio Aznar nada tenía que ver con los quereres y los sentires del votante llano. Fríos, distantes y endiosados. Eso si, buenos gestores, honrados y eficaces que ya es mucho decir de los políticos, pero con la venganza encarnizada contra mi General demostraron ser malas personas. El Gobierno del PP nunca fue corrupto, ni trajinoso, ni excesivamente débil (inciso, recuerdo al Ministro de Defensa Trillo cuando no permitió que el Día de las Fuerzas Armadas desfilaran en Barcelona ni la Legión ni la Benemérita “para no herir sensibilidades” ¿Caben mayor cobardía y abyección? No vomito directamente sobre el teclado porque después tendría que limpiarlo, pero el recuerdo repugna).

¿Qué dicen ustedes? ¿Qué en todo este asunto hay muchas cosas malvadas y repugnantes? ¡A mi me lo van a decir! O se lo dicen a mi marido, el viejo pintor que, al óleo y con corona dorada, pintó para el General una preciosa Virgen Niña. La mandé a Alcalá de Henares por SEUR y tras recabar el permiso del militar que dirigía el centro penitenciario y que se mostró encantado por la iniciativa. Y así María, la chica judía, pasó a acompañar las eternas soledades del héroe español que me prometió rezarle cada día y no olvidarme en sus plegarias, esas que tan gratas siempre han sido a Nuestro Señor, porque Rodríguez Galindo , como hombre injustamente perseguido por la justicia, es bienaventurado a los ojos del Hacedor. Mi General en prisión y el etarra Josu Ternera ocupando un escaño en el parlamento vasco, el Arzalluz, ese cura rebotado, mamoneando y el Otegui tan chulo como lo sigue siendo, todos brindaron con champán por la cruel condena del General y las familias de los etarras le embargaron el piso de Zaragoza, el único bien que poseían él y su esposa Maria Fernanda. Había que pagar por la sangre de los etarras para que el escarnio fuera mayor y la satisfacción de los criminales no tuvo límites cuando un malnacido, repito, malnacido, firmó sin que le temblara la mano y sin vacilación la expulsión del héroe de la Guardia Civil. ¿Qué al que firmó no le quedaba más remedio porque se lo mandaron? No. No lo acepto. Antes de semejante perversidad se dimite por honor y por hombría. Si, en uno de esos raros gestos que tanto admiramos los españoles y que tan raramente tenemos la suerte de presenciar.

Expulsado y sin derecho ni tan siquiera a la Seguridad Social. El héroe de Intxaurrondo, el terror de la ETA vejado y humillado, mientras los batasunos se meaban de risa, encontraban que el PP estaba siendo muy guay y los españoles y españolas de honor comenzábamos a recoger firmas para su indulto. Al Juez Gomez de Liaño que quiso cargarse a Polanco y no pudo le indultaron de inmediato recogiendo a través de El Mundo diez mil firmas. Aznar dijo que el indulto había sido por “clamor popular”. Nosotros, para nuestro General recogimos cien mil en un tiempo récord. Me recuerdo por Marbella, por Málaga, mandando a Melilla la petición de indulto y la gente, en la calle, peleándose por firmar. La policía local marbellera firmó en pleno, íbamos a todas partes y en todas nos abrían los brazos, cien mil firmas en un plis plas entregadas al Ministerio de Justicia mientras Rodríguez Galindo perdía el derecho a estar en la prisión militar y era conducido en aislamiento por ser objetivo número uno de ETA, al siniestro y lúgubre presidio de Ocaña en Toledo. Allí entró, cargando con su retrato de la Virgen Niña, más héroe que nunca, más hombre de Dios que jamás y allí el capellán del centro bendijo el cuadro, mientras que a Aznar cien mil firmas no le parecían en absoluto “clamor popular” y los peperos se horrorizaban figurándose las iras de los nacionalistas vascos si Rodríguez Galindo, el héroe de Intaxaurrondo era indultado. Frío, soledad absoluta, aislamiento, injusticia tras injusticia, hasta que mi general enfermó gravemente del corazón y le tuvieron que anticoagular. Tenía una crisis cardíaca, le llevaban deprisa y corriendo a Toledo y no le permitían estar hospitalizado porque carecían de medios para garantizar su seguridad. Ese preso enfermo, era objetivo número uno de ETA, por servir a Dios y a España.

¿Qué siga contando? Tienen razón, hay muchísimo más que contar de mi relación con el ser humano vivo al que más he admirado y que he tenido el privilegio de conocer, pero no tengo espacio, cosas de la imprenta, será otro día, si lo quiere el buen Dios…
 

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