Decía ese fenomenal periodista,
Raúl del Pozo, que todos los periodista somos unos
mercenarios.
Si este gran maestro del periodismo, recientemente
galardonado con el premio González Ruano, tiene esa opinión
de lo que es el periodista, indiscutiblemente, sus razones
tendrá, para darse y darnos esa calificación.
No cabe duda alguna que, todos los periodistas, escribimos
teniendo que ajustarnos a la editorial que es la que marca
la línea del periódico, nos guste o nos deje de gustar, si
queremos vivir de esta profesión.
A veces, en multiples ocasiones, puede que los periodista
nos estemos de acuerdo con esa línea marcada por el
periódico en el que realizamos nuestro trabajo, pero que se
tiene que aceptar o dejar el trabajo, con lo difícil que
está, sobre todo en esta profesión, encontrar un medio donde
ejercer la labor de periodista que, al fin de cuentas, es la
carrera que escogimos como nuestro medio de vida.
La defensa de esa editorial, que marca nuestra línea de
actuación, es un deber que tenemos que aceptar desde que
iniciamos nuestra andadura en algún medio de comunicación.
Y es ahí, donde desde mi entender, Raúl del Pozo, basa esa
opinión de que somos unos mercenarios, en el deber de
defender esa editorial aunque no estemos de acuerdo con ella
puesto que, según mi pequeño diccionario, ese que tengo,
siempre, en la mesilla de noche, dice que mercenario es
“Todo aquel que sirve por el beneficio que obtiene”.
Lo que les decía antes, que acatamos el deber de defender la
editorial del medio, sin estar de acuerdo con ella, sólo por
el beneficio que obtenemos y que nos permite seguir ganando
dinero para vivir.
Jamás me he sentido mercenario en esta profesión
porque,siempre, cuando he “fichado” por algún periódico he
sabido las razones de ese fichaje y el motivo del mismo.
Lo cual me llevaba al convencimiento pleno de que estaba de
acuerdo con la editorial, fuese la que fuese puesto que,
dejándola un lado, sabía las razones por que se me había
“fichado”.
Ahora,si el maestro del periodismo, Raúl del Pozo, dice lo
que dice de que todos los periodistas somos mercenarios,
servidor lo acepta y punto. No hay nada más que hablar. Al
menos esto nos sirve, a todos nosotros, para no engañar a
nadie sobre el trabajo que, cada día, realizamos.
Seremos mercenarios, o al menos, esa es la definición que
nos da Raúl del Pozo, pero somos los suficientemente
sinceros para llamar a las cosas por su nombre y, nunca,
nunca, seremos unos polichinelas manejados por los dedos
inexpertos de un dictatorcillo del tres al cuarto a pesar de
que, siempre, esté rodeado de pelotas y lameculos que le
rien las gracias de sus chistes malos.
A pesar de esa definición dada por el maestro, tenemos la
libertad de vender nuestra pluma a quien o quienes más nos
convenga o defender de forma, totalmente, gratuita a quien o
quienes nos venga en gana. Hombre, amigo guardia, eso de ser
mercenario, alguna ventajilla tenía que tener.
Lo peor de todo es el día que tengamos que vender nuestra
pluma a algún analfabeto e ignorante, convirtiéndonos en un
muñeco sin voz ni voto, esclavo de ese ignorante, cuya única
meta es el dinero.
A igual que nunca nos hemos considerado mercenarios de
quienes nos han contratado, nunca aceptaremos ser esos
muñecos que puedan manejar todos esos esclavos del dinero,
ignorantes y analfabetos.
Por no considerarme de esa manera, es por lo que puedo decir
con orgullo que escribo lo que me da la gana porque quiero,
porque puedo y porque, en este periódico, jamás, el editor
me indicó lo que tenía que escribir.
A pesar de la definición dada por el maestro, nos sentimos
orgullosos de pertenecer a esta bendita profesión y seguir
teniendo la oportunidad de escribir con toda libertad.
Por esa libertad puedo decir, y no voy a vaticinar nada, que
si alguien ha creído, por un sólo momento que en los cambios
efectuados, en el equipo de gobierno, se van a poder manejar
a quienes ocupan, en estos momentos, las diferentes
consejerías, por aquello de que son “amiguetes” que nos
tienen que estar agradecidos, se están equivocando y van a
cometer un grave error, con el sólo hecho de llegar a alguno
de ellos y recordárselo. El que lo intente se va a encontrar
con algo que no espera. Tiempo al tiempo.
Nos vamos a divertir, viendo al dador de puestecitos, todo
cabreado, subiéndose por las paredes, porque no va a
conseguir lo que espera, como beneficio para sus amigos, a
pesar de habérselo prometido en una reunión, donde todos se
felicitaron por los futuros éxitos del asunto.
Me gustaría poder estar presente, cuando eso ocurra y ver a
cierto personajillo, politiquillo del tres al cuarto, dar el
golpe que, siempre, da en la mesa cuado no salen las cosa
como el había decidido, mientras jura y perjura que acabará
con quien se ha opuesto a él.
Lo dijo, Raúl del Pozo,somos mercenarios, pero no
polichinelas. Cosas digo, colega.
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