En todos los programas electorales de las diversas opciones
políticas nacionales y también locales hemos visto como se
contemplan acciones de toda índole, pero se resalta la
resolución de las que, según las encuestas, mas interesan a
los españoles como el terrorismo, el paro, la sanidad, la
educación, la vivienda… orden que últimamente se ha visto
alterado por las circunstancias políticas ya que se habría
de intercalar, según el territorio donde se viva, el tema de
las nacionalidades.
Pero hoy nos vamos a circunscribir al tema de la vivienda,
arma electoral bien empleada por quienes propugnan acabar
con este problema que prometen la construcción de equis
hogares e, inclusive, los plazos de ejecución, pero nunca se
llega a alcanzar, en este aspecto, la propuesta electoral
del programa. Y habría que coger estas proclamas
electorales, copiarlas en grandes carteles y exponerlas
públicamente para que en las calles, plazas y otros lugares
de libre acceso y numerosa concurrencia, pudieran ir
valorando los ciudadanos e ir anotando en las mismas su
opinión al respecto y así concretar hasta que punto los
objetivos propuestos no llegan nunca al nivel de lo
prometido, todo ello durante el período que abarque una
legislatura. Al mismo tiempo, serviría para hacer callar a
estos profesionales de la verborrea, voceros de sus
programas, al estilo de Ramonet el de la mantas campeón de
España de charlatanes, que a la hora de prometer no se paran
en las dificultades que pudieran surgir, tanto de
presupuestos como si de disposición de solares se tratara.
La cuestión es prometer y “ahí queda nuestro programa, a ver
quien lo supera”.
La causa principal que nos ocupa es que no acaba de darse
con la solución del problema de la vivienda y por ello, en
más de cincuenta ciudades españolas, multitud de jóvenes han
reivindicado en las calles unas viviendas dignas y
asequibles de precio.
Jóvenes, en la mayoría de los casos, con deseos de
independizarse y, otros, que la necesitan para formar su
nido de amor y dar cumplimiento al ciclo de la vida de
“dejar a su padre y a su madre y constituir un hogar donde
crecer y multiplicarse” que dado el alto valor de su
adquisición difícilmente, como están las cosas en la
actualidad, puede estar a su alcance.
Por todo cuanto hemos comentado, creemos que, cuando un/a
joven llega a su casa y dice a sus padres y prometido/a que
ha encontrado un piso por doscientos cincuenta mil euros (o
sea, el cincuenta por ciento de su sueldo durante mas de
cuarenta años, contando los intereses de la hipoteca) y a
éstos les parece bien la adquisición, pensamos que algo no
funciona y que los marcadores que hemos propuesto referidos
al grado de ejecución de los programas electorales de los
partidos políticos, debían de sembrarse, llegado el caso, de
desencantos, tachaduras y enmiendas para general
conocimiento, recato y vergüenza de las diversas opciones
que así los hacen público.
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