Los occidentales, mea culpa, me
incluyo en el lote, nos encontramos algunas veces
lingüísticamente condicionados y asociamos de manera
automática términos , sustantivos y calificativos. Por
ejemplo, traemos a colación la palabra “integrismo” y la
asociamos, con una especie de yuyu al término “Islámico” y
ya se nos hace un todo en la cocorota de chadores y barbudos
con cara de mala hostia y los instintos de un gato rabiando.
Pero de sabios es errar y de necios insistir en el error y
por ello tengo que aclarar que existen más tipos de
integrismos y todos ellos igualmente intolerantes, agresivos
e ilógicos, amen de absolutamente inadmisibles. Y traigo el
tema a colación porque ayer leí con incrédulo horror en un
periódico que un grupo de padres habían denunciado a un
colegio de Valladolid por tener el crucifijo en sus aulas.
Comprendo…Se tranquilicen… Si. Ustedes tienen razón cuando
lo primero que se viene a la cabeza es la exclamación
“¡Serán hijoputas!” No obstante el asunto, todo lo que rodea
a esa denuncia que se me antoja asquerosa amén de
analfabeta, el tema es que, renegados siempre los ha habido
y apóstatas también. Hay religiones que se toman el tema con
inmensa seriedad, como el Islam, que castiga al renegado y
al apóstata con la pena máxima, digamos que, los
occidentales nunca llegamos a tamaños extremos y gozamos de
una saludable libertad para practicar la fe que deseemos.
De hecho hubo una época, en los noventa, que con la moda de
la New Age molaban las religiones orientales y era de lo más
snob hacer meditación trascendental, practicar tai chi y
meterse a budistas en plan fin de semana en el costroso
lamasterio que hay en las Alpujarras. Pero budistas de
boquilla, porque a cualquiera de esos místicos les
preguntabas ¿Y tu comes algo que tenga ojos? Y les entraba
repelús, budistas he conocido confesos que agarraban un
jamón y le montaban un festival y lo de rechazar todo
aquello con ojos les parecía una parida y un exceso.
Lo oriental sigue siendo chic y pijo. Cualquier cultura es
interesante y bella de aprender. Pero nosotros, los
europeos, somos una mezcla explosiva de filosofía griega,
derecho romano, Humanismo Cristiano y los más espectaculares
avances científicos y tecnológicos. Y por conformar ese
espectacular gazpacho cultural lo hemos inventado todo.
Desde las vacunas a los ordenadores, hemos ido a la luna y
continuamos innovando imparables, para nosotros Dios nos
hizo a su Imagen y Semejanza, se nos concedieron al nacer
una serie de talentos y al viajar hacia la luz hemos de
demostrar nuestra capacidad para gestionar y aumentar esos
talentos. Los cristianos somos la releche, pa que nos vamos
a engañar y encima creemos en el Espíritu Santo, Señor y
dador de vida, que está tras cada nuevo descubrimiento, tras
cada impresionante muestra de la inteligencia y el
resplandor humano. Esta religión, que es más que religión,
nuestra cultura occidental, es muy joía a la hora de
achucharnos para que nos superemos, para que seamos
diosecillos en miniatura iluminados por la Inteligencia
Divina. Vamos, la repanocha.
Y ahora es el momento de comerme ¡Serán asquerosos los
padres que han denunciado la presencia en las aulas de un
símbolo de nuestra cultura! Dicen que constituyen una
especie de asociación de gentuza llamada Padres por el
laicismo. ¿Ven? Los laicos, los renegados y los apóstatas,
en una palabra, los ateos de mierda, son integrismo en
estado puro. Y cuidado, yo, en mis creencias no soy una
fanática en absoluto, soy persona de fe, pero cuando ganó
las elecciones el PSOE y muchos empezaron a recordar la
profecía y a decir que, el Anticristo llegaría al poder
sobre la sangre de los inocentes y hablaban del 11M, a mi me
parecía una exageración y algo de extremo mal gusto, hasta
me daba un poco de miedo y me juré no volver a tontear con
el Apocalipsis porque impresiona lo que dice.¡Vaya si
impresiona! Y Nostradamus mejor haría en cerrar el pico y el
Tercer Misterio de Fátima que se quede tranquilo adonde
esté. El caso es que quieren arrancar de las paredes de una
escuela el símbolo por excelencia de nuestra fe y de nuestra
cultura, algo puramente histórico y aquí se demuestra que
los islámicos tienen más vergüenza y más cojones que
nosotros durmiendo, porque no me figuro yo en Marruecos a
una asociación de ateos denunciando a una escuela porque en
ella se encuentren símbolos del Islam. Bueno, me lo figuro y
me figuro que irían a la cárcel, por comemierdas, renegados
y repugnantes.
Aquí no pasa nada. El ateismo de toda la vida, ese que quemó
iglesias y conventos, ahora se llama con elegancia
“laicismo” porque suena más a progresía de salón, a
melindres de acomplejados y a jilipollas convictos y
confesos en una palabra. Pero atiendo expectante la
respuesta de los padres “no laicos” es decir, que no
reniegan de su cultura occidental.
Acabo este artículo con un sabor amargo en la boca, el sabor
de la decepción, porque si llegan a asociarse individuos e
individuas para atacar lo nuestro y no les responden
escupiéndoles a la cara que es lo que se merecen ¿Qué va a
ser de nosotros? Joder y el ejemplo para los niños, fabricar
por integrismo de un niño inocente un ateo es algo tan
macabro que no existe precedente en ninguna religión del
mundo. ¿La respuesta? No agachar la cabeza y reafirmarnos
cada día más en quienes somos y de donde venimos y hacerlo
en nombre de los que fueron, de los que son y de los que
serán, en nombre de todos los nuestros.
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