Juan Vivas decidió hacer
los cambios correspondientes en el Gobierno que preside.
Obligado por una circunstancia luctuosa. Procuren hablar de
cambios, quienes escriben, y no de remodelación. Si no
quieren molestar en su tumba al maestro Lázaro
Carreter. El cual no se cansó de repetir que los
gobiernos cambian de ministros. Y en este caso lo que ha
ocurrido es que unos consejeros, viceconsejeros y asesores,
han cambiado de actividades o han sumado otra más a las que
ya tenían.
El cambio que menos se esperaba era el de José Antonio
Rodríguez Ferrón. Que ha pasado de estar en la
consejería de Gobernación a la de Fomento. Y no sé, ahora
mismo, si darle la enhorabuena o empezar ya a pedir por él.
Porque si el primer cargo era un regalito envenenado, el
segundo tampoco es de los que ayudan a relajarse. Aunque no
creo que Rodríguez Ferrón, tras haber sido el jefe de los
policías locales, se vaya a descomponer en su nuevo destino.
Y hasta espero que deje de tener la cara apretada y se
convierta en una persona más accesible. Y, sobre todo, que
el hombre trate por todos los medios de no ser tan
veleidoso.
A quien no le arriendo las ganancias es a Manuel Coronado
Martín. Éste era Jefe de Gabinete de Presidencia y ahora
lo han sentado en el sillón que antes ocupaba Rodríguez
Ferrón. Hay que tener el mismo o más valor que tenía el
Guerra -el torero, que no Alfonso- para aceptar
lo dispuesto por Juan Vivas. Me alegro por
Coronado. Ya que si ha sido capaz de comprometerse a ser
consejero de Gobernación es, sin duda, porque debe estar de
salud a la altura de los mejores burros de Rute.
A Yolanda Bel Blanca, criatura que perdió
lozanía por culpa de un asunto muy desgraciado, hace ya su
tiempo, la han convertido en portavoz del Gobierno. Y yo le
recomendaría que, si no está muy segura de su verbo, haga un
viaje relámpago a Irlanda. Para adquirir labia. Y ésta,
según la tradición, puede lograrla a ocho kilómetros al
noroeste de Cork. Que allí se encuentra el pueblecito de
Blarney. Y quien bese la piedra que hay en lo alto de la
muralla del castillo que allí existe, obtendrá el don de la
locuacidad persuasiva y graciosa. Si bien para conseguir ese
pico de oro necesitará colocarse en una postura indecorosa.
Pero Yolanda haría bien en arriesgar.
De lo contrario, mucho me temo que Antonia María Palomo
y Mohamed Alí, ambos acostumbrados a debatir con
prosa tabernaria y modales de cruzada, la terminen
achantando más de una vez. Y nada me gustaría menos que ver
a Yolanda, acostumbrada al recogimiento, acoquinada y
mirando de reojo a Emilio Carreira, para ver
si éste le insufla las fuerzas necesarias.
En cuanto a María Isabel Deu, consejera
de Cultura, la han hecho portavoz adjunta. A Mabel le sucede
que cuando habla en público se le llenan las mejillas de
colores y hace que su oponente pierda el tino y la facilidad
de palabra. Por consiguiente, ella hubiera sido la portavoz
ideal durante el tiempo que aún queda para que se celebren
las elecciones. A Vivas se le van a veces las mejores.
A Juan Manuel Doncel, asesor del área
de Fomento con Elena Sánchez, le han adjudicado la
viceconsejería de Urbanismo. Juan Manuel, con quien he
tenido el placer de conversar muchas veces, estará hecho
polvo. No en vano ha perdido a una gran amiga que creyó
siempre en sus cualidades. Así me lo confesó Elena cuando me
habló de él como persona que iba a trabajar a su lado. He
aquí a un joven con madurez suficiente para ocupar puestos
relevantes. Suerte a todos los cargos.
Ah, también para Celina de Miguel. Como viceconsejera
de Sanidad y Consumo.
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