Después de siete temporadas luchando por el ascenso a
Segunda División, -en las que la AD Ceuta disputó cuatro
fases de ascenso-, al equipo caballa le ha tocado vivir la
cara amarga del deporte en general y del fútbol en
particular. Y es que el Ceuta ha pasado las de Caín para
esquivar las últimas cinco posiciones y garantizarse su
continuidad en la Segunda División ‘B’.
El primer proyecto Ernesto Valero no ha respondido a las
expectativas creadas porque el presidente entrante fijó el
objetivo en terminar la Liga entre los cuatro primeros, una
meta que corroboró el entrenador fichado para buscar el
ascenso: Ramón María Calderé. El catalán tenía en sus manos
un bloque muy interesante de medio campo hacia atrás, porque
se quedaron jugadores contrastados en la categoría como
Sandro, Juanma, Berruezo, Platero, Alfonso... y llegaron
otros que han rendido a un nivel más que aceptable como
Basauri, Cerveró y David Franch. Así las cosas, el quid de
la cuestión era acertar con los delanteros y el fiasco Bolou
pasó factura durante la primera vuelta. El Ceuta de los
empates y negado ante el gol ‘coqueteó’ durante muchas
jornadas con la Tercera División. En la segunda vuelta nada
cambió hasta que el 3-4 ante el Écija en la jornada 27ª
encendió todas las alarmas. Los ceutíes cayeron en la zona
de descenso directo y pintaba muy mal.
El cambio de técnico estaba cantado porque el propio Calderé
había manifestado que la temporada era mala y entendía
cualquier decisión de la directiva del Ceuta. La llegada de
Carlos Orúe, un entrenador con mucha experiencia, que conoce
a la perfección el grupo cuarto, exigente y trabajador,
resultó primordial para remontar posiciones y conseguir la
permanencia a dos jornadas del final. Y es que el cuadro
caballa ha sumado con el jerezano 18 puntos en nueve
jornadas, o lo que es igual dos puntos por partido. La
cacareada media inglesa que te permite disputar las
eliminatorias de ascenso. El Ceuta mejoró notablemente en
ataque logrando 16 goles, siete con la firma de Diego
Herrera. El argentino, uno de los dos fichajes de invierno,
revitalizó el ataque caballa con su brega, movilidad y
oportunismo.
Así las cosas, una mala temporada que no acabó en tragedia
gracias a la reacción de los futbolistas coincidiendo con el
fichaje de Carlos Orúe.
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