El Gobierno de la Nación parece
haber escuchado las propuestas de los agentes sociales de la
Ciudad Autónoma que, desde hace muchos años, viene
reclamando la implantación de una aduana comercial entre
España y Marruecos en Ceuta. No será una aduana como tal
pero permitirá, tanto a la ciudad como al país vecino, sacar
provecho del inmenso tráfico de mercancías ilegales que cada
día traspasan impunemente los pasos fronterizos de Melilla y
especialmente de Ceuta. Paradójicamente, la Ciudad Autónoma
de Melilla cuenta con un regimen diferenciado que permite a
algunos productos, los más demandados al otro lado de la
frontera, pasar como mercancías legales, en sus
correspondientes vehículos de carga, pagando sus aranceles
dentro de la legalidad universalmente aceptada y lejos de la
imagen medieval de los porteadores cargados como mulas de
cargarezando para no acabar pisoteados enuna de las
avalanchas que han hecho tristemente famoso al paso del
Tarajal. Pero no hablamos sólo de dinero y aranceles. La
seguridad entra en juego con la mejora de las relaciones
económicas con Marruecos. El desarrollo de una aduana
comercial en Ceuta permitiría poner los cimientos del
desarrollo económico a ambos lados del espejo fronterizo y
empezaría por reducir los índices de delincuencia y
desempleo en el Norte del país vecino, punto de origen de
buena parte de los delincuentes que operan en nuestra
ciudad. España, y con ella Ceuta, tiene un Producto Interior
Bruto per cápita veinte veces superior al de Marruecos, cuya
única vía de escape del Tercer Mundo es la frontera con
España, para sus ciudadanos, que ansían pasar a nuestro
país, presunto paraiso del desarrollo primermundista, y para
su economía, que tiene en España a su mejor referente para
desarrollarse abandonando décadas de proteccionismo y
abrazar, con todas las consecuencias socioeconómicas y
políticas que ello conlleva, una sociedad de libre mercado.
|