PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura


Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - SÁBADO, 13 DE MAYO DE 2006

 

OPINIÓN / EL OASIS

Preguntas
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

En el último País Semanal, y bajo el título de la Guerra de Todos, Anthony Beevor, autor de la Guerra Civil Española, dice que abrir el debate sobre los orígenes de la Guerra Civil debería marcar la conmemoración del 70º aniversario del inicio de nuestra contienda. Entendiendo, claro está, que el pasado es pasado. Como no puede ser de otra forma.

Lo cierto es que esa guerra hizo posible que se rompieran familias y muchos sueños. Y, por lo tanto, será siempre motivo de enorme interés y de estudio por parte de quienes quieren ahondar en esa parte negra de nuestra Historia.

Pues bien, en mis continuas lecturas sobre los años 30, me paro a veces en situaciones que me hacen cavilar sobre cómo pudieron influir de manera bien distinta en el devenir de aquella España. Cambiar su destino. Visto, desde luego, bajo mi mirada diletante, aunque ella no me impida escribirlo.

Leyendo Semblanzas, libro escrito por Pedro Sainz Rodríguez, cuenta éste sus conversaciones con Ortega y Gasset, durante la dictadura de Primo de Rivera. El primero, monárquico, le propone al segundo la posibilidad de crear una asociación de intelectuales que fuera tolerada por la Dictadura. Y Ortega responde:

-¿Usted cree que, de verdad, la Dictadura nos dejaría hablar con alguna libertad y que se podría organizar algo que tenga un porvenir político cuando este régimen caiga?

Sainz Rodríguez le contestó así:

-Justamente ésa es mi pretensión: sembrar ahora una semilla que ha de evitar que a la salida de la Dictadura caigamos en una desorientación, en un vacío político que pueda conllevarnos a una revolución sin fruto. Es decir, debemos evitar la crisis de la Monarquía.

Pero Ortega no estaba dispuesto a ceder en sus pretensiones de acabar con la Corona. Pues nunca dejó de tener presente la humillación que le infligiera el Rey cuando le preguntó: “¿Y tú que haces?” “Yo soy profesor de Metafísica” “¿Qué coño es eso...?”.

Así, durante la transición de Berenguer, no dudó en calificarla de error y arremeter contra la Monarquía. Su artículo demoledor, de principio a fin, alentó las aspiraciones de los republicanos y pasó lo que pasó.

Lo que yo me pregunto es lo siguiente: de haber Ortega, junto a Marañón, Pérez de Ayala, Altamira o Baquero, intelectuales del momento, ayudado a la Monarquía se habría producido todo lo que vino después?

También me hace pensar algo que cuenta Manuel Azaña en sus Diarios, 1932-1933. Los cuadernos robados. Es sobre el golpe de Estado preparado por Sanjurjo. Escribe el entonces ministro de la Guerra de qué manera la amante de uno de los oficiales comprometidos con el general golpista, acudió a contar los hechos que se iban a producir. Se va de la lengua para que a su hombre no le pase nada. Y el soplo de esa confidente impide que la sanjurjada triunfe.

Vuelvo a preguntarme: ¿de no haberse abortado aquella asonada, ideada por un general con fama de caudillo entre sus compañeros, las cosas en España habrían transcurridos por otros derroteros?

Por ejemplo: no se hubieran acelerados los trámites para expropiarles a los ricos y nobles sus tierras. Ni, por supuesto, los socialistas hubieran podido radicalizarse hasta el extremo de pensar ya más en una revolución que en ayudarles a los republicanos conservadores a gobernar con más sosiego. Ni gran parte del pueblo se hubiera encendido nuevamente por culpa de un acto decimonónico. También hay que ponerse en la situación contraria: ¿todo lo sucedido, posteriormente, habría podido evitarse si el jefe de los carabineros, Sanjurjo, no hubiera metido la pata?. Una pata que, al parecer, metió porque no se sintió debidamente estimulado por su ayuda a los republicanos.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto