Muchos fueron los testigos que ayer subieron al estrado a
declarar por el caso ‘Kimbi’ y muy variados los asuntos que
se trataron: la procedencia de los 50 millones, el traslado
al hospital del testigo de cargo, las coartadas de tres de
los imputados y las contradicciones con las declaraciones
prestadas por anteriores testigos. Unos testimonios que no
hacen sino mostrar que estamos ante un caso mucho más
complejo de lo que en un principio podía parecer.
La primera persona en prestar declaración fue A.A.M., el
guardamuelles que fue detenido el 12 de enero de 2001 cuando
llevaba una bolsa de deporte conteniendo 50 millones de
pesetas. Éste relató cómo fue detenido al llegar al mercado
de Hadú tras bajarse del coche del acusado M.A.A.
En todo momento mantuvo la misma versión que el acusado, es
decir, que sacó el dinero del banco para otro acusado, H.A.M.,
y que cuando M.A.A. lo recogió en su coche en el mercado
central no le dijo que contenía la bolsa. Una vez en Hadú se
bajó del coche “y ya no sé que le pasó a M.A.A. sólo sé que
un policía que no se identificó se me acercó y me dijo que
si me movía me pegaba un tiro, entonces me llevaron detenido
y yo no pregunté porqué hasta que no llegamos a Comisaría”.
El testigo, propuesto por los letrados Jesús Zapico y Carlos
Sánchez Peribáñez, defensores de H.M.A. y M.A.A.
respectivamente, declaró también que trabajaba para el
primero desde hacía 8 meses y que “estaba para lo que el me
mandara, llevarle el dinero del banco a la agencia de cambio
de divisas, llevar la correspondencia o lo que fuera, yo era
de su confianza”.
Como era de prever, negó la versión aportada por los tres
policías que lo detuvieron y que afirman que tanto él como
el conductor del vehículo e imputado fueron a la casa de
A.A.A. para hacerle entrega de la mitad del dinero que
pensaban pagarle al testigo de cargo para comprar su
silencio así como que fueran perseguidos por una calle hasta
que el declarante fue alcanzado por uno de los agentes: “yo
no fui a casa de nadie, fui al mercado a ver a mi mujer y me
cogieron directamente, yo no huí ni me resistí a la
detención ni dije nada hasta que no llegué a Comisaría”.
El testigo afirmó, incluso, que la Policía “se está
inventando lo de que llamé a la puerta de A.A.A.”.
Las coartadas
La defensa de A.A.A. también presentó como testigos a un
vecino de Ceuta que afirmó haberlo visto en el barco de las
8 de la tarde del día 11 de enero de 2000 en dirección a
Algeciras y a dos mujeres de Tarifa que lo vieron en dicha
ciudad gaditana la noche del 11 de enero y la mañana del día
12 por lo que el acusado no estaría aquel día en su casa
esperando a los anteriormente mencionados para que le
llevaran los 50 millones de pesetas.
Varios familiares de S.A.A. así como un vecino suyo, Policía
Local, afirmaron que el acusado no salió de casa en toda la
noche y que “hizo las dos comidas de Ramadán con el resto de
la familia y con su mujer que estaba embarazada de seis
meses”. El vecino no ratificó este extremo aunque si dio fe
de que el acusado se encontraba en casa a las 20.15 horas
del día de los hechos “porque vivimos puerta con puerta y
coincidimos en el rellano al recibir a nuestros respectivos
invitados; antes de esa hora no puedo decir si estuvo en su
casa o no”.
La hermana de A.C.A., el acusado que tiene una minusvalía en
su pierna derecha, aseguró haber pasado toda la noche con su
hermano y el resto de la familia en casa y que, incluso,
“rezamos allí”. La testigo declaró ayer por vez primera y
justificó este hecho diciendo que no había acudido antes al
juzgado ni a Comisaría para decirlo porque “no me iban a
hacer caso”.
Policías Nacionales
En la sesión de ayer también prestaron declaración varios
agentes del Cuerpo Nacional de Policía trabajaron la noche
de los hechos. Uno de ellos afirmó que había obtenido muy
poca colaboración desarrollando su trabajo como policía de
proximidad en la barriada del Príncipe y que todo lo que
supo del caso fue por “rumores” y no por testimonios
directos de nadie. El agente se refirió también a las
dimensiones de la calle en la que, supuestamente, quedaron
aparcados los tres coches que impidieron el paso al vehículo
conducido por el ‘Kimbi’ y dijo que ésta tenía una anchura
aproximada de cinco metros y medio y que era “imposible” que
hubiera tres coches en el lugar mencionado porque “no caben
en ninguna parte de la calle”.
Este hecho fue ratificado por otro de los agentes que
declaró que “allí no caben tres coches de ninguna manera”.
Este agente, que recogió los casquillos del lugar del
asesinato, dijo que, como era habitual, “se recogieron los
casquillos antes de fotografiar su ubicación porque había
peligro de que estos desaparecieran y son fundamentales para
nuestro trabajo”. Este mismo agente dijo que la cabina del
autobús “miraba de frente al coche empotrado” (el conductor
declaró que todo sucedió en la parte trasera del autobús y
que no vio nada sino que oyó “como una traca de petardos”) y
que su “percepción policial” fue que “el conductor vio más
de lo que dijo”.
Por último, el jefe de Seguridad Ciudadana de la Policía
Nacional, que entró en servicio a las 23.00 horas de aquella
noche, dijo que hacia la una de la madrugada subió al
Príncipe como apoyo a los agentes de la Policía Judicial y
que nadie de la UDYCO le comentó que hubieran hablado con
unos niños que les hubieran dicho que habían visto a tres
encapuchados.
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“Mi conciencia no me ha dejado tranquilo”
Con estas palabras explicaba un
testigo de los hechos las razones por las que ayer, seis
años después de los hechos, había acudido a declarar sobre
el crimen por primera vez.
A.A.A. dijo ayer al tribunal que “estaba hablando con el
chofer del autobús cuando vi a dos encapuchados disparando”.
Según su testimonio, se metió en casa del cartero “hasta que
terminaron los disparos” y luego salió a hablar con la
Policía para contarle lo que había visto “pero nadie me hizo
caso”. Además de decir que el conductor del autobús también
lo vio, el testigo dijo que había subido andando a la plaza
y que “no había ningún coche impidiendo el paso” y que los
dos encapuchados “que llevaban dos pistolas cada uno”
disparaban “sobre el coche”.
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