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SUCESOS - JUEVES, 11 DE MAYO DE 2006


momento de la declaracion. nicol's.

AUDIENCIA PROVINCIAL / CASO ‘KIMBI’
 

“La Policía se inventa lo de que fui a casa de nadie a llevar el dinero”

El portador de los 50 millones, A.A.M.,
declaró que el dinero era de H.A.M., el dueño de las agencias de cambio
 

CEUTA
Verónica Fernández
veronicafernandez@elpueblodeceuta.com

Muchos fueron los testigos que ayer subieron al estrado a declarar por el caso ‘Kimbi’ y muy variados los asuntos que se trataron: la procedencia de los 50 millones, el traslado al hospital del testigo de cargo, las coartadas de tres de los imputados y las contradicciones con las declaraciones prestadas por anteriores testigos. Unos testimonios que no hacen sino mostrar que estamos ante un caso mucho más complejo de lo que en un principio podía parecer.

La primera persona en prestar declaración fue A.A.M., el guardamuelles que fue detenido el 12 de enero de 2001 cuando llevaba una bolsa de deporte conteniendo 50 millones de pesetas. Éste relató cómo fue detenido al llegar al mercado de Hadú tras bajarse del coche del acusado M.A.A.

En todo momento mantuvo la misma versión que el acusado, es decir, que sacó el dinero del banco para otro acusado, H.A.M., y que cuando M.A.A. lo recogió en su coche en el mercado central no le dijo que contenía la bolsa. Una vez en Hadú se bajó del coche “y ya no sé que le pasó a M.A.A. sólo sé que un policía que no se identificó se me acercó y me dijo que si me movía me pegaba un tiro, entonces me llevaron detenido y yo no pregunté porqué hasta que no llegamos a Comisaría”.

El testigo, propuesto por los letrados Jesús Zapico y Carlos Sánchez Peribáñez, defensores de H.M.A. y M.A.A. respectivamente, declaró también que trabajaba para el primero desde hacía 8 meses y que “estaba para lo que el me mandara, llevarle el dinero del banco a la agencia de cambio de divisas, llevar la correspondencia o lo que fuera, yo era de su confianza”.

Como era de prever, negó la versión aportada por los tres policías que lo detuvieron y que afirman que tanto él como el conductor del vehículo e imputado fueron a la casa de A.A.A. para hacerle entrega de la mitad del dinero que pensaban pagarle al testigo de cargo para comprar su silencio así como que fueran perseguidos por una calle hasta que el declarante fue alcanzado por uno de los agentes: “yo no fui a casa de nadie, fui al mercado a ver a mi mujer y me cogieron directamente, yo no huí ni me resistí a la detención ni dije nada hasta que no llegué a Comisaría”.

El testigo afirmó, incluso, que la Policía “se está inventando lo de que llamé a la puerta de A.A.A.”.

Las coartadas

La defensa de A.A.A. también presentó como testigos a un vecino de Ceuta que afirmó haberlo visto en el barco de las 8 de la tarde del día 11 de enero de 2000 en dirección a Algeciras y a dos mujeres de Tarifa que lo vieron en dicha ciudad gaditana la noche del 11 de enero y la mañana del día 12 por lo que el acusado no estaría aquel día en su casa esperando a los anteriormente mencionados para que le llevaran los 50 millones de pesetas.

Varios familiares de S.A.A. así como un vecino suyo, Policía Local, afirmaron que el acusado no salió de casa en toda la noche y que “hizo las dos comidas de Ramadán con el resto de la familia y con su mujer que estaba embarazada de seis meses”. El vecino no ratificó este extremo aunque si dio fe de que el acusado se encontraba en casa a las 20.15 horas del día de los hechos “porque vivimos puerta con puerta y coincidimos en el rellano al recibir a nuestros respectivos invitados; antes de esa hora no puedo decir si estuvo en su casa o no”.

La hermana de A.C.A., el acusado que tiene una minusvalía en su pierna derecha, aseguró haber pasado toda la noche con su hermano y el resto de la familia en casa y que, incluso, “rezamos allí”. La testigo declaró ayer por vez primera y justificó este hecho diciendo que no había acudido antes al juzgado ni a Comisaría para decirlo porque “no me iban a hacer caso”.

Policías Nacionales

En la sesión de ayer también prestaron declaración varios agentes del Cuerpo Nacional de Policía trabajaron la noche de los hechos. Uno de ellos afirmó que había obtenido muy poca colaboración desarrollando su trabajo como policía de proximidad en la barriada del Príncipe y que todo lo que supo del caso fue por “rumores” y no por testimonios directos de nadie. El agente se refirió también a las dimensiones de la calle en la que, supuestamente, quedaron aparcados los tres coches que impidieron el paso al vehículo conducido por el ‘Kimbi’ y dijo que ésta tenía una anchura aproximada de cinco metros y medio y que era “imposible” que hubiera tres coches en el lugar mencionado porque “no caben en ninguna parte de la calle”.

Este hecho fue ratificado por otro de los agentes que declaró que “allí no caben tres coches de ninguna manera”. Este agente, que recogió los casquillos del lugar del asesinato, dijo que, como era habitual, “se recogieron los casquillos antes de fotografiar su ubicación porque había peligro de que estos desaparecieran y son fundamentales para nuestro trabajo”. Este mismo agente dijo que la cabina del autobús “miraba de frente al coche empotrado” (el conductor declaró que todo sucedió en la parte trasera del autobús y que no vio nada sino que oyó “como una traca de petardos”) y que su “percepción policial” fue que “el conductor vio más de lo que dijo”.

Por último, el jefe de Seguridad Ciudadana de la Policía Nacional, que entró en servicio a las 23.00 horas de aquella noche, dijo que hacia la una de la madrugada subió al Príncipe como apoyo a los agentes de la Policía Judicial y que nadie de la UDYCO le comentó que hubieran hablado con unos niños que les hubieran dicho que habían visto a tres encapuchados.
 


“Mi conciencia no me ha dejado tranquilo”

Con estas palabras explicaba un testigo de los hechos las razones por las que ayer, seis años después de los hechos, había acudido a declarar sobre el crimen por primera vez.

A.A.A. dijo ayer al tribunal que “estaba hablando con el chofer del autobús cuando vi a dos encapuchados disparando”. Según su testimonio, se metió en casa del cartero “hasta que terminaron los disparos” y luego salió a hablar con la Policía para contarle lo que había visto “pero nadie me hizo caso”. Además de decir que el conductor del autobús también lo vio, el testigo dijo que había subido andando a la plaza y que “no había ningún coche impidiendo el paso” y que los dos encapuchados “que llevaban dos pistolas cada uno” disparaban “sobre el coche”.
 

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