Días pasados ha sido concedido al periodista Pedro J.
Ramírez el premio Montaigne “de vocación tan europea, según
las crónicas, como la moneda de la comunidad” que le
concedió la Universidad alemana de Tubinga, “por ser un
hombre de primer nivel, humanista comprometido y periodista
extremadamente valiente, uno de los representantes del
periodismo crítico, …” Y no vamos a ser nosotros quines
pongamos en duda la calidad literaria del director del
diario El Mundo ni, por supuesto, enjuiciar su labor
periodística al frente de varias publicaciones. Tampoco
podemos poner en duda el valor, en este caso reconocido, que
adorna a su persona.
Pero nos llama grandemente la atención la cantidad de
autoridades relevantes de la política, las letras, las
ciencias y la economía, que asistieron al acto y que
trataremos de enumerar:
Por parte del Gobierno personalidades como la Ministra de
Cultura Carmen Calvo el Ministro de Justicia Juan Fernando
López Aguilar y el Secretario de Estado de Comunicación
Fernando Moraleda. Por la oposición: El Presidente del
Partido Popular Mariano Rajoy, la Presidenta de la Comunidad
de Madrid Esperanza Aguirre, el Portavoz del PP en el
Congreso Eduardo Zaplana, el diputado Miguel Acebes.
Ex-presidentes del Gobierno como José Maria Aznar (y
señora) y Leopoldo Calvo Sotelo. Ex ministros como José Bono
(y señora), empresarios como Ana Botín, Presidente de
Banesto, Florentino Pérez, Presidente de ACS, Francisco
González, Presidente de BBVA y Manuel Pizarro Presidente de
ENDESA y, por último, recordamos al escrito Francisco
Umbral.
Repasando la historia y recordando genios de la Literatura
Española que alcanzaron grandes galardones en esta rama del
saber como los Premios Nóbel José Echegaray, Jacinto
Benavente, Juan Ramón Jiménez, Vicente Aleixandre o Camilo
José Cela, nos preguntamos a que se debe esta afluencia de
personalidades en un acto de entrega de un premio que,
tenemos que reconocer, es la primera vez que lo oímos y, sin
embargo, aun siendo de muchísima mas importancia y
reconocido mundialmente, el premios Nóbel citados, también
que sepamos, pocos representantes del gobierno, de la
política, de la empresa, etc. acudieron a acompañarles en
tan importantes actos de reconocimiento mundial a su
ingenio. Y la diferencia está, querámoslo o no, en el
poder, la difusión, el prestigio o desprestigio que, a estos
niveles, representan los medios de comunicación,
especialmente la prensa escrita, a la que las susodichas
personalidades tratan siempre de ofrecer un gesto de
amabilidad, reconocimiento y agradecimiento, aun cuando
muchas veces no lo sientan.
|