Me gusta relatar, como escribidora,
historias pequeñas y hermosas, porque, ciertamente, la
epopeya no es lo mío, bueno, eso ya lo saben. Esto sucedió
en Málaga hace pocos años, mi marido, el viejo pintor Erik
el Belga acudió escandalizado a buscarme blandiendo con
furia un periódico.
La historia que azuzó su neuropatía diabética era curiosa:
el Ayuntamiento de Nerja había cedido a las Monjitas del
Buen Samaritano, nueve santas mujeres que malviven en la
sacristía de la ermita y cuya labor es ir cuidando casa por
casa a enfermos terminales y ancianos, en fin, que el
Consistorio en plan poderío les había dado lo del alquiler
de las hamacas en verano para los guiris y también labores
de guardacoches. Todo para que las monjitas fueran llenando
su calcetín, un calcetín custodiado por querubines en la
sacristía y donde iban metiendo sus óbolos para construir,
nada más y nada menos, que una residencia para ancianos y
enfermos necesitados. El viejo pintor, tan solo de
imaginarse a las hermanitas arrastrando sus hábitos y
tirando de las hamacas le daba una alferecía y luego en plan
gorrilla aparcando los coches, le daba un jamacuco. En este
caso el anciano artista no tomó su fusil sino su pincel y
realizó para las monjas una obra en formato grande, sobre
lienzo y a espátula con una virgen gótica, para regalársela
y que la vendieran.
Lo cierto es que no esperábamos que se realizara un acto
institucional con asistencia de las autoridades y de la
prensa a la entrega de la obra, pero al viejo le llamaron
“Dimas el buen ladrón” y le hicieron un discurso muy
ruborizante por lo excesivo. Todo manejado por la superiora,
la hermana Puri, que, a partir de ese instante pasó a mandar
en mi marido más que yo, porque le tiene comida la moral y
lo que dice la hermanita Puri se hace en mi casa, lo que
constituye para nosotros, como católicos, un privilegio.
Pero no acaba aquí la historia, las humildes y santas
mujeres, desde su agujerito de al lado de la ermita, liaron
a un informático y se pusieron a vender la obra por internet
en plan subasta y salió la noticia hasta en la televisión de
Suiza. ¿Qué quien compró la Virgen? Pues un hotel madrileño
que fue el que más pujó. Pero el paso estaba dado y muchos
se volcaron en hacer realidad el sueño inalcanzable de las
del Buen Samaritano que iban reuniendo perrilla a perrilla,
centimito a centimito, como son ellas, pobres de solemnidad,
lirios del valle a los que el buen Dios dota de más belleza
y más resplandor que a un emperador. Necesitadas entre las
necesitadas y recibiendo a la revista Gara , con lo malo que
son los abertzales, que envió a una batasuna a hacer un
reportaje y la tiparraca acabó compartiendo merienda con el
pintor y las monjitas y redactó un reportaje que hubiera
enloquecido de júbilo al mismo Santo Pontífice, trucos y
maneras del Espíritu Santo, no busquen más.
La historia interminable del pintor y los lirios del valle.
“Erik, Erik, que los de la cofradía de los Dolores han
ahorrado y han bordado un estandarte, pero no tienen dinero
para encargar un retrato de la Santísima Virgen” Y el viejo
pintor “Vale hermana, yo se lo hago, pero nos tienen que
invitar a todos a merendar, empezando por las monjas y que
sea una buena merienda”¡Que si lo fue! En un hotel se hizo
la entrega del oleo de la Virgen y nos hartamos de canapeses
y de gloria bendita, las hermanitas eran las que más comían
, porque tienen mucha necesidad y las que más contentas
estaban jaleando a la Virgen y llamándola ¡Guapa! Como aquí
se acostumbra. Pero les digo les cuento que en casa, la
hermana superiora Puri es el ángel que nos protege y que
pidió al pintor un retrato de la fundadora de la obra, una
monjita con gafas y regordeta de mejillas lustrosas y
vestida con hábito blanco, el retrato era “un detalle” y la
fundadora parecía un angelote de los que pintaba Murillo,
sobre un fondo de nubes crepusculares.
Habla la Biblia de los lirios del valle y sus palabras, tan
pequeñas y hermosas, parecen estar retratando la realidad de
una comunidad de hermanitas que guardan la ermita y cuidan a
los enfermos, sin medios, sin infraestructuras, tan solo con
el poderoso apoyo de la fe y la oración. Y fe tenía Puri
cuando hizo que Erik le pintara un panel grande de un
retablo con una virgen gótica con libro “Hermana, véndalo
que este panel es caro” y las monjas maravilladas ante los
pliegues góticos y las vestiduras bellísimas de Nuestra
Señora “¡Ay Erik! No lo queremos vender porque es muy bonito
¿Nos lo podemos quedar para la capilla de nuestra Casa?”
Llaman Casa a su futuro hospital residencia que, ladrillo a
ladrillo, se va elevando y que todos sabemos que será una
realidad más tarde o más temprano, porque hay mucho ángel y
mucha plegaria metida por medio, muchos enchufes celestiales
y muchos empresarios “tocados” desde arriba y que arriman el
hombro y los euros.
Si Dios le da tiempo, pese a sus achaques, el pintor ha
prometido pintar toda la capilla y hacer un retablo gótico y
un cuadro monumental con “El tránsito de San José” que así
se llama a la muerte del santo carpintero.
Esto señores, es una relación puramente comercial, el pintor
pinta y las monjas rezan por el y por nosotros, ellas
reciben obras pero no van ustedes a negarme, que nosotros
salimos ganando. Eso es la pura realidad.
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