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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 10 DE MAYO DE 2006

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Hay tantas cruces de mayo que no sabe uno a cual va a acudir, para poder cumplir con todos los amigos que, de una u otra forma, pertenecen a alguna de las cofradías o barriadas que ponen una de ellas

La mejor solución es echar una moneda al aire y al que le toca, le toca, como decían mis amigos “Los de Sevilla”. Porque, de verdad, es poco menos que imposible poder ir a visitar todas aquellas en las que uno tiene algún amiguete.

Para que nadie se me enfade decido, no pasarme por ninguna de ellas, y contemplar la que han puesto en la Pérgola, que no entra en concurso alguno, que es una jartá de bonita y está dedicada a todos los amigos y clientes que se dan una vuelta por allí.

Como no entra en concurso alguno y, por tanto, no tiene critica pues carece de la manzana y las tijeras que requiere el asunto, de todas aquellas cruces, que están expuestas a la critica del jurado calificador. Miguelín, una sin alcohol, por favor. Bebo la cerveza sin alcohol porque, de esa forma, la cerveza y servidor, siempre, están empatados, cero a cero. ¡Peazo de arte!.

Mientras me tomo la cerveza sin alcohol, un amiguete se me acerca para decirme “gracias a Dios que, este año, no tengo ninguna comunión”. Aunque algunos no entiendan ese dar gracias a Dios por no tener ninguna comunión servidor entiende, perfectamente, lo que me a querido decir.

Y es que, tal y como están montadas actualmente las comuniones, más que comuniones parecen la celebración de una boda. Y, por tanto, el regalo a realizar al niño o a la niña, tiene que ir en consonancia a la celebración. O sea te tienes que gastar una pasta, que como tengas tres comuniones en un sólo año hasta le puedes decir adiós, a la mitad de tu salario.

Es que, hoy día, a los niños que hacen la comunión, a tenor de la celebración de las mismas por todo lo alto y, a veces, con orquestas incluida para bailar, no le puedes regalar cualquier cosa que no te salga por menos de las diez mil pelas de nada, si no quieres hacer el ridículo.

A los niños que hacen la comunión, en los momentos actuales, no les puede dar mil pelas como antes, porque para desgracia, de todos los españoles, ha desaparecido la peseta para dar paso al euro, que nos tiene en la ruina. ¡Que pena de nuestra “rubia”, a la que tanto amábamos todos los españoles!. Y todo para cambiarla por ese euro, una jartá de feo que no tiene ni la gracia, ni el salero de la “rubia” de nuestro a amores.

Si le das veinte euros, que son cerca de tres mil quinientas pesetas, crees que les has dado poco así que le regalas, por lo menos, cincuenta euros, que rondan las diez mil calas.

Tener tres comuniones, en un mismo año, es una auténtica ruina puesto que se lleva, digan lo que nos quieran decir, una cuarta parte del salario de un currante.

Decían, los otros días, en uno de los telediarios que una comunión venía a salir casi por seis mil euros, lo que es igual a un millón de las antigüas pesetas. Casi ná lo del ojo, pues a la hora de pagar, te dejas un ojo y el otro también.

Claro que mientras, los bancos amigos, te den el préstamo correspondiente, pues, nada, adelante con las celebraciones por todo lo alto que, después, tienes cinco años para pagar el asunto con lo cual vive, todo ese tiempo, entrampado con el banco amigo.

Oiga, amigo guarida, si París valía una misa, por qué razón una comunión, no va a valer un millón de las antigüas pelas. Qué tiene París más que una comunión.

Me da la sensación que algunos se me pueden cabrear por cuanto estoy diciendo por, la sencilla razón, meterme donde nadie me llama. LLeváis razón, allá cada quisqui con lo que se quiera gastar en la celebración de la comunión de sus hijos.

Perdonen pero es que comparando, aunque las comparaciones sean odiosas, con las celebraciones de cuando servidor hizo la comunión, con las de hoy, no me cuadran las cosas.

Los niños ricos de mi época,servidor mismamente, hacíamos la comunión vestido de gris para, después, cortar el pantalón y tener un trajecito la mar de mono para los domingos y fiestas de guardar.Oiga, amigo guardia, pura chulería.

Las celebraciones, cuandose hacían, todo hay que decirlo, se llevaban a cabo en la casa de cada quisqui, con una tacita de chocolate y aquí te quiero ver escopeta.

Lo que, también, es cierto, la jartá de andar que le daban a los niños que hacían la comunión, visitando a todo bicho viviente, a ver la forma de recoger, al menos, para pagar los recordatorios y una parte del trajecito en cuestión, comprado al ditero.

El niño, el pobre, acababa reventado, de tanto ir de un lado para otro, saludando y besando a familiares que no había visto en su vida, entregándole el recordatorio correspondiente siempre que, el visitado, le diése una peseta. Por menos no había recordatorio, beso y vas que arde.

Y toda esa jartá de andar, con los zapatitos nuevos que cuando te los quitaba volvías, de nuevo, a la vida.
 

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