“La trayectoria de las balas es, sin lugar a dudas, de
izquierda a derecha”. Ésta ha sido la principal conclusión
aportada por los peritos (médicos forenses y especialistas
en balística) que prestaron ayer declaración ante el
tribunal de la Audiencia Provincial de Cádiz con sede en
Ceuta que juzga el asesinato del ‘Kimbi’ el 31 de diciembre
de 1999.
Esta afirmación categórica, en la que coincidieron todos los
expertos, disipa cualquier tipo de duda acerca del origen de
los disparos que presentaba el fallecido y en las que se
llegó a plantear que el testigo de cargo, A.A.D., hubiera
participado.
Los médicos forenses explicaron, con la ayuda de la réplica
de un cráneo aportada por el abogado de la acusación, Marcos
García Montes, la trayectoria de las balas que el ‘Kimbi’
presentaba en la cabeza y la cara. Una de ellas le entró por
el maxilar inferior izquierdo y “le rompió la yugular” lo
que le hizo perder mucha sangre. El tiro en la cabeza “le
causó definitivamente la muerte después de haber sangrado
abundantemente”. En cuanto al resto de heridas por arma de
fuego (un total de 14 entre la cabeza, la cara, la espalda,
el tórax y los miembros inferiores) algunas presentaban
orificios de entrada y salida aunque no todas.
Los forenses también fueron interrogados acerca de las
heridas que presentaba el testigo de cargo y estos dejaron
claro que éste también recibió los tiros por el lado
izquierdo del vehículo y que fue herido estando en el
interior del mismo ya que presentaba “heridas con entrada y
salida en ambas piernas y una tercera en la planta del pie
que no tenía salida”. La ubicación de las heridas así como
el hecho de que se produjeran en las dos piernas hace
bastante imposible -a juicio de los forenses- que “la bala
afecte a las dos piernas en carrera o incluso andando, es
más probable que las heridas las recibiese estando sentado
en el interior del vehículo”. Además, la trayectoria de los
proyectiles viene del lado izquierdo y no desde atrás “como
hubiera sido si se le hubiera tiroteado desde atrás, además,
la trayectoria estaría más inclinada”, señalaron.
Se realizaron al menos 24 disparos, de los que 14 impactaron
en el cuerpo del fallecido. Los informes de balística
determinaron, además, que los disparos fueron efectuados por
cuatro armas distintas: tres pistolas semiautomáticas de 9
milímetros y un revólver del calibre 38 especial, un arma
esta última cuyo uso “está muy extendido a nivel nacional e
internacional para defensa personal”, explicó uno de los
Policías Nacionales que acudió ayer a testificar.
A pesar de que la existencia de cuatro armas está
confirmada, ninguno de los peritos se atrevió a decir
cuántos pistoleros habrían intervenido en la emboscada ya
que, según explicaron, hay que tener en cuenta muchas
variables. Sería posible, por ejemplo, que un mismo
pistolero llevase varias de estas armas encima o que se
pasasen el arma de uno a otro o que no se hallasen los
casquillos de las demás armas que pudieron intervenir. Sin
embargo, lo que si ha quedado claro es que todos los
disparos fueron efectuados con armas cortas y que no se
observaron características de la metralleta a la que aludían
los niños que se dirigieron a los agentes que acudieron al
lugar del crimen la noche de los hechos.
Los peritos también dejaron claro que hubo más tiros que
casquillos ya que la vaina del 38 especial se queda dentro
del tambor del revólver una vez efectuado el disparo.
En lo que se refiere a las distancias, ninguno de los tiros
fue realizado a quemarropa sino que fueron efectuados a
larga distancia, a un mínimo de 60 cm. El hecho de que
aparecieran cuatro vainas en el suelo del vehículo indica
que las armas debían estar dentro del vehículo “o como mucho
desde la ventanilla” ya que sólo de este modo se explica que
los casquillos quedasen en el interior toda vez que ha
quedado demostrado que todos los disparos se efectuaron
desde la izquierda del fallecido y, por lo tanto, desde el
exterior del vehículo. Además, según explicó uno de los
agentes “a distancias menores aparecerían residuos o restos
de pólvora y no aparecieron”.
La Meca
Uno de los ases que el abogado de la acusación se guardaba
en la manga -tal y como ha señalado el propio García Montes-
era el testimonio del entonces jefe de Brigada de la Policía
Nacional que acudió al hospital a tomar declaración al
herido la misma noche de los hechos y que tiene la
confirmación, a través de Interpol, de que el día de los
hechos apenas una hora después del tiroteo, se produjeron
tres llamadas de teléfono a Ceuta desde la ciudad santa de
La Meca.
Estas llamadas fueron efectuadas desde la habitación que
ocupaba uno de los acusados y supuesto inductor de los
hechos, M.A.A. a tres personas diferentes. Según su relato,
la primera llamada fue a su madre, la segunda se efectuó al
videoclub que regenta el cuñado de otro acusado, K.A.A., y
la tercera llamada la recibió el letrado Carlos García
Selva, por entonces abogado defensor de M.A.A.
Defensa
Los abogados de la defensa trataron de exculpar a sus
defendidos haciendo preguntas a los peritos que no
resultaron concluyentes.
Carlos García Selva, letrado de A.C.A., trató de hacer ver
que su defendido, que sufre una minusvalía del 65% en la
pierna derecha, no podía conducir un coche ya que “tampoco
puede permanecer mucho rato en pie”. Un extremo que no pudo
ser confirmado por los médicos que, si bien reconocieron las
dificultades que entraña tal minusvalía quisieron dejar
claro que “una cosa es lo que no debe hacer y otra lo que no
puede hacer”. Ateniéndose al reglamento, “A.C.A. no es apto
para conducir aunque no puedo afirmar o negar que no pueda
conducir ya que podría hacerlo si hubiera aprendido a ello o
si usase un artilugio para ello”, explicó. “No puedo negar
taxativamente que no pueda conducir aunque lo tiene
difícil”, dijo.
En lo que se refiere a su capacidad para correr, el doctor
confirmó que no lo había visto correr nunca pero señaló que
“sin duda, puede andar ligero y sin muletas”.
Luz Elena Sanin Naranjo, defensora de A.M.A., preguntó, una
vez más, a los agentes que le practicaron a su defendido la
prueba de la parafina si lo hicieron con el consentimiento
de éste -algo que el acusado niega- o si le informaron de
sus derechos y le dijeron que podía llamar a su abogado. Los
Policías Nacionales, al igual que en anteriores
comparecencias de otros compañeros, señalaron que el acusado
en ningún momento se negó a que se le realizase la prueba.
Por su parte, María Milagrosa Fernández Martínez, encargada
de la defensa de A.M.A., intenta demostrar que su defendido
-que supuestamente fue quien le dio a Malika Mohamed Sedik
los nombres de los implicados en el asesinato de su hermano-
no está en plena posesión de sus facultades debido a su
adicción a las drogas. Los forenses consultados coincidieron
en señalar que, en el momento de ser reconocido, el acusado
“no tiene síntomas de tener una drogadicción prolongada en
el tiempo y acude al examen médico en plena posesión de sus
facultades”.
Perfil psicológico
A través de videoconferencia, la psicóloga que redactó el
informe sobre el testigo de cargo, A.A.D, explicó a la sala
cuáles eran las características principales de la
personalidad de éste. Dijo que era una persona con un nivel
intelectual medio, frío, tímido y solitario a la que no se
le detectaron síntomas de estrés postraumático -depresión o
ansiedad- aunque su informe tuvo como base los datos que se
le proporcionaron del paciente así como sus declaraciones y
nunca una entrevista personal con él.
La psicóloga calificó a A.A.D. como una persona egocéntrica
“cuya medida para actuar es sí mismo: primero piensa en sus
necesidades y en segundo o tercer plano en las de los
demás”. También dijo que era una persona fría “con un buen
control de sus emociones” y con una buena memoria a corto
plazo.
A este respecto, que ha sido objeto de numerosas conjeturas
porque la identificación de los presuntos implicados en el
tiroteo se produjo en el mismo hospital apenas unas horas
después del suceso, otro de los peritos señaló que sí era
posible “modificar la versión a las tres o cuatro horas
afinando los detalles” y que la víctima “no tuvo tiempo para
inventarse una historia fabulada”.
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