Nueve niños acoge actualmente la guardería que se ubicada en
el Príncipe Alfonso, una pequeña isla en medio de la
barriada. Su capacidad máxima, para diez menores, puede
prestar asistencia también a dos ‘casos de urgencia’: niños
que pueden llegar en medio de la noche de manos de la
Policía. La realidad actual se aleja de los veinte niños y
niñas (bebés entre ellos) que han llegado a residir en el
centro, tutelado por la Dirección General de Menores, y
dependiente a su vez de la Consejería de Presidencia.
Tiempos difíciles, recuerda Araceli Espejo, directora de la
guardería, que por suerte han quedado atrás. Ahora, con
menor presión, los profesionales trabajan con más holgura:
elaboran una ficha completa sobre cada menor que ingresa;
realizan un seguimiento integral de su salud y progresos
escolares (vacunas, antecedentes, etc.) y se responsabilizan
de su escolarización y socialización, muy importante en los
primeros años de vida. Y también ‘se encargan’ de algunos
padres, a los que preparan -en cuestiones básicas- para
cuando vuelvan a cuidar de sus hijos.
Un juez o la Policía puede remitir a un menor al centro por
razones obvias: riesgo de exclusión social o un ambiente
familiar poco adecuado para un crecimiento sano y libre. A
partir de ese momento se desarrolla un protocolo sanitario y
asistencial de gran calado. Una vez hecho esto, se prima la
escolarización y el trabajo ‘día a día’. A las siete y media
de la mañana, todos los chavales están en pie para desayunar
e ir al colegio. Un vehículo común los traslada. A la hora
de la comida, regresan a la guardería y realizan todo tipo
de actividades supervisadas por educadores y monitores.
Eventualmente se realizan salidas al exterior: una sesión de
cine, el cuentacuentos o una visita al parque despejan las
mentes infantiles. Algo más le cuesta despejarse a la
directora, que lleva el cargo en la cabeza toda la jornada.
Araceli recuerda algún caso que le “ha llegado al alma”,
como cuando una madre entregó en el centro a sus hijos
porque era consciente de que, con un problema de adicción a
las drogas, no podía hacerse cargo de ellos. “Ves cosas
impresionantes”, señala Araceli visiblemente emocionada. Las
instalaciones destilan cariño y están cuidadas al detalle.
En ellas se aprecia el toque humano que pone el equipo
profesional de este centro de menores.
Una queja: el muro anexo
La dirección se queja de que tras la construcción de un
parking anexo, se ha elevado la altura del suelo, lo que
permite que la gente se asome y vea todas las instalaciones,
rompiendo la privacidad e integridad de los chavales, algo
que Araceli quiere preservar a toda costa. Esa es la razón
por la que también las visitas de los padres se supervisan
en un salón habilitado para ello. Si se percibe buen trato y
receptividad por parte del menor, la presencia de los
profesionales se hace de forma intermitente. “Lo esencial es
el bienestar del menor”, explica Araceli, que desde hace 16
años se dedica a su atención. La recompensa viene cuando una
familia de acogida se responsabiliza de uno de los chavales.
“Aunque lo intentemos no podemos ser su familia”, señala la
directora, “así que nos alegra cuando podemos encontrar a
una de verdad”.
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Araceli Espejo: “El centro necesita contratar más personal”
Educadores, cuidadores, monitores,
personal de limpieza y de cocina componen el equipo
profesional de la guardería. Pero la dirección considera que
es necesario ampliar la plantilla, para atender cualquier
emergencia con deshago. Nunca hay menos de dos personas al
cargo de los menores, pero la indisposición de uno de ellos
implicaría una salida al exterior. Ese es el punto que
preocupa a Araceli, que demanda la contratación de
cuidadores y monitores, para no dejar a una sola persona al
cargo. Anteriormente, un sereno colaboraba por las noches
con el personal del centro, pero, desde que falleció, echan
en falta su apoyo. Además, sólo disponen de vehículo
comunitario por las mañanas, así que todas las salidas
imprevistas que se produzcan después, se realizan en taxi.
“El centro necesita contratar a más persona”, indica
Araceli.
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