Hay ocasiones, cuando un destino
turístico empieza a caminar hacia la consolidación, como es
el caso de Ceuta, en que empresas privadas desean apostar
por la ciudad al comprobar las potencialidades con las que
cuenta afrontando con ello el riesgo porque -secillamente-
creen en ella.
Es el caso, entre otras, de la empresa que cuenta con la
inciativa de atraer turismo hacia Ceuta desde Puerto Banús
en lujosos yates. “Aventuras en el mar” como así se denomina
quiere hacer los contactos pertinentes que le faciliten
abrir nuevas vias de negocio turístico utilizando a Ceuta
como destino, hecho que hay que valorar en su justa medida.
Es realmente bueno que la iniciativa privada apueste a las
claras y crea en la Ciudad Autónoma; aunque el trabajo
diario de la Viceconsejería de Turismo es realmente
trascendente como coadyuvante a la consolidación del destino
Ceuta, necesita que otros motores actúen en favor del
sector.
En este sentido, debe ser clara la alineación institucional
con las demandas de cuantas iniciativas privadas tienden a
convertir a Ceuta en un referente turístico.
Tender la mano necesaria a las peticiones y prestar la ayuda
oportuna para el establecimiento de empresas que favorezcan
el crecimiento económico de Ceuta no sólo debe ser, sino que
es una obligación de las entidades públicas, sobre todo en
el caso que nos ocupa con una ciudad con parámetros
negativos en su economía.
Y no sólo el apoyo debe llegar para favorecer el turismo.
Los brazos abiertos deben estar para todos y cada uno de los
inversores privados que apuesten por Ceuta. En este sentido,
se debe velar por huir de todo lo ‘misógino’ desde el
momento en que sectores más o menos bien establecidos
quieran marcar pautas en este sentido con cierto sabor a
presión sobre las instituciones. Ceuta no puede permitirse
en estos momentos ser el capricho de unos pocos en
detrimento del beneficio de muchos.
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