¿Qué por que me encomiendo al
milagroso mártir que fue ejecutado el 19 de abril del año
303? Pues muy sencillo, porque es el santo de los
desesperados y de las causas urgentes y como servidora es
miajita hipocondríaca y amiga de ese tipo de comida rápida
que se llama coloquialmente “llamar al chino” para ahorrarme
cocinar ya que soy más floja que un muelle de guita y tengo
muy pocos ardiles para la cosa del hogar, pues que me
emparanoiado oyendo las noticias y, como llueve sobre mojado
me ha dado un ataque de ansiedad.
Ya saben, lo de las toneladas de comida hedionda y
putrefacta procedente de China que estaba lista para ser
distribuida y que ha sido intervenida por la policía en
naves industriales, de esas de al por mayor. Los dulces,
caramelos, golosinas y chucherías tenían caducidad de hace
cuatro años. La partida de huevos de origen y especie
desconocidos apestaba a perros muertos, la carne de
diferentes animales aparecía agusanada, comistrajos cientos
pasados de fecha. Y todo ello por toneladas y a punto de
caramelo para entrar en la cadena alimentaria y llegar a los
estómagos españoles.
Pero al ser abril el mes de San Expedito, el mártir ha
actuado antes de que, los consumidores de esas porquerías,
le invocaran y se encomendaran desde las salas de urgencias
de los hospitales, tras haber ingerido esos desechos
importados ilegalmente. Milagrosa la intervención policial
que nos ha librado de una epidemia de salmonellosis y de
gastroenteritis y hasta puede que de gripe aviar porque
había mucha ave entre las toneladas, o alijo alimenticio,
intervenido. Les digo, les cuento, que yo opino que es
infinitamente más letal pa ra la población que puedan entrar
irregularmente en el país cantidades ingentes de podredumbre
lista para ser ingerida, que uno de esos alijos de hachís
que se intervienen en las playas de nuestra geografía. Ambos
delitos contra la salud pública, ambas conductas
reprochables, pero con respecto al riesgo, es mayor el de
una carne agusanada que el del canuto que se fume un pasota,
el canuto te puede poner tonto, pero las viandas caducadas y
de origen incierto te derivan a urgencias con un
envenenamiento.
Pésima propaganda esas aprehensiones de comistrajos para los
restaurantes y las tiendas de comida china que actúen
ateniéndose a la legalidad y a las más estrictas normas
sanitarias de la UE, pésima porque los alimentos
intervenidos iban a nutrir estanterías y a ser condimentados
e ingeridos por incautos ciudadanos que opinan, como yo
opinaba, que para temas de alimentación, la normativa
vigente y los controles aduaneros suponían una máxima
garantía y erradicaban la posibilidad de que nos dieran gato
por liebre y rata por pato laqueado. He atendido llena de
aprensión las noticias y considero que los restaurantes
chinos que operen en condiciones deberían emitir algún tipo
de comunicado o exhibir carteles garantizando el control
sanitario de todo cuanto sirven sobre sus manteles, desde el
rollito de primavera hasta el pollo al curry, para que no
paguen justos por pecadores y el colectivo chino adquiera
mala fama, cuando son muy buena gente, se integran a la
perfección, saben más que Lepe y Lepijo del comercio de los
veinte duros y muestran una laboriosidad a prueba de bomba y
encima son longevos.
Esto de la longevidad me lo comentaron en una tertulia donde
uno comenzó diciendo “¿Ustedes saben adonde se entierra a
los chinos?” Ni idea, cementerios budistas o sintoistas, que
servidora sepa, no hay y nunca en la vida he visto en
periódico alguno la esquela anunciadora de la muerte de un
ciudadano chino. ¿Ustedes han visto alguna esquela de ese
tipo? Es un tema curioso este de la longevidad y de las
honras fúnebres. Pero aparte de sus largas vidas y de que
empiezan tras una tiendezucha de veinticuatro horas
vendiendo litronas y acaban acaparando íntegros polígonos
industriales de las grandes ciudades, todo a fuerza de ese
curro duro en el que son especialistas, lo cierto es que si
las intervenciones de comistrajos empiezan a sucederse, el
sector chino de la restauración puede quedar seriamente
tocado.
Se corre la voz, empieza como un murmullo y termina como un
vendaval, pero es un poco como la mayonesa de huevo en las
bodas y convites, es nombrarla y la gente palidece y se echa
a temblar de pura aprensión, hasta el punto de que, hubo un
tiempo, en los noventa, cuando aún el manejo del huevo en
hostelería estaba incontrolado que en Málaga se decía
“Tienes más peligro que una ensaladilla rusa”. Aquí lo
interesante sería intervenir, amen de las toneladas de
alimentos ilícitos, las listas de clientes hacia los que
iban dirigidas las porquerías, porque, el importador no va a
traer mercancías alegremente sin tener luego ni adonde ni a
quien venderla.
Lo cierto es que, a nivel Ministerio de Sanidad han de dar
garantías de que, los establecimientos que están abiertos
cumplen a rajatabla las normas, porque no va a ser cosa de
sentarte delante de unos fideos chinos encomendándote a San
Expedito el santo de las causas urgentes y de las
situaciones de riesgo. Al igual que han publicitado y
televisado las naves y los cargamentos de asquientosidades,
alguien debería emitir un comunicado tranquilizando a la
población en general y a las echamanos de “comida del chino”
en particular. Se debe al pueblo alguna comparecencia
institucional a nivel Ministerio de Sanidad y el anuncio de
algún tipo de protocolo, como cuando las vacas locas. La
población lo merece., pero mientras tanto ¡Líbrenos San
Expedito!
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