Los representantes de todos los Consejos Económicos y
Sociales de España hicieron ayer, en la jornada de clausura
de su Encuentro Nacional Anual, un recorrido por la historia
y la razón de ser de los CES de la mano del magistrado del
Tribunal Constitucional y antiguo presidente del CES
madrileño, Manuel Aragón Reyes.
Aragón hizo además balance de estos años de historia y los
que le quedan por delante a unos CES afianzados en la
sociedad y con un cada vez mayor peso. A juicio del
magistrado del TC, el balance es positivo “sin duda alguna”,
especialmente en la acogida de los dictámenes: “A grosso
modo los dictámenes del CES han tenido trascendencia social
y política y sirven que la oposición critique y la sociedad
tome nota”, ironizó el ex presidente del CES de la Comunidad
de Madrid. El futuro del CES es esperanzador en opinión de
Aragón mientras siga existiendo un estado social aunque,
advierte, será necesario adaptarse. “El estado social es una
consecuencia del estado democrático que viene a
complementarlo y no a sustituirlo”, afirma manuel Aragón,
“además, el estado social goza de buena salud y por tanto el
CES goza de buena salud”.
El CES sigue siendo necesario. “Si no existiera el CES
habría que inventarlo”, sostiene Manuel Aragón quien cree
indispensable la labor de integración social del Consejo y a
la capacidad de diálogo y consenso.
Integración y diálogo social
Además de la emisión de dictámenes e informes sobre a
actividad legislativa de los gobierno y el juicio alos
presupuestos generales, el CES, recuerda Aragón, tiene unas
“funciones latentes”, como las calificó Aragón, de vital
importancia: los estudios a iniciativa propia, “un
laboratorio donde se observan la realidad social desde
puntos de vista contrapuestos”. o lo que es lo mismo,
radiografías de la realidad sobre las que diseñar las
políticas activas.
“La contraposición de puntos de vista de forma dialogada e
institucionalizada enriquece la sociedad”, subrayó Aragón
ante una audiencia formada por los representantes de los
consejos españoles. “Primero, el CES debe funcionar bajo dos
condiciones”, explicó el magistrado del Constitucional, “la
búsqueda del consenso, no quiere decir que se deba abjurar
de ideas sino que los dictámenes consensuados son más
eficaces; y dos, debemos convencer a los gobiernos para
acentuar vuestras competencias y que no se hurten los
preceptivos informes y el CES vaya ganando protagonismo ”.
Estas funciones, que Manuel Aragón propone acentuar son la
actividad consultiva mediante dictámenes (no vinculantes)
sobre los borradores y anteproyectos de ley o sobre los
presupuestos generales (una función de la que carece el CES
del Reino de España, “como les gusta llamarse”, bromeó
Aragón); la emisión de informes de naturaleza facultativa
(por encargo de las administraciones públicas); estudios por
decisión del propio CES y la siempre esperada Memoria Anual,
el balance obligado de la actividad socio política y
económica de un territorio.
El estado de las Autonomías
El CES español, inspirado en el modelo francés, hubo de
adaptarse al nuevo modelo de estado con poderes repartidos,
situación de la que surgieron los consejos autonómicos,
alguno incluso antes del estatal. Y es que parte d e las
políticas sociales y de este modo, la puesta en práctica
normativa y administrativa está en manos de las comunidades
autónomas por lo que los CEs cuentan con más competencias
que el nacional, ”lo que no sólo es positivo sino que es
necesario”, apuntó Aragón.
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