Con motivo del LXXV aniversario del Instituto Hispano
Marroquí, el próximo día 8 en el salón de actos de la
Presidencia del Gobierno, el profesor Manuel Pleguezuelos
impartirá una conferencia para la ocasión.
¿Sobre qué consta tu conferencia visualizada?
Trato de un tema que le va a gustar a todo el mundo, pues es
un anecdotario, que suelen ser bien recibidos.
Ya sabemos lo que vamos a oir, ¿pero cómo empezó todo?
Llegué a este mundo en el patio Don Juan, por lo tanto soy
de rancia familia caballa. Mis antepasados llegaron a Ceuta
hace más de un siglo.
¿Tus estudios en la primaria?
Fui al colegio del Valle, situado en la calle Brull, próximo
al actual campo de fútbol, José Martínez ‘Pirri’. De esa
época colegial aún estamos Simón Chamorro, Eduardo Gallardo
y Rafael Delgado Matres.
Y del colegio del Valle al Instituto, ¿supongo qué fue un
gran cambio?
Si, pero antes estuve un año en la escuela preparatoria del
instituto, para después cursar siete años y su examen de
Estado, la terrible ‘reválida’.
¿Recuerda a sus compañeros?
Si, a muchos de ellos, citaré a Conchita Sánchez de Nogués,
Carmen Meca, entre otras, y de los varones a Luis Martín o
Guillermo Bruzón.
¿Cuándo se vuelve a la docencia?
Volví como profesor del Instituto Hispano Marroquí donde
esté año celebramos su LXXV aniversario y la ciudad Autónoma
nos concede la Medalla de la Ciudad. En el año 1952 ya tenía
colgado el título de la Licenciatura en Ciencias Químicas y
desde esta fecha estuve como interno en el citado instituto.
Luego partí a Córdoba como funcionario.
Como alumno y como profesor, ¿qué siente?
Entras como niño y sales echo un hombre. Terminas un ciclo
de tu vida que te marca mucho. La separación de tu
compañeros, los reencuentros...entonces saboreas lo que tus
profesores han ido sembrando en ti durante años. Hay un
disfrute intenso de estos años.
¿Cómo profesor te sentías sentado en un sillón tras una
mesa?
Como profesor, al estar rodeado de chiquillería, te sientes
siempre joven, Además, algunos de tus antiguos profesores
son ahora tus compañeros, Estás a gusto, haces el trabajo
predilecto, ¿qué más puedes pedir? Más, luego vienen los
cambios, hay otros problemas.
¿Cómo jubilado qué me cuentas?
Ya me estoy echando porque soy un plomo; además siento que
necesito disfrutar más del tiempo lo máximo posible, porque
el tiempo es oro.
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