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OPINIÓN - VIERNES, 5 DE MAYO DE 2006

 
OPINIÓN / PERSONAL Y TRANSFERIBLE

Mi amigo el libro

Por Domingo Ramos


La lectura es siempre necesaria y de ella nos hemos valido para aprender y acrecentar nuestros conocimientos en todos los órdenes tanto si de viajes fantásticos, grandes gestas, amores… como si de conocimientos científicos, literarios, artísticos o profesionales se tratara. Y si no que sería, por ejemplo, de las religiones, de la historia, de los grandes hechos de la humanidad, etc. de no haber existido los testimonios escritos. Y hemos parado de contar porque no hace falta relatar cuan necesaria se hace para la cultura de los pueblos la escritura y por ende su reflejo en los libros. Por eso tenemos que alabar la creación y puesta en funcionamiento de la “Feria del Libro” donde se nos exponen las muestras más recientes del pensamiento de nuestros escritores y, asimismo, las más celebres obras de todas las ciencias y las artes que emplean la palabra escrita como instrumento para su difusión.

Nos acordamos, vagamente aunque lo esencial era resaltar la necesidad del libro, que de pequeño, en un trabajo de redacción que nos había encargado nuestro profesor sobre este tema, un compañero nuestro se llevó el primer premio con un relato en el que se refería a que estando un soldado en el campo de batalla, gran aficionado a la lectura y que, aun en las situaciones mas difíciles, siempre levaba consigo un libro al que llamaba “su amigo”, en un momento de fragor del combate y como consecuencia de un ataque del enemigo notó un fuerte golpe en el pecho, por lo que se dispuso rápidamente a comprobar qué consecuencias tuvo aquel golpe que provenía de la descarga de un arcabuz, comprobando que el libro que allí guardaba había recibido el impacto y le evitó la herida o, quizás, la muerte. Nuestro compañero terminaba su redacción, de esto nos acordamos perfectamente, con la expresión “mi amigo el libro me ha salvado”.

¿Cuántas desventuras, situaciones delicadas, estados de ansiedad o depresivos nos puede evitar la lectura cambiándolos por los ratos de placer y tranquilidad que nos proporciona un libro, aunque sea una vulgar novela de aquellas del Oeste o del F.B.I. que en tiempos de nuestra juventud estaban tan de moda?. –Como diría aquel, “hay que leer siempre, aunque sea la guía de teléfonos”-.

Alegra comprobar, por un lado, que el porcentaje de lectores diarios, según el barómetro encargado por al Federación de Gremios de Editores de España, ha aumentado, habiéndose incrementado asimismo la lectura de periódicos escritos en papel (hay que distinguir de la nueva técnica digital) y creemos que ello se debe, por otro, a la encomiable labor que vienen realizando tanto Ayuntamientos como Editoriales y Libreros con la instalación de la “Feria del Libro”, en la mayoría de los casos de escasa rentabilidad económica pero, en todos, muy necesaria para la difusión y el incremento de la cultura de los pueblos, a través de ese vehículo tan fantástico como es un libro.
 

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