La lectura es siempre necesaria y de ella nos hemos valido
para aprender y acrecentar nuestros conocimientos en todos
los órdenes tanto si de viajes fantásticos, grandes gestas,
amores… como si de conocimientos científicos, literarios,
artísticos o profesionales se tratara. Y si no que sería,
por ejemplo, de las religiones, de la historia, de los
grandes hechos de la humanidad, etc. de no haber existido
los testimonios escritos. Y hemos parado de contar porque no
hace falta relatar cuan necesaria se hace para la cultura de
los pueblos la escritura y por ende su reflejo en los
libros. Por eso tenemos que alabar la creación y puesta en
funcionamiento de la “Feria del Libro” donde se nos exponen
las muestras más recientes del pensamiento de nuestros
escritores y, asimismo, las más celebres obras de todas las
ciencias y las artes que emplean la palabra escrita como
instrumento para su difusión.
Nos acordamos, vagamente aunque lo esencial era resaltar la
necesidad del libro, que de pequeño, en un trabajo de
redacción que nos había encargado nuestro profesor sobre
este tema, un compañero nuestro se llevó el primer premio
con un relato en el que se refería a que estando un soldado
en el campo de batalla, gran aficionado a la lectura y que,
aun en las situaciones mas difíciles, siempre levaba consigo
un libro al que llamaba “su amigo”, en un momento de fragor
del combate y como consecuencia de un ataque del enemigo
notó un fuerte golpe en el pecho, por lo que se dispuso
rápidamente a comprobar qué consecuencias tuvo aquel golpe
que provenía de la descarga de un arcabuz, comprobando que
el libro que allí guardaba había recibido el impacto y le
evitó la herida o, quizás, la muerte. Nuestro compañero
terminaba su redacción, de esto nos acordamos perfectamente,
con la expresión “mi amigo el libro me ha salvado”.
¿Cuántas desventuras, situaciones delicadas, estados de
ansiedad o depresivos nos puede evitar la lectura
cambiándolos por los ratos de placer y tranquilidad que nos
proporciona un libro, aunque sea una vulgar novela de
aquellas del Oeste o del F.B.I. que en tiempos de nuestra
juventud estaban tan de moda?. –Como diría aquel, “hay que
leer siempre, aunque sea la guía de teléfonos”-.
Alegra comprobar, por un lado, que el porcentaje de lectores
diarios, según el barómetro encargado por al Federación de
Gremios de Editores de España, ha aumentado, habiéndose
incrementado asimismo la lectura de periódicos escritos en
papel (hay que distinguir de la nueva técnica digital) y
creemos que ello se debe, por otro, a la encomiable labor
que vienen realizando tanto Ayuntamientos como Editoriales y
Libreros con la instalación de la “Feria del Libro”, en la
mayoría de los casos de escasa rentabilidad económica pero,
en todos, muy necesaria para la difusión y el incremento de
la cultura de los pueblos, a través de ese vehículo tan
fantástico como es un libro.
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