Nunca toco un tema del que soy un
ignorante para evitar, con ello, hacer el mismo ridículo que
hacen y seguirán haciendo todos esos ineptos que juegan a
ser políticos sin tener ni p... idea de lo que es la
política y el ser político. La política y el ser político
les puedo asegurar, a todos estos inútiles, no se aprenden
por ese librito que dice “Aprenda política en diez días”. La
política y el ser político es algo mucho más importante.
Por eso cuando se toca el tema de la inmigración creo, con
toda sinceridad, que me toca el turno de decir algo sobre un
tema que lo he vivido, como diría la sabia de mí abuela, in
mis propias carnes.
Me causan gracia, admiración y hasta algo de asombro, cuando
escucho hablar de la inmigración sin haberla padecido. Me
cuesta un trabajo enorme entender, la facilidad con la que
hablan de ella y los conocimientos que aportan sobre la
misma, sin tener ni remota idea de lo que están diciendo.
Nadie, absolutamente nadie, que no haya sido emigrante puede
aportar, por mucho que haya leído o le hayan contado, datos
sobre la misma porque estarán adulterados y esa adulteración
le llevará muy lejos de la realidad, para convertirse en un
cuento de propaganda barata.
Siempre que sale el tema de la inmigración, para defenderla
y hacernosla entender, no sé las razones qué se tengan para
ello, alguien dice “Los españoles no debemos olvidar nuestra
propia memoria porque fuimos emigrantes”. Esa frase debe
ser, sin duda alguna, la pocima mágica con la que se debe
hacer la luz en el cerebro de los españoles.
Las comparaciones siempre han sido odiosas y comparar a los
españoles que tuvimos que emigrar con la inmigración que nos
llega, es tratar de comparar el día con la noche. No hay
comparación posible, por mucho que, a falta de algo mejor y
más justificativo, se recurra a la manida frase de :”los
españoles...porque fuimos emigrantes”. Me explico.
Los españoles que emigramos de España, buscando un mundo
mejor para nosotros y nuestros hijos, llevábamos todos los
papeles en regla, incluido un certificado médico y un
contrato de trabajo. O sea todo dentro de la más absoluta
legalidad. Si, usted, por un suponer, llegaba a cualquier
ciudad francesa a trabajar y sus papeles no estában en
regla, tal y como la ley francesa especifica, le ponían de
patitas en la frontera con España
Es más, Cáritas Diocesana, pagó mucho viajes a aquellos
españoles que se fueron a Australia, con todos los papeles
en regla.
Con los papeles en regla, incluido ese certificado médico y
el imprescindible contrato de trabajo, además de dedicarnos
a realizar la labor para la que fuimos contratados, jamás se
nos ocurrió, por lo que claramente nos podía pasar, ponernos
de patitas en la frontera, no acatar la legislación
francesa.
Son muchos los miles de españoles que echaron raíces en los
países a los que fueron a trabajar, y la segunda generación
tienen, en la mayoría de los casos, la nacionalidad del país
que acogió a sus padres, emigrantes españoles.
Así fue a grandes rasgos la emigración españoles, con
papeles en regla, contrato de trabajo y no llegando en
pateras de forma ilegal y sin ese imprescindible contrato de
trabajo.
Los españoles que emigramos fuimos considerados los mejores
trabajadores extranjeros que habían llegado a ese país y,
por supuesto, ninguno de nuestros hijos formaron pandillas
de asesinos juveniles, Ñetas o Kings.
Y sus padres, se dejaron el alma trabajando para buscar un
mundo mejor para ellos, sin formar pandillas de asesinos, ni
asaltantes de bancos, ni asesinos a sueldos, ni asaltantes
de chaléts, ni ninguna de esas faunas de cloacas que nos han
llegado a España.
Soy de los que apoyan, a todo esos inmigrantes que vienen a
trabajar, pero a trabajar, para ganar dinero suficiente y
poderse traer a sus esposas e hijos para darles una vida
mejor, en ese sueño dorado que para ellos es España.
Soy de los convencidos y defensor a utranza de que, todos
esos trabajadores, deben contar con los mismos derechos que
cuentan los trabajadores españoles
Pero también, soy de los convencidos que a igual que hicimos
nosotros deberán venir de sus países con los papeles en
regla, el certificado médico y el imprescindible contrato de
trabajo para, de esa forma, no poder ser engañados por todos
esos aprovechados que, como las meigas, haberlos haylos.
Estamos recibiendo de los países del este y de Sudamérica
una gran cantidad de escoria que le están haciendo un flaco
favor a todos aquellos compatriotas suyos que, de verdad,
vinieron a trabajar y tratar de mejorar sus vida y la de los
suyos. Estos últimos, los trabajadores de verdad, merecen
todo el respeto y el apoyo que se les pueda prestar. Los
primeros, esa lacra delictiva, están sobrando en España.
Acabar, con ella, enviándolos de vuelta a sus casas, debe
ser prioritario por el bien de la seguridad ciudadana.
Y por favor, por respeto a los que emigramos, no hagan más
comparaciones.
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