En los últimos años, la sociedad española ha pasado de ser
homogénea a multicultural y en la actualidad son más de
cuatro millones los inmigrantes que forman parte de la
población española que asciende ya a 44 millones. Partiendo
de esta premisa, la profesora de la facultad de Derecho de
la UNED, Ana María Marcos del Cano, expuso ayer su parecer
en torno al papel que debe jugar el Estado para afrontar la
nueva situación migratoria que afecta a nuestro país.
“Por medio del diálogo y de una gestión de la
multiculturalidad y de los derechos de las minorías se puede
integrar todo lo que es la diversidad que viene con la
inmigración y que se puede respetar teniendo siempre como
base los Derechos Humanos”.
Para Marcos, uno de los principales aspectos a tener en
cuenta es la necesidad de concienciar a las personas para
que empiecen a cambiar su mentalidad porque “esto es
imparable” y advierte: “o acogemos y abrimos nuestra mente a
esta nueva situación o no nos vamos a entender dentro de dos
días”.
La cuestión, según ella, no es quién se adapta a quién
porque “se trata de un proceso de retroalimentación en el
que nos tenemos que adaptar todos”. La inmigración obliga a
todos a adaptarse porque, en unos años, “aquí va a haber una
cultura nueva y diferente a la que hemos tenido”.
Marcos establece una diferencia entre la inmigración de los
años 60 y la actual: “antes, el concepto era irse para ganar
dinero y volver, ahora uno se va y viene a permanecer aquí
porque las condiciones de vida en su país de origen son
nefastas”. Antes era todo más sencillo porque el emigrante
se iba con todo arreglado desde su país de origen pero ahora
el flujo migratorio es tan fuerte “que es impensable que
suceda lo mismo”. Sin embargo, asegura, “la cualificación
profesional hace el proceso de adaptación a esta nueva vida
mucho más sencillo”.
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