Me despierta la lluvia
golpeando los cristales de la ventana de mi dormitorio. Es
lunes. Me pierdo mi paseo a prima mañana. ¡Uf!... Y además
todavía me dura la resaca de haber visto a un Madrid
chapucero, cuyo entrenador, remedando al Gary Cooper de Solo
ante el peligro, cometió un error de principiante, durante
los 94 minutos que duró el partido frente al Betis. Al error
Guti le sacó rentabilidad Serra Ferrer por medio de una
acción que es de primera enseñanza futbolística. De ella
hablaré otro día. Será, sin duda, con el metijón: pues a
éste seguro que no se le olvida preguntarme al respecto.
Juan Vivas es madridista, muy madridista; por tal motivo
debe haberse levantado como yo: con cara de pocos amigos.
Aunque Carlos Orúe le haya dado una alegría con la que
presentarse en el pleno dispuesto a soportar la expresión de
felicidad de un Mohamed Alí que se bebe los vientos por el
Barcelona. No me extraña que ambos se miren con recelo y
hayan empezado a odiarse fraternalmente.
Antes de empezar a escribir, en esta mañana de un lunes
cargado de tópicos negativos de toda la vida, leo que el
presidente de la UDCE llegará al pleno con una iniciativa en
la que defiende que se reglamente el concurso de
agrupaciones para evitar que se vuelvan a cantar letras con
proclamas racistas. Y, claro, Mohamed Alí se va a encontrar
con el no firme de un Vivas que hará una declaración
institucional a favor de la convivencia, aunque sin decir ni
pío del efecto causado por el decir de ‘Los polluelos’. Eso
sí, el presidente aprovechará su tiempo para insistir sobre
lo que él sigue considerando una funesta idea alentada por
Alí, a fin de confundir a la opinión pública: la
manifestación que se celebró en su día.
Los populares, por la información que tengo encima de la
mesa, temiendo que el debate salga crispado y haya prevista
una claque para amenizar las intervenciones de Mohamed Alí,
parece que han pedido al partido que envíe a militantes para
que compitan en el gallinero con los forofos rivales. Lo
cual dará al espectáculo un color especial.
Por lo tanto, teniendo ya una idea de como estará el patio y
de qué manera preparado el escenario, lo primero que se me
ocurre es invocar a mi santo preferido al objeto de que yo
no tenga que leer mañana, hoy para ustedes, que la sala de
plenos parecía La casa de tócame Roque. Sainete que haría
las delicias de muchos y, sobre todo, de los enemigos de
Ceuta.
Ante semejante probabilidad, nada agradable, se mire por
donde se mire, lo primero que deberían hacer los políticos
es sentarse en sus escaños sin el menor asomo de irritación.
Sabiendo de antemano que no hay nada más sensible al
contacto de las pasiones que las ideas. Porque, como decía
el poeta, sólo con las pasiones en reposo y los nervios en
distensión toma la palabra su verdadero valor y los insultos
y los gritos destemplados permanecen en su lugar descanso.
Pero me da a mí en las pituitarias que ambas partes, o sea,
PP y la UDCE, con el PSOE metiendo baza, no están por la
labor de entenderse porque a sus líderes les pide el cuerpo
gresca. Ya decía Nicolás Fernández Cucurull, días pasados,
que se viven momentos enrevesados.
Pues bien, a pesar de que la situación no invita a pensar
que el debate plenario transcurra por cauces normales, uno
sigue confiando en el buen talante de Vivas y en la
preparación de Mohamed Alí. De lo contrario, si ambos se
dejan llevar por el estado emocional que les insuflen sus
partidarios, mucho me temo que la información parlamentaria
que yo leeré mañana -repito: hoy para ustedes-, será más
bien la que le correspondería a una obra representada en el
Corral de la Pacheca. Y sería algo triste y peligroso.
|