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OPINIÓN - LUNES 20 DE MARZO DE 2006

 
OPINIÓN

Opinión y plastilina

Por NURIA VAN DER BERGHE


La que suscribe, es decir, yo, acostumbra a leer diariamente varios periódicos y detesta a quienes hablan de sí mismos en tercera persona por considerarlo pedante, aunque le repatéa aún más el plural mayestático, que es decir “nosotros” cuando el que habla es un solo fulano ¿Qué eso es muy decimonónico? Si y está más pasado que la yenka y el gotelé, las dos cosas a la par. En una palabra, que me desayuno con la prensa y me gusta comparar editoriales y empaparme con lo noticiable, eso si, en distintas versiones, según le de el viento al palmero de turno.

En cada diario puede preverse lo que se va a encontrar, aunque, hay veces, que un único medio de comunicación, fluctúa según los factores externos, se adapta, se amolda y donde ayer dijo digo hoy dice Diego, basta con que le den un apretoncillo y se recicla , no en residuos, sino en pura plastilina, aunque la plastilina puede también ser residuo, aunque no residuo tóxico por más que no sea biodegradable.

El plástico y la plastilina tienen muy mala condición, no son materiales de fiar, por mucho que no lleguen a la categoría de asquerosidad de los residuos de los hospitales. Por cierto ¿Qué se hace con los cientos de kilos de sanguinolientos, purulentos e infectos residuos que genera a diario el hospital de Ceuta? ¿Los incineran en su totalidad? No me fío. En algunos lugares de esta piel de toro que tiene como astas o como cojones las ciudades españolas de Ceuta y Melilla, los residuos hospitalarios acaban en parte contaminando los vertederos.

Aunque prefiero un tipo de periódico diario que sea un residuo tóxico, coherente con su toxicidad, que a uno de plastilina que cambie de opinión como una veleta ante los vientos del Estrecho.

El director/a, que no los plumillas que suelen ser víctimas inocentes del sistema, hoy ataca a fulano, crucifica a mengano y la arma una ordalía a perengano. Hasta que los atacados llegan como fieras a la redacción, revolican las alturas, lían la de Dios es Cristo, aprietan y achuchan un poco y al día siguiente la opinión ha variado y a los damnificados levantiscos de la jornada de antes, de los que se han dicho pestes, les cubren de oro, incienso y mirra, como si fueran Mesías de andar por casa en lugar de enrabietados perjudicados.

No se trata del derecho a la rectificación ni a poner demandas en plan famoseo, porque ya se sabe que, la última moda peninsular es que la fauna del corazón y desechos residuales de dicha fauna, colapsen los juzgados demandándose para luego irse a un plató cobrando a contar sus miserias y pelarse en directo hasta el punto de que, en los contratos, hay cláusulas que incrementan la cantidad pactada caso de haber trifulcas sanguinarias con insultos y amenazas.

Todo muy idílico. Idílicas páginas seis y siete de un periódico local hablando de unos tipos a los que, horas antes, habían dirigido fulminaciones, un apretoncillo, un buen pellizco en el ombligo y, no es que se rectifique, es que el director/a del periódico corre el riesgo de volverse diabéticos de pura melosidad y parabienes. ¿Qué dicen ustedes? ¿Qué ese tipo de periódicos de plastilina no son fiables porque no mantienen una línea ni un criterio sino que resultan imprevisibles? Pues ahí está lo cómico, en que ya te lo esperas, si hoy atacan mañana acatan y tampoco son “exactamente” un medio como ese que en Andalucía llamamos “El Guachinton Póst”, si acaso el “Guarrindongo Post” porque, al ser de plastilina, sus residuos no se degradan y resultan “muy” contaminantes
 

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