La que suscribe, es decir, yo, acostumbra a leer diariamente
varios periódicos y detesta a quienes hablan de sí mismos en
tercera persona por considerarlo pedante, aunque le repatéa
aún más el plural mayestático, que es decir “nosotros”
cuando el que habla es un solo fulano ¿Qué eso es muy
decimonónico? Si y está más pasado que la yenka y el gotelé,
las dos cosas a la par. En una palabra, que me desayuno con
la prensa y me gusta comparar editoriales y empaparme con lo
noticiable, eso si, en distintas versiones, según le de el
viento al palmero de turno.
En cada diario puede preverse lo que se va a encontrar,
aunque, hay veces, que un único medio de comunicación,
fluctúa según los factores externos, se adapta, se amolda y
donde ayer dijo digo hoy dice Diego, basta con que le den un
apretoncillo y se recicla , no en residuos, sino en pura
plastilina, aunque la plastilina puede también ser residuo,
aunque no residuo tóxico por más que no sea biodegradable.
El plástico y la plastilina tienen muy mala condición, no
son materiales de fiar, por mucho que no lleguen a la
categoría de asquerosidad de los residuos de los hospitales.
Por cierto ¿Qué se hace con los cientos de kilos de
sanguinolientos, purulentos e infectos residuos que genera a
diario el hospital de Ceuta? ¿Los incineran en su totalidad?
No me fío. En algunos lugares de esta piel de toro que tiene
como astas o como cojones las ciudades españolas de Ceuta y
Melilla, los residuos hospitalarios acaban en parte
contaminando los vertederos.
Aunque prefiero un tipo de periódico diario que sea un
residuo tóxico, coherente con su toxicidad, que a uno de
plastilina que cambie de opinión como una veleta ante los
vientos del Estrecho.
El director/a, que no los plumillas que suelen ser víctimas
inocentes del sistema, hoy ataca a fulano, crucifica a
mengano y la arma una ordalía a perengano. Hasta que los
atacados llegan como fieras a la redacción, revolican las
alturas, lían la de Dios es Cristo, aprietan y achuchan un
poco y al día siguiente la opinión ha variado y a los
damnificados levantiscos de la jornada de antes, de los que
se han dicho pestes, les cubren de oro, incienso y mirra,
como si fueran Mesías de andar por casa en lugar de
enrabietados perjudicados.
No se trata del derecho a la rectificación ni a poner
demandas en plan famoseo, porque ya se sabe que, la última
moda peninsular es que la fauna del corazón y desechos
residuales de dicha fauna, colapsen los juzgados
demandándose para luego irse a un plató cobrando a contar
sus miserias y pelarse en directo hasta el punto de que, en
los contratos, hay cláusulas que incrementan la cantidad
pactada caso de haber trifulcas sanguinarias con insultos y
amenazas.
Todo muy idílico. Idílicas páginas seis y siete de un
periódico local hablando de unos tipos a los que, horas
antes, habían dirigido fulminaciones, un apretoncillo, un
buen pellizco en el ombligo y, no es que se rectifique, es
que el director/a del periódico corre el riesgo de volverse
diabéticos de pura melosidad y parabienes. ¿Qué dicen
ustedes? ¿Qué ese tipo de periódicos de plastilina no son
fiables porque no mantienen una línea ni un criterio sino
que resultan imprevisibles? Pues ahí está lo cómico, en que
ya te lo esperas, si hoy atacan mañana acatan y tampoco son
“exactamente” un medio como ese que en Andalucía llamamos
“El Guachinton Póst”, si acaso el “Guarrindongo Post”
porque, al ser de plastilina, sus residuos no se degradan y
resultan “muy” contaminantes
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