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OPINIÓN - SÁBADO 18 DE MARZO DE 2006

 
OPINIÓN

Una matización necesaria

Por Nicolás Fernández Cucurrull


En el diario “El Pueblo de Ceuta” del viernes 17 de marzo, su columnista D. Manuel de la Torre pone en mi boca un comentario que, en las delicadas y enrevesadas circunstancias que atraviesa nuestra ciudad, creo que debe ser objeto de alguna matización por mi parte, ya que de lo contrario podría dar lugar a interpretaciones erróneas y/o interesadas.

En primer lugar, lo que yo le comenté al Sr. de la Torre fuera de micrófono, en una entrevista que me hizo ya hace más de un año, es que el Sr. Mohamed Alí me parecía un buen parlamentario, que no es exactamente lo mismo que un buen político, pues se puede ser buen parlamentario sin ser buen político y viceversa. Para que todo el mundo me entienda, a mí, por ejemplo, el Sr. Rubalcaba me parece un magnífico parlamentario, pero también uno de los políticos más siniestros de la historia de España.

Que en la política hace falta una voluntad de entendimiento en las cuestiones esenciales, en las que constituyen las “reglas del juego” aplicables a todos, superando barreras ideológicas, es algo que comparto plenamente con el análisis del Sr. de la Torre, pero para que eso sea posible es necesario que no se trate de sacar rentabilidad política, por parte de nadie, en aquellas ocasiones en que se produzcan incidentes que pongan en peligro la convivencia ciudadana. Y eso es lo que, desgraciadamente, han tratado de hacer tanto la UDCE como el PSOE en el asunto de la tristemente célebre coplilla de marras.

Para que no haya lugar a dudas, he de decir que las opiniones racistas y genocidas contenidas en la letrilla me producen tanta indignación y repulsa como al Sr. Mohamed Alí, y tanta como al Gobierno de la Ciudad, a pesar de que las reiteradas manifestaciones en dicho sentido no hayan querido ser escuchadas por la UDCE, ciega y sorda a todo lo que no fuera sacar rédito político de la polémica. Y es que es evidente, y por tanto no necesita de explicación, que la opinión manifestada por los componentes de la chirigota no puede ser extendida a todo un colectivo, como el cristiano, de la misma manera que no es posible que las pintadas amenazantes aparecidas en algunas barriadas pueden expresar el sentimiento de todo el colectivo musulmán.

He manifestado y reiterado hasta la saciedad, a todo aquel que ha querido escucharme, que en Ceuta es imprescindible que la participación en política se articule en base a razones de adscripción ideológica, y no de pertenencia a grupos étnicos o religiosos. Para eso es necesario el trabajo, la visión de futuro y la generosidad de todas las fuerzas políticas, pero es asimismo requisito “sine qua non” que por parte de los musulmanes se abandone la estrategia del victimismo. Aún con todas las imperfecciones que se quiera, vivimos, afortunadamente, en una sociedad libre, en la que el desarrollo de cada persona depende de su propia capacidad de esfuerzo y sacrificio, y en la que las instancias públicas ponen los medios para garantizar el principio de igualdad de oportunidades para todos, sin distinción.

Magnificar las opiniones de sectores minoritarios y radicalizados, y estrujarlas hasta el límite para tratar de manipular las emociones de determinados colectivos, con el objetivo final de sacar tajada electoral, no me parece una actitud digna de un buen político. Aunque sea un buen parlamentario. Decía Churchill que la diferencia entre los políticos y los estadistas es que, mientras los primeros sólo piensan en las próximas elecciones, los segundos piensan en la próxima generación. Apliquémonos, todos, dicha máxima.
 

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