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OPINIÓN - SÁBADO 18 DE MARZO DE 2006

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

¡Ay mi mochila, no se la come el gallo ni la gallina,que es para mi barriga!.

Y así una y otra vez, cantando semejante canción, los chavales íbamos con nuestras mochilas a cuestas a comernosla en el campo.

Recuerdo que en mi mochila había castañas, nueces, una graná y el imprescindible membrilo que, por cierto, te hacía cada nudo que te costaba un potosí poder tragar.

Pero, en aquella edad, se tragaba uno lo que le echasen dentro de la mochila.Se pasaba más hambre que un caracol en un espejo y la mochila era como un maná que nos llegaba por la fecha de todos los santos.

Cualquiera era el guapo que pasadas esas fechas,se podía comer un graná o un membrillo con el “nudo” incluido. En esas fechas, quitando a los niños de papás esos que iban a los colegios de pago y no llevaban alpargatas, lo más sabroso que se comía era un trozo de pan con un boquete al cual se le echaba un poco de aceite. Este trozo de pan con boquete incluido, se le conocía popularmente como el “joyo”. ¡Ni hambre que nos ha quitado el “joyo”! ¡Viva el “joyo” y la mare que lo parió!.

Sin embargo, en estos momentos, hay una mochila importante, que tiene “castaña” la cosa y que hay quienes no se “tragan” ciertas cosas de la mochila. Vamos que les cuesta más “tragarselas” que nos costaba a nosotros tragarnos el “nudo” del membrillo.

Quedámos a la espera de saber en qué queda el asunto de la tan traída y llevada mochila que en nada se parece, por lo visto, a la que nosotros teníamos cuando éramos pequeños y cantábamos la mencionada canción.

Estaba pensando en el asunto de la mochila, que veremos cómo acaba, cuando me entero de que alguien pide que sea la Ciudad la que pague los destrozos ocasionados por los menores incontrolados. O sea, para entendernos, que el asunto se pague con el dinero de todos los ceutíes.

Oiga, amigo guardia, que la cosa dicha así, de cara a la galería, queda como muy mono. Pero teniendo en cuenta mi situación económica y la de miles de ceutíes que estamos más secos que un volao en tiempo de poniente, a ver cómo nos la arreglamos para poder aportar algo de nuestros escuálidos bolsillos, para sufragar unos gastos en los que, por mi santa y la santa de todas las santas, nada hemos tenido que ver.

Nada, no tengo más remedio que acudir a mi banco amigo, y solicitar un préstamo para aportar la cantidad que me corresponda, de algo en lo que no he tenido, a igual que muchos miles de ceutíes, ni arte ni parte.

Ademas,que en mi persona se da un agravio comparativo-. Recuerdo que siendo pequeño, tampoco es que haya crecido mucho, o sea un poca más alto que por aquellas fechas, rompí un cristal de una vecina jugando a la pelota que tuvo que pagar mi padre.

Y a nadie se le ocurrió, en aquellos momentos, decir que eso lo tenía que pagar el Ayuntamiento de la Ciudad. Usease pagar el cristal con el dinero de todos los ceutíes.

Comprendo que aquella era otra época y no había personal tan caritativo en el Ayuntamiento que realizace semejante propuesta. ¡Ditan sean las cazuelas de papas!

Lo tengo que reconocer, aunque me duela hacerlo, en aquella época no había tanto talento ni tanta inteligencia para solucionar los asuntos. Nuestros representantes, de aquellas fechas, aunque se molesten y les pido perdón por ello, estaban mucho menos preparados que los de ahora y, además, eran una jartá de menos caritativos. Aunque según decía la sabia de mí abuela, “la caridad bien entendida empieza por uno mismo”.

Acogiéndome a esa frase, voy a proponer que, en vez de pagar del bolsillo de todos los ceutíes el asunto, los que han hecho tan maravillosa y genial propuesta, se rasquen sus bolsillo y sean ellos los que paguen la cosa, por cuya actuación, los tiesos como servidor, les quedaríamos eternamente agradecidos e incluso le propondríamos para hacerles un homenaje por bondadosos y caritativos. ¡Ele tanto arte y tanta caridad juntas que no se puen aguantá!.

El asunto ha llegado a emocionarme tanto, que no he tenido más remedio que correr hacia donde tengo los tarros de las emociones fuertes y derramar par de lágrimas. ¡Dios que fuerte, tanta emoción!.

Después de derramar el par de lágrimas me retiro a un rincón de mi salita de estar y me dedico a leer la vida de los grandes santos que ha dado la Humanidad.

Cierro la puerta a cal y canto,. No estoy para nadie, sólo quiero estar con mi propia soledad, para tratar de comprender cómo pueden existir mentes tan privilegiadas y con tanto derroche de caridad.

Si es posible, rogaría a tan maravillosas y caritativas personas, promuevan una petición de ayuda a este prójimo para que, con el dinero de todos los ceutíes, me pueda comprar mi soñado chalet en la costa, dejando algo de dinero en el banco, lo suficiente para vivir sin problemas el resto de mis días.

A cambio, prometo rezar, cada día, durante seis segundos, por todos esos buenos.
 

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