El Observatorio de las Telecomunicaciones de Red.es, empresa
dependiente del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio,
ha hecho público un estudio sobre el uso de la telefonía
móvil en los hogares. Según estos datos, el 39,8% de los
individuos mayores de 15 años declara utilizar el móvil a
diario lo que ha hecho que el gasto medio por hogar se sitúe
ahora en los 37,7 euros. En lo que se refiere a los
terminales, el 34,4% de los móviles dispone de cámara de
fotos y un 51,1% de la posibilidad de enviar MMS.
Es, precisamente, sobre este último aspecto sobre el que hay
que hacer un especial hincapié para analizar una de las
últimas tendencias en agresiones juveniles: la grabación de
éstas en los teléfonos móviles y su posterior distribución
entre el grupo de amigos.
En Ceuta ya se han dado algunos casos de agresiones entre
compañeros de instituto y de violencia contra inmigrantes
que han sido ‘inmortalizados’ y distribuidos a través de los
terminales móviles. Una situación que causa una gran
preocupación en el seno de la FAPA (Federación de
Asociaciones de Padres de Alumnos) de Ceuta: “estamos ante
un asunto muy grave para el que se debe encontrar una
solución a corto o medio plazo”, señala su presidente,
Francisco Cuesta, y que para el Fiscal de Menores, José Luis
Puerta, “es una moda, una forma de divulgar la misma
violencia que se ha venido produciendo siempre entre los
jóvenes”.
En torno a este punto, Francisco Cuesta advierte que antes
había agresiones y ‘gracias’ pero el número de éstas se está
incrementando y se están volviendo más violentas: “con la
difusión de las imágenes en el círculo de amigos buscan una
relevancia que no buscaban antiguamente”.
La reforma de la Ley del Menor pretende, precisamente, dar
respuesta a estos nuevos fenómenos y recoge algunas
sugerencias de las Comunidades Autónomas como que, en los
casos de acoso escolar, haya un alejamiento del agresor no
sólo de la víctima sino también del centro educativo al que
asiste ésta. Mientras ésta entra en vigor y comienzan a
notarse sus efectos aún pasará un tiempo durante el cual:
padres, alumnos y profesorado seguirán indefensos.
“Creo que los centros escolares no tienen la culpa”, tanto
estos como institución como el profesorado “no pueden hacer
más de lo que hacen”, asegura Cuesta para quién el cuerpo
docente cumple a la perfección con su obligación: “impartir
una serie de valores y objetivos en la vida es algo muy
importante que debe cumplirse dentro de la familia”. Para el
presidente de la FAPA, la culpa de esta violencia no suele
ser de las familias, sino de la influencia que la televisión
ejerce sobre los jóvenes y, sobre todo, de los amigos.
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“No debemos perder de vista a los jóvenes”
Para Francisco Cuesta, gran
parte del problema está en que los padres no se preocupan
por lo que hacen sus hijos ni por las compañías que
frecuentan: “no debemos limitarnos a estar tranquilos porque
cumplen con los horarios que les imponemos”. Por este
motivo, la FAPA tiene previsto tratar el tema de la
violencia difundida a través de las nuevas tecnologías en la
edición de la escuela para padres de este año: “intentaremos
hacer ver a los padres que el origen de estas actitudes está
en la familia y en la dejación de funciones que hacemos
respecto a los niños”.
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