eira Virginia Brito nació hace 30 años en la isla de Gran
Canaria. Nunca tuvo vocación militar pero hace cuatro años y
medio, después de ver un anuncio en la televisión, decidió
cambiar su trabajo como camarera por una locura: probar cómo
era la vida en el Ejército “sin saber si me gustaba o no”,
asegura.
Comenzó con los ‘paracas’ en Madrid, pero antes de jurar
bandera, decidió regresar a Gran Canaria y unirse al
Regimiento Canarias 50 de Infantería Ligera: “en aquellos
primeros tres meses en Madrid me gustó el compañerismo, la
gimnasia y la disciplina de la vida militar y decidí
quedarme”, recuerda esta joven cabo que ahora pertenece a la
V Bandera ‘Gonzalo de Córdoba’ del Tercio Duque de Alba, 2º
de La Legión.
Tras los primeros minutos de charla con ella, uno se da
cuenta de que lo que dice lo dice tal como lo siente, con un
entusiasmo que haría que muchos decidieran alistarse en el
Ejército de inmediato porque como ella dice, “cuando uno
hace las cosas que le gustan, no importan los sacrificios
que haya que hacer”. Precisamente uno de los que ella llevó
a cabo fue el de venirse a Ceuta, en este caso no por
elección de destino sino por algo mucho más fuerte: el amor.
En el transcurso de los cuatro años y medio que lleva en el
Ejército conoció al que hoy es su marido, un suboficial de
La Legión destinado en la Ciudad Autónoma, y un año y medio
después de que éste viniera a Ceuta, ella hizo el petate y
eligió el mismo destino.
Contrario a lo que se pueda pensar, la cabo Brito asegura
que es más difícil llevar una vida militar cuando tu pareja
también lo es porque “yo soy cabo y él es un suboficial y
vemos las cosas de diferente manera así que en casa tenemos
prohibido hablar de trabajo”, explica entre risas. Pero no
todo son desventajas: “indudablemente, él es el primero que
me da más motivación para esforzarme, para superarme cada
día en mi trabajo, pero también es el primero que me regaña
si hago algo mal”.
Mujer y Ejército
Es una de las pocas mujeres que hay en el acuartelamiento de
‘Recarga’ pero, a pesar de ello, advierte que el caso de
Ceuta es singular y que en las filas del Ejército español ya
hay muchas mujeres: “éste no es un destino por el que las
chicas se sientan atraídas pero en sitios como Ronda o Gran
Canaria hay muchas más mujeres en las unidades”.
La cabo Brito reconoce que la vida militar es dura aunque
“en esta empresa, si trabajas no tienes problemas de nada”.
Asegura que no hay diferencias entre hombres y mujeres en el
día a día del acuartelamiento “aunque yo tampoco dejo que
las haya, no me gusta dejar que mis compañeros hagan mi
trabajo”.
“¿Qué es duro? Sí, claro que es duro, pero es una cosa que
se puede llevar si te gusta tu trabajo” y a Neira Virginia
Brito, sin duda le gusta. No hay más que verla hablar de su
“empresa”, ella es un claro ejemplo de que la mujer no sólo
puede formar parte del Ejército “a pesar de que,
físicamente, por naturaleza, estamos menos dotadas que los
hombres” sino que, además, puede conciliar perfectamente su
vocación profesional con una vida privada: “mi marido
también es legionario y tengo un hijo de nueve años, somos
una familia normal aunque es verdad que ser militar es una
forma de vida”.
Aparte de su pasión por la vida militar y de haber llegado a
Ceuta por amor, “porque si no nunca hubiera elegido este
destino”, la cabo Brito es una mujer orgullosa de sí misma y
con un gran afán de superación: “todo lo que soy me lo he
ganado por mí misma, no porque mi marido sea legionario, en
esta vida hay que trabajar mucho y duro y si lo haces,
consigues lo que quieres”.
No quiere quedarse estancada sino ir superándose poco a poco
y en cuanto pasen los dos años que tiene que estar como cabo
“me presentaré a cabo 1ª y luego, seguiré estudiando para
meterme en la academia de suboficiales”, explica con
entusiasmo.
Uno de los aspectos que más destaca de la vida militar es el
estímulo que el Ejército ejerce sobre todos aquellos que lo
componen: “ésta es una vida para el que quiera sacrificarse,
el que quiera prosperar, porque éste es uno de los pocos
trabajos donde no es que puedas si no que te obligan a
ascender”.
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Ilusión y capacidad de sacrificio, claves
La principal conclusión que uno
extrae tras la charla con la cabo Brito de La Legión es que
la vida militar exige muchos sacrificios que, para quienes
tienen verdadera vocación, se llevan con alegría y
satisfacción.
Ella lo dice bien claro: “en el Ejército los únicos que no
tienen cabida son aquellos que no son competentes ni tienen
afán de superación, los demás, sean hombres o mujeres,
tienen siempre las puertas abiertas, yo misma lo he
comprobado”. Los que no tienen intención de mejorar y
prosperar pronto son descartados: “el Ejército es una
empresa que anima a sus empleados a mejorar constantemente,
ascender es una obligación”.
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