“La Viceconsejería de Festejos de la Ciudad Autónoma de
Ceuta, de acuerdo con el jurado del concurso de agrupaciones
carnavalescas, ha tomado la decisión de dejar en suspenso,
de manera cautelar, la concesión de los premios a la
chirigota vencedora de esta modalidad en el citado concurso,
hasta tanto los Tribunales de Justicia resuelvan las
acciones judiciales emprendidas.
El Gobierno considera que la decisión adoptada es prudente y
responsable, contribuyendo, igualmente, a preservar la buena
imagen de Ceuta”, este es el texto íntegro de la nota de
prensa enviada desde el Gabinete de Comunicación y Análisis
del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Ceuta después de la
reunión que se ha mantenido en la jornada de ayer entre
representantes del Ejecutivo del área de Festejos y los
miembros del jurado que participaron en la toma de decisión
tras el concurso de agrupaciones carnavalescas.
La chirigota “Los polluelos con pelos en los güevos”
deberán, así, esperar a lo que los Tribunales de Justicia
determinen acerca de si sus letras pueden considerarse o no
racistas, una vez que el líder de la UDCE, Mohamed Alí haya
interpuesto la querella anunciada. Texto de denuncia que ya
ha podido tener entrada en el Decanato y dado traslado al
juzgado de primera instancia e instrucción número dos de los
de la ciudad.
La medida adoptada por el Gobierno de la Ciudad se basa en
la prudencia, en función de las acusaciones recientes sobre
xenofobia en el mundillo del carnaval.
Decisión
La decisión, según fuentes de la Ciudad, es absolutamente
lícita en tanto se prefiere, ya que el hecho tratado va a
ser judicializado, que la actuación quede en suspenso
cautelar hasta tanto el juez pueda decidir si es correcta o
no la actuación del jurado de agrupaciones.
Los propios miembros del jurado han entendido que su fallo
pudiera ser considerado por el ente judicial de manera
distinta a como en un principio los entendidos del carnaval
habían opinado.
Los miembros de este jurado habían entendido que la
musicalidad, el ritmo, los engarces, la presentación, el
tipo habían sido superiores a los del resto de agrupaciones
que, en modalidad de chirigotas, se habían presentado a la
final del Siete Colinas. Distinto es que las letras hayan
podido ser interpretadas de un modo razonablemente distinto
y se quiera que sea el ente judicial el que determine lo
interpretado como argumentos de corte xenófobo, lo que ha
provocado algún que otro movimiento de filas en varios
partidos políticos.
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Y la marcha... ¿debería esperar también?
Aún cuando el slogan por el que se
convoca una marcha -que por cierto no se conoce todavía si
está permitida desde Delegación-, pudiera ser objeto de
fácil seguimiento popular: “Por la convivencia y contra el
racismo”, slogan al que me uno y al que se uniría todo hijo
de vecino bien nacido, lo cierto es que tendríamos que
discernir si verdaderamente la sociedad ceutí en su
convivencia diaria se muestra racista en general. Deberíamos
analizar si es cierto o no que los actos que diariamente se
desarrollan en el día a día de la sociedad ceutí se basan en
la xenofobia. Podríamos comprobar si cada día, al pasear por
las calles notamos la ira de nuestro vecino por ser
occidental, por ser árabe, por ser hebreo, por ser
indostaní, por ser asiático, por ser subsahariano... por
sólo citar algunas de las representaciones de las ahora
llamadas civilizaciones que de algún modo convivimos en la
ciudad.
Si como consecuencia de un hecho acontecido en un ámbito
como el Carnaval -con toda su idisincrasia- se ha pretendido
demostrar que toda la ciudadanía es xenófoba, habremos de
considerar que el error es de bulto. Sólo aspiraciones de
índole político han aparecido al albur de las
circunstancias. Si el Juez decidiera que no había sido para
tanto, muchos podrían quedar al descubierto y si dictaminara
lo contrario, al menos, la prudencia siempre fue bienvenida
en tanto hay Ley.
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