El ambiente que se respira se
encuentra un tanto cargado. Líderes musulmanes responsables
que confían en el sistema, llaman a la calma y a la
prudencia en la búsqueda de canalizar sus sentimientos
dolidos a través de la Justicia, único camino razonable y
adecuado para resarcir lo que se estima como una afrenta.
En ese ámbito, en el que los magistrados deben impartir
justicia, es donde necesariamente debe andar el juego. Todo
lo demás son ganas de enredar aprovechando la coyuntura y
perder la razón -si es que Su Señoría la otorgara- por
utilizar métodos ajenos a lo pacífico en lo que nunca se
debe caer.
La prevalencia y el significado de la convivencia basada en
el respeto tiene que ser la bandera de cuantos responsables
políticos forman parte de la organización civil en el
entorno de la representación ciudadana en la Asamblea,
unidos en el mismo objetivo a todas las demás organizaciones
no políticas, pero sí representativas de todo tipo de
colectivos sociales y/o religiosos.
La convivencia no tiene porqué verse afectada por
desavenencias puntuales y, mucho menos, por querer
aprovechar ciertas ventajas en la siempre larga y tortuosa
carrera entre legislatura y legislatura para acaparar y
atraer apoyos electorales.
La ley siempre marcará los límites y quienes entiendan
dañados derechos, acudan con urgencia a sede judicial para
dirimir diferencias. El respeto a la Ley y el mantener la
paciencia necesaria para esperar cualquier resolución
judicial es sólo sinónimo de sociedad avanzada.
En una sociedad como la española en la que -afortunadamente-
nos avalan nada menos que treinta años de democracia y
libertades donde han crecido y desarrollado sucesivas
generaciones de ceutíes, no debe actuarse en modo alguno
desde la amenaza con actuaciones no pacíficas y debe
prevalecer la calma y la confianza en un estado de derecho
que avala y garantiza las libertades y regula la vida en
sociedad de todos y cada uno de los españoles. |