Sabido es, y si no es así lo
repito una vez más, que no es mi costumbre usar esta columna
para emitir frecuentes opiniones futbolísticas. Es decir,
que lo he venido haciendo espaciadamente y casi siempre para
enjuiciar el hacer de un Madrid desnortado, dado que soy
madridista fetén, y sobre todo para denunciar con
machaconería que Casillas es un portero sobrevalorado y
culpable de los muchos problemas que acucian al equipo.
Y estarán conmigo que hay que echarle muchos bemoles para
mantener tal opinión, aunque me sobren fundamentos para
argumentarla, en una España que ha elegido al chico de
Mostoles como héroe nacional. Un chico al cual le perdonan
lo imperdonable y, sin embargo, ensalzan sus aciertos como
una de las maravillas del mundo descubierta en los últimos
años. Una mentira impuesta por un grupo de presión y que se
ha convertido en dogma. Verdad incuestionable que nadie osa
discutir, salvo el que suscribe. Aunque si es verdad que en
Canal Sur, Lalo -ex jugador y entrenador- ha dicho alguna
que otra vez que Casillas es un guardameta normalito y muy
deficiente en el juego aéreo.
Otros, que pensaban igual que servidor, caso de Luis
Aragonés cuando comentaba el último Mundial, comenzaron a
guardar un prudente silencio. El mismo que ha mantenido
Clemente desde que dejó de amenizar con sus comentarios un
programa de la Cope. En en el caso de Luis, no sólo ha
renunciado a las críticas, sino que ha aceptado el dogma con
la fe del carbonero. Y a los hechos me remito: soportó
incluso con resignación, desconocida en él, la cantada de
san Iker ante los serbios y que obligó a que la selección
tuviera que ganarse en la repesca el derecho a clasificarse
para jugar en Alemania.
Saco ello a colación, en momentos donde la dimisión de
Florentino Pérez sigue causando perplejidad, para recordar
que denuncié antes que nadie que la baja de Makelele era un
error grave y cuyas consecuencias serían muchas y negativas.
Al francés, jugador imprescindible por su enorme valía
táctica en el césped y el carácter apropiado para hacer
grupo, no se le dejó ir por pedir aumento de sueldo sino
porque, amén de ser lo más opuesto al ideal adónico que
busca la Casa Blanca y sus periodistas de cámara, se le
consideraba un obstáculo para el crecer de Guti. A partir de
entonces, en el Madrid empezó a crecer la mala yerba,
antesala de la ruina deportiva en todos los aspectos. Y ante
esa ruina deportiva, cubierta en ocasiones por actuaciones
brillantes y salteadas del equipo y por el juego
extraordinario de Zinedine Zidane, alternado con períodos de
bajo rendimiento, Florentino Pérez empezó a darse cuenta de
que lo habían equivocado. De ahí que empezara a rumiar
venganza contra Casillas: sobre todo después de oír los
consejos de Arrigo Sacchi.
-Presidente: Ese portero no da la talla ni en altura ni en
calidad. Es necesario intentar el fichaje de Buffon.
Fue decirlo, y el grupo de presión se le echó encima con
críticas bajo cuerda, que hicieron que el italiano saliera
de naja sin mirar hacia atrás. Es la misma opinión que tiene
Butragueño, pero éste es incapaz de hablar de ello por temor
a perder esa imagen de caballero que se ha fabricado a su
medida. Así, aparentando gestos de lord, seguro que seguirá
en su cargo para apagar la luz cuando los demás se hayan
pirado. Podría seguir enumerando otras opiniones que puse en
plaza pública y que el tiempo me ha dado la razón. Pero
sería una provocación para quienes hablan siempre a toro
pasado. El Madrid necesita cuanto antes los servicios de
Capello y Hierro para que pongan orden en un vestuario que
se ha desmadrado y no está dispuesto a pararse en barras.
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