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OPINIÓN - MIÉRCOLES 1 DE MARZO DE 2006

 

OPINIÓN / EL OASIS

La dimisión de Florentino
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Después de lo visto en Mallorca, era de cajón que algo tenía que pasar en el Real Madrid. Porque de haber cerrado el presidente los ojos para no ver lo ocurrido en Son Moix, seguramente el desastre actual se habría ido agravando a velocidad de vértigo. Las imágenes de un Michel Salgado en el banquillo bisbiseando contrariedades por el gol conseguido por Sergio Ramos, de un Helguera atiborrándose de pipas de principio a fin del partido, el hacer de tripas corazón de Raúl, y la desgana evidente de jugadores como Beckham, Zidane, Ronaldo..., mostraban que la plantilla está dividida y que sus componentes habían decidido quitarse la careta de la hipocresía y meterse de lleno en una declaración de guerra descodificada.

Y aunque de manera tan inesperada como sorprendente nos enteramos de la dimisión de Florentino Pérez, como hecho fundamental para que varios jugadores entiendan que andan confundidos, pronto nos percatamos de que era la única salida que tenía el presidente para evitar que esa guerra entre bandos llegue a ser cruenta y deje a la institución dañada de por vida.

Florentino Pérez, que fue hábil como político y es sagaz en los negocios, ha entendido tarde que el mundo del fútbol se rige por una ley dictada por los futbolistas y que debe ser contrarrestada por la mano dura de una directiva donde ha de estar prohibido el compadreo de sus miembros con los jugadores. De no ser así, éstos se aprovechan de las circunstancias y acaban comportándose como niños maleducados y armando un cirio por cualquier quítame allá esa paja.

Florentino Pérez, desde el primer día, cometió el error de hacerse con los servicios de un grupo de periodistas dispuestos a cantar por decreto las excelencias de los zidanes y pavones. Un lema absurdo y que emparejado con la cursilería de galácticos, fue convirtiendo a los pavones en diosesillos y a los zidanes en seres superiores para igualarse a su presidente, en versión Butragueño.

Muchas veces he denunciado en esta página, gracias a que no me considero periodista y, por tanto, no estoy obligado a ejercer ese derecho absurdo del corporativismo, que Tomás Guasch, Tomás Roncero y otros muchos, son culpables de cuanto está ocurriendo en la plantilla madridista. Y a ello ha contribuido el presidente. “Algunos jugadores están confundidos y yo no he sabido desconfundirlos”, dice Florentino en la hora amarga del adiós. A buena hora, mangas verdes. Aunque bueno es reconocer los errores por más que el daño causado por ellos sea casi irreparable.

Escribí yo, cuando la renovación de Casillas, que Florentino Pérez se había jiñado al dar su visto bueno por la presión que esos mismos periodistas habían ejercido sobre él. Una presión que el As hizo de manera compulsiva. Y mucho me temo que ahí empezara a fraguarse la enemistad del presidente con Relaño, director del diario deportivo. Es verdad, y también creo haberlo escrito, que la prensa madrileña ha convertido en figuras a jugadores normales y ha hiperbolizado actuaciones de los consagrados. Halagos que los mortales, por más que parezcan estar centrados, digieren mal. Y los futbolistas andan, salvo excepciones, escasos de formación y siempre predispuestos a morir de éxito todos los días. En la hora del adiós, justo es decir que la labor de Florentino Pérez ha sido buena en lo tocante a modernizar las estructuras de un Madrid que estaban chapadas a la antigua. En cuanto a Fernando Martín,nuevo presidente, lo recibimos con recelo en el aspecto deportivo por decir a voz alzada que el auténtico motor del Madrid es Guti. Otro que llega proclamando sus gustos y avivando las pasiones envidiosas. Y es que no escarmientan.
 

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