Aunque, en general, tengo más
ruinas que Mérida, hoy me he levantado con ánimo verbenero,
dispuesta a lanzar los beneficios de mi mente, concisa y
taladradora, hacia el tema de las festividades y sus
distintas acepciones. ¿Qué si he ido a alguna celebración
últimamente? Si, el pasado domingo y con mi compadre calorro
el Chusco y su primo Juan de de Dios el Chihuahua, gurrumino
pero matón, sesenta kilos proclama él mismo, de dinamita
kung fu.
No se trataba de un fiestón, de esos que chalan a la
juventud y que ahora están tan de moda. Los que se dedican
en las grandes ciudades a organizar los fiestarrones sacan
un auténtico perraje, alquilan un pueblo o una aldea
deshabitada, de esas tan exquisitamente mágicas que pueblan
nuestra geografía, ansiosas por ser descubiertas para el
turismo rural y volver a latir de vida. Y a veces ni lo
alquilan, sino que piden los oportunos permisos a las
autoridades de las que depende el lugar, luego hay que
invertir en llevar a buenos DJs de la capital y a un
ramillete de gogós que bailen como posesas durante, al
menos, veinticuatro horas que es la duración mínima de los
eventos. Se lleva bebida, se hace o no se hace botellón
dependiendo de si es fiesta bakaladera, es decir, de
pastillas y botellines de agua a tres euros, los camellos
acuden o no acuden dependiendo de la seriedad de los
organizadores y los jóvenes se lo pasan pipa y disfrutan de
la vida campestre, mientras hacen latir la aldehuela a
fuerza de kilowatios. Pero si hay alguna organizada a lo
bestia, como la última de Santander, a mi no me llamen,
porque se me ha pasado el arroz, la música moderna
pachanguera o de la otra me hace enfermar de ansiedad y lo
más actual que tolero es un buen pasodoble, no en vano abogo
por la actualidad sin parangón de mi España Cañí.
Pues a ese tipo de acto lúdico festivo no acudí el domingo,
ni jamás hubiera llevado a mi compadre el Chusco, porque el
está de los nervios y entre las luces y los watios
desencadenados le puede dar “lo suyo” que es una especie de
jamacuco que le transforma en alguien poco educado y muy
desagradable para la colectividad. Cada vez que ha estado en
la cárcel ha sido por un jamacuco de los de él, así que
mejor no arriesgarse y acudir a lugares donde se pueda
disfrutar por lo sano en amor y compaña. ¿Qué dicen? ¿Qué si
voy a acudir a la Fiesta Grande de Ceuta el día 5 de Agosto?
Me encantaría y también al Chusco y a la Payi que es su
legítima esposa, aunque se han casado rompiendo la olla por
el rito gitano porque ella iba preñá de uno de mis ahijados.
Lo mismo vamos, porque a los gitanos y a los medio gitanos
nos gusta mucho el menéo. Pero las fiestas ceutíes son como
la feria de Málaga: fiestas finas y con su miajita de
señorío, donde van hasta las Autoridades. Donde fuimos el
domingo era una convocatoria algo más popular, en el pueblo
de Humilladero, se va por la A-45 hasta Antequera y desde
allí en dirección Sevilla se encuentra el pueblo que
celebraba su San Juan, para lo que, la consejería de
cultura, ha recuperado este año una tradicionalísima e
idiosincrásica festividad : la Fiesta del “guarrillo
engrasáo”. Al olor del guarro fuimos la peña de Málaga,
porque amen de mi compadre y su primo el Chihuahua, venían
más familiares, algo muy variopinto y antropológico ¿Qué
parecíamos los descendientes directos de Atapuerca por el
nivel? ¡Hagan el favor de no faltar! Es cierto que, en
grupo, resultamos populares, de extrema sencillez y miente
quien dice que vamos con pinta de gentuza, lo que sucede es
que vestimos con descuidada elegancia y los caballeros se
pasan un poco con las cadenas de oro, pero por lo demás,
canela fina. Es más, resultábamos, ante los participantes en
el concurso, que iban atados por las piernas corriendo
detrás de los guarrillos resbaladizos, se nos veía hasta con
un toque de cosmopolitismo, de venir de la ciudad con ganas
de sana diversión, sin malos rollos y sin broncas.
Y eso de atrapar al guarro y que te lo regalen como premio
es algo de mucho mérito y de ser muy talentoso. Es más, el
campo de fútbol de Humilladero rebosaba de personal animando
y jaleando a los participantes, pechá de reír y es que los
guarrillos eran mayormente porculerillos y se escamoteaban
ante el regocijo de mis acompañantes que ofrecían con
sensatez la alternativa de parar a los chanchitos pegándoles
un tiro. ¿A que es una brillante idea para las fiestas
ceutíes? Apuesto a que los ciudadanos de la perla del
Mediterráneo disfrutarían con el guarrillo engrasáo y se
partirían el pecho de risa. ¿Qué dicen? ¿Qué como es crisol
de culturas hay etnias que rechazarían atrapar a guarros
grasientos? Vale, pues a esos se les ofrece la alternativa
de vestirse de neopreno y hacer una cacería de caballas por
el puerto o se pueden engrasar cabritos, gatos no, porque
los felinos tienen mucho malaje y se lanzan a sacarte los
ojos. Y encima de disfrutar con la cacería del chanchito me
contaron la historia de los tres deseos: Va un mago y le
dice a una gitanita:”Pídeme los tres deseos que quieras, los
recibirás, pero tu marido los recibirá también multiplicados
por diez.” La gitana suspiró “Quiero ser guapa”y el mago:
“Vale, pero tu marido será diez veces más guapo que tu” La
gitana tenía un viejo en la barriga “No me importa porque yo
le tengo a mi marío mucha fé” “Bueno, el segundo deseo”
“Quiero ser millonaria” “Concedido, pero tu hombre será diez
veces más millonario que tu” La calé suspiró “Me da igual,
de seguro que no me abandona” El mago tenía maldad “¿Ni
siendo diez veces más guapo y más millonario que tu? Bueno,
tu te arriesgas, ahora pídeme el tercer deseo” “Pues mi
tercer deseo es que me de un pequeño infarto”. La Payi se
meaba ¡Gitanica había de ser! ¡No véa el arte de la tía!. Y
a todo esto los cinco guarros que soltaron fueron el trofeo
de otras tantas parejas, mi Payi se ponía regalona “Vení a
estas fiesta está bien, pero el personal me paice cateto,
vamos, que son manúos” Y es que, mi parentela romaní es, en
cierta medida, muy urbanita y miajita altiva. ¿Qué nos
esperan en Ceuta? Allí iremos todo el cotarro, de seguro y
si Dios quiere, porque el hombre propone y Dios dispone.
Pero iremos si hay guarrillos, o por lo menos cabritos, es
conditio sine qua non para asistir.
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