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OPINIÓN - MARTES, 27 DE JUNIO DE 2006

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

La biblia taleguera
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Cada semana de mi azarosa vida, desde hace veintiséis años, he de emprender la vía dolorosa, o al menos esa sensación experimento, aunque, como dicen los pensadores de la ciberderecha neocom que “las palabras no expresan la realidad sino que crean la realidad” me reciclaré en plan positivo para decir que emprendo la vía de la esperanza, que consiste en visitar a mis defendidos en las diferentes cárceles.

Desde hace cuatro años que partió prematuramente hacia la luz ese que fuera mi hijo mayor o mi hermano pequeño, Gabriel Pineda de las Infantas, padre de mi ahijada Paula, a la que escribió meses antes de morir “Mi hija es tan pequeña…Digo mía y es suya y no es de nadie.Es un árbol pequeño enamorado, de la vida encantada del mañana…Y mi hija pequeña no es de nadie, es de su soledad y eso me basta”. Gabriel y yo compusimos el poema en la Carolina, al alimón y fue premonitorio, amargamente premonitorio o si no que se lo pregunten a ese que estuvo conmigo velando el cuerpo calcinado de nuestro amigo, que le pregunten a Hamadi Amar Mohamed, con quien tantas veladas filosóficas habíamos compartido en su casa abierta a los mares. Las visitas sin Gabriel son un poco más tristes y un mucho más con regusto de hiel y acíbar. Pero visito y atiendo, comparto ilusiones y frustraciones y no dejo de maravillarme ante el hecho de que, la jusrisprudencia define la prisión preventiva como “una excepción”. Será en según que punto de España y según le salga del forro de sus partes pudendas a los que redactan las circulares dando instrucciones a los fiscales.

Les aseguro que, al menos una tercera parte de los que cumplen prisión preventiva y saturan los centros penitenciarios, reúnen todos los requisitos para disfrutar de su derecho a la libertad provisional. Pero nuestra justicia es muy justiciera y además es ciega y encima es lejana. Dicen que, cuando salen un juez o un fiscal buenos son muy buenos, pero que cuando salen malos son horribles. La culpa la tiene el sistema que, por un simple acto administrativo como es una oposición y tener buena memoria, confiere la pluma y el poder para disponer sobre bienes y criaturas, cuando la primera prueba a superar debería ser la de inteligencia emocional: si se es un buen ser humano y la segunda la experiencia, como en el sistema inglés. No obstante, por ahora, hay lo que hay y como verán existen infinidad de cosas por cambiar en el Sistema ¡lastima que los Poderosos pisen moquetas que no adoquines y funcionen con escoltas, que no con un palo dentro del coche como medida de protección y una tranca detrás de la puerta del piso!

Hablo y reflexiono y me falta Gabriel para compartir mis pensares, aunque, donde menos se espera, se enciende una bengala y el pueblo recibe un chisporroteo de luz. En esta ocasión hay una auténtica revuelta taleguera, de esa humanidad que sufre donde la mitad lo merecen porque son unos golfos, pero la otra mitad no. Se trata de que, el recluso-VIP Mario Conde, en prisión por una venganza política, porque allá en los noventa era el lider carismático de miles de jóvenes que le imitaban, le invistieron doctor honoris causa y se atrevió a largar un discurso político que le señaló como lider indiscutible de una especie de ciberderecha neocom, lo que supuso que fuera un grave riesgo para la derecha, disculpen, para el centro reformista y para las izquierdas, le tomaran gato y fueran a quitarle de en medio metiéndole en la cárcel. Natural y lógico. En España el cortijo político está repartido, tiene sus lindes y no se admiten nuevos inventos.

Continúo, Mario Conde, desde su celda y su privilegiada inteligencia ha escrito un libro que va a ser la Biblia del Tratamiento Penitenciario, tan solo por haber escrito un canto a las soluciones y abierto una ventana a la esperanza para miles de presos Mario debería ser definitivamente liberado por el bien social indiscutible del que es autor. Los presos piden el libro que todavía no aparece en las librerías, los abogados pedimos el libros, ávidos de aprender y mamar de la sabiduría del maestro indiscutible del Derecho, número uno de su promoción, número uno de Abogado del Estado y número uno de cuanto ha emprendido. Me lo piden mis clientes y lo hacen como quien demandara el bálsamo de fierabrás que, en la antigüedad curaba todos los males, o la penicilina de estraperlo de la posguerra. Hay avidez en las cárceles por leer las palabras de quien ha sufrido la reclusión, de quien ha conocido los recuentos, las comunicaciones familiares, el mendigar permisos, de un bienaventurado, pues mi Señor en las bienaventuranzas tuvo un recuerdo para los perseguidos injustamente por la “justicia”, como católica bendigo a todas las víctimas de la injusticia, como ciberderecha opino que, los golfos y los maleantes se jodan y se aguanten, pero los que no lo son no. Y ahí está el intríngulis y el saber que mi vía de la esperanza va a ser recorrida cargando con ejemplares de la palabra de un bienaventurado, que pediré permiso para que me dejen introducirlo y me gastaré un perraje en regalarle unas migajas de luz a quienes han confiado en mi persona para echarles un cable jurídico, lógicamente pediré una contribución altruista para cooperar en mi difusión del libro del preso Mario Conde a mi colega Hamadi que siempre está y ha estado dispuesto a colaborar en cualquier sueño o cualquier iniciativa que suponga un soplo de esperanza para nuestros semejantes. Es más, les aconsejo que lo compren todos ustedes, porque con la reforma del Codigo Penal que hace de los conductores delincuentes en potencia más de un honrado ciudadano acabará chupando rejas, ante el horror y la incredulidad de todos. ¿Qué quieren? Así está la cosa y más de una habrá de echar mano a la biblia taleguera. Que le vamos a hacer..
 

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