Cada semana de mi azarosa vida,
desde hace veintiséis años, he de emprender la vía dolorosa,
o al menos esa sensación experimento, aunque, como dicen los
pensadores de la ciberderecha neocom que “las palabras no
expresan la realidad sino que crean la realidad” me
reciclaré en plan positivo para decir que emprendo la vía de
la esperanza, que consiste en visitar a mis defendidos en
las diferentes cárceles.
Desde hace cuatro años que partió prematuramente hacia la
luz ese que fuera mi hijo mayor o mi hermano pequeño,
Gabriel Pineda de las Infantas, padre de mi ahijada Paula, a
la que escribió meses antes de morir “Mi hija es tan
pequeña…Digo mía y es suya y no es de nadie.Es un árbol
pequeño enamorado, de la vida encantada del mañana…Y mi hija
pequeña no es de nadie, es de su soledad y eso me basta”.
Gabriel y yo compusimos el poema en la Carolina, al alimón y
fue premonitorio, amargamente premonitorio o si no que se lo
pregunten a ese que estuvo conmigo velando el cuerpo
calcinado de nuestro amigo, que le pregunten a Hamadi Amar
Mohamed, con quien tantas veladas filosóficas habíamos
compartido en su casa abierta a los mares. Las visitas sin
Gabriel son un poco más tristes y un mucho más con regusto
de hiel y acíbar. Pero visito y atiendo, comparto ilusiones
y frustraciones y no dejo de maravillarme ante el hecho de
que, la jusrisprudencia define la prisión preventiva como
“una excepción”. Será en según que punto de España y según
le salga del forro de sus partes pudendas a los que redactan
las circulares dando instrucciones a los fiscales.
Les aseguro que, al menos una tercera parte de los que
cumplen prisión preventiva y saturan los centros
penitenciarios, reúnen todos los requisitos para disfrutar
de su derecho a la libertad provisional. Pero nuestra
justicia es muy justiciera y además es ciega y encima es
lejana. Dicen que, cuando salen un juez o un fiscal buenos
son muy buenos, pero que cuando salen malos son horribles.
La culpa la tiene el sistema que, por un simple acto
administrativo como es una oposición y tener buena memoria,
confiere la pluma y el poder para disponer sobre bienes y
criaturas, cuando la primera prueba a superar debería ser la
de inteligencia emocional: si se es un buen ser humano y la
segunda la experiencia, como en el sistema inglés. No
obstante, por ahora, hay lo que hay y como verán existen
infinidad de cosas por cambiar en el Sistema ¡lastima que
los Poderosos pisen moquetas que no adoquines y funcionen
con escoltas, que no con un palo dentro del coche como
medida de protección y una tranca detrás de la puerta del
piso!
Hablo y reflexiono y me falta Gabriel para compartir mis
pensares, aunque, donde menos se espera, se enciende una
bengala y el pueblo recibe un chisporroteo de luz. En esta
ocasión hay una auténtica revuelta taleguera, de esa
humanidad que sufre donde la mitad lo merecen porque son
unos golfos, pero la otra mitad no. Se trata de que, el
recluso-VIP Mario Conde, en prisión por una venganza
política, porque allá en los noventa era el lider
carismático de miles de jóvenes que le imitaban, le
invistieron doctor honoris causa y se atrevió a largar un
discurso político que le señaló como lider indiscutible de
una especie de ciberderecha neocom, lo que supuso que fuera
un grave riesgo para la derecha, disculpen, para el centro
reformista y para las izquierdas, le tomaran gato y fueran a
quitarle de en medio metiéndole en la cárcel. Natural y
lógico. En España el cortijo político está repartido, tiene
sus lindes y no se admiten nuevos inventos.
Continúo, Mario Conde, desde su celda y su privilegiada
inteligencia ha escrito un libro que va a ser la Biblia del
Tratamiento Penitenciario, tan solo por haber escrito un
canto a las soluciones y abierto una ventana a la esperanza
para miles de presos Mario debería ser definitivamente
liberado por el bien social indiscutible del que es autor.
Los presos piden el libro que todavía no aparece en las
librerías, los abogados pedimos el libros, ávidos de
aprender y mamar de la sabiduría del maestro indiscutible
del Derecho, número uno de su promoción, número uno de
Abogado del Estado y número uno de cuanto ha emprendido. Me
lo piden mis clientes y lo hacen como quien demandara el
bálsamo de fierabrás que, en la antigüedad curaba todos los
males, o la penicilina de estraperlo de la posguerra. Hay
avidez en las cárceles por leer las palabras de quien ha
sufrido la reclusión, de quien ha conocido los recuentos,
las comunicaciones familiares, el mendigar permisos, de un
bienaventurado, pues mi Señor en las bienaventuranzas tuvo
un recuerdo para los perseguidos injustamente por la
“justicia”, como católica bendigo a todas las víctimas de la
injusticia, como ciberderecha opino que, los golfos y los
maleantes se jodan y se aguanten, pero los que no lo son no.
Y ahí está el intríngulis y el saber que mi vía de la
esperanza va a ser recorrida cargando con ejemplares de la
palabra de un bienaventurado, que pediré permiso para que me
dejen introducirlo y me gastaré un perraje en regalarle unas
migajas de luz a quienes han confiado en mi persona para
echarles un cable jurídico, lógicamente pediré una
contribución altruista para cooperar en mi difusión del
libro del preso Mario Conde a mi colega Hamadi que siempre
está y ha estado dispuesto a colaborar en cualquier sueño o
cualquier iniciativa que suponga un soplo de esperanza para
nuestros semejantes. Es más, les aconsejo que lo compren
todos ustedes, porque con la reforma del Codigo Penal que
hace de los conductores delincuentes en potencia más de un
honrado ciudadano acabará chupando rejas, ante el horror y
la incredulidad de todos. ¿Qué quieren? Así está la cosa y
más de una habrá de echar mano a la biblia taleguera. Que le
vamos a hacer..
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