“Como el desierto echa de menos la lluvia”. Este poema de
Safo destila la esencia del primer montaje teatral de Isabel
Coixet: ‘84, Charing Cross Road’. Dos personajes en escena
conversan; sus palabras se enredan en una maraña de la que
tan pronto salen a arañazos como acaban lamiéndose las
heridas. No hay roce. La distancia resulta infranqueable. El
amor no aparece en el texto, simplemente, late. Durante
veinte años, hay un puente entre Nueva York y Londres. Ella:
Helen Hanff. Él: Frank Doel. Una amante de la literatura más
elevada. Un trabajador de una librería. Negro sobre blanco,
transcriben emociones. “El sentimiento interno de los
personajes es una reflexión sobre la necesidad de vivir la
vida con intensidad”. Carmen Elías (Barcelona, 1951), que
protagoniza este montaje junto a Josep Minguell, diserta
sobre la profundidad de una historia universal teñida de
literatura. Los libros que pasan por las manos de una
persona “tejen su personalidad, pero la fuerza de los
sentimientos radica en las confesiones del indivíduo”. Y es
que ‘84, Charing Cross Road’ “trasciende el mero hecho de
los libros para acceder al hecho teatral”, apunta Elías.
La relación epistolar entre Hanff y Doel deja poso. “Nunca
se llegan a ver; es la magia que tiende a desaparecer en la
vida cotidiana”. Un fondo de dolor (“porque la vida es
soledad”) sobre el que persiste un espíritu de intimismo
humorístico. Entre él y ella hay un mundo. Un universo dual.
“Sueñan cono conocerse, se proyectan con la imaginación”.
Dos almas gemelas que se intuyen. Ella pide obras
descatalogadas de historia y literatura inglesa. Él “se
desvive por complacerla”. Entre medias, el tiempo que pasa
casi imperceptible, salvo leves murmullos. “La precisión de
los silencios define mucho mejor a los personajes de esta
obra”. Casi tanto como los subrayados que Doel deja en los
libros que le envía o los puntos suspensivos que pueblan su
correspondencia. “Todo lo que no se dicen es clave”. Una
suma de detalles que Isabel Coixet “ha impreso” en la obra.
Carmen Elías creció con Bequer y su juventud estuvo
“fuertemente” marcada por Sartre, Camus y Duras. Después de
‘Mayo del 68’, se decantó por los ensayos. El escritor John
Berger define su madurez. “La literatura logran que
contactes contigo mismo en lugar de evadirte. Al igual que
sucede con el teatro, mientras haya un espectador o lector
que se deje afectar por el texto, los libros no podrán
desaparecer”. Elías ‘dixit’.
|