Por marzo fue que leímos cómo
estaba cuestionado el sistema de medición de audiencias de
la radio. Se armó la marimorena al verse denunciada una de
las grandes instituciones que miden las audiencias, el
Estudio General de Medios, y ésta, inmediatamente, denunció
a su denunciante: la COPE. Las partes, por medio de sus
representantes, se dijeron impropios y la minoría de
personas que sigue tales cosas tuvo motivos suficientes para
aumentar su descreimiento al respecto.
Estamos en junio y uno, que suele prestarle poca o ninguna
atención a esos líos de las audiencias y encuestas de tres
al cuarto, se encuentra con que en El Faro están celebrando
la fiesta de los 30.000 lectores. Una portada que a buen
seguro servirá de estímulo para que suba la natalidad entre
sus lectores.
El maestro de ceremonia es Luis Manuel Aznar:
periodista que presta credibilidad a ese grado de
credibilidad que las empresas encuestadoras han descubierto
que el periódico decano tiene entre ese gentío que sólo vive
pendiente de echarse abajo de la cama e irse cuanto antes a
hacerse con el rotativo que es líder de la prensa en Ceuta,
y que no admite comparación con ningún otro de provincias.
Un problema gordo; puesto que 30.000 lectores leyendo como
se suelen leer los periódicos, actualmente, en el autobús,
en la barra del bar, en el baño, o en el mostrador de las
oficinas públicas..., se pasarán la mañana entera con los
cinco sentidos centrados en las páginas de El Faro de
Ceuta. Y a ese ritmo, día llegará donde las autoridades
se vean obligadas a tomar una determinación: dispensar del
trabajo a quienes gocen de éste y puedan dedicarse,
exclusivamente, a la lectura de un periódico del cual los
suyos dicen que es tan atractivo como el trasero de
Jennifer López.
Desde luego que no vamos a poner en duda las encuestas
realizadas por dos empresas de prestigio y que jamás se
prestarían a lo que llaman en el argot respuestas
parcializadas.
Pero la verdad es que puede que con el entusiasmo que suele
poner en estos casos el editor del medio, mucho me temo que
se les haya ido la mano a los encuestadores. Porque 30.000
lectores leyendo las noticias, sobre todo, de un periódico
provinciano, en los tiempos que corren, es información de
aleluya y con derecho a ser publicada en los medios más
destacados de nuestra España. Y seguro que todos los
consejeros delegados arribarían a Ceuta, en un santiamén, a
fin de que Luis Aznar les explicara cómo ha obrado él para
que se produzca semejante milagro. Las noticias, por si
todavía no lo saben en esa Casa, las oyen la gente en la
radio y en la televisión nacional y local, mayormente. A los
periódicos se acude cuando hay una portada morbosa y pare
usted de contar.
Así, lo que más me ha extrañado, cuando estaba enfrascado en
la lectura sobre los 30.000 lectores, es el bajo porcentaje
de éstos que tiene el artículo de opinión en El Faro de
Ceuta. Algo que no cuadra con la verdadera situación de un
genero literario que es fundamental en los principales
medios nacionales y que se extendió, en su día, a los
mejores de provincias. Y que será motivo de otra columna.
Porque los periódicos que carezcan de opinión están abocados
a leerse poco. Y, por lo tanto, no entiendo las razones que
existen para que pluma tan celebrada como la de Carmen
Echarri -siempre atenta a que las Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad marchen debidamente-y la del tío del tambor, entre
otras, despierten tan poco interés entre esa masa de
faristas que anuncia Aznar, a bombo y platillo.
¿Qué pensará, pues, la directora al ver que hasta José
Manuel Gallardo, “Desde su ordenador”, es más leído que
ella? La fiesta de los 30.000... se ve empañada por la
desdicha de la que manda. ¿Verdad, Luis Manuel Aznar?
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