En principio iba a escribir sobre
el tan traído y llevado referéndum del Estatut de Cataluña
que se votó el pasado domingo. Un referéndum que sólo ha
conseguido llevar a las urnas a menos de la mitad de los
posibles votantes por lo que, a pesar de las manifestaciones
de alegría de algunos de los que estaban interesados en el
sí e incluso hablando de un gran triunfo me da la sensación,
no extraña, que más que hablar de un gran triunfo, habría
que hablar de un desinterés total de los catalanes por el
mencionado Estatut.
Vamos, que a la gran mayoría ni les va ni les viene. Pero
esa opinión que voy a dar sobre ese referéndum, con números
que son los que no engañan a nadie, la vamos a dejar para
mañana porque, hoy, aunque algunos no lo crean, me interesa
más, mucho más, la situación de nuestras playas con la
llegada de las aguas vivas.
Quiero recordar que, el pasado año, me tuve que dedicar a la
ducha por culpa de esos bichos, que inundaron nuestras
playas, haciendo imposible que se diera uno un baño en el
mar.
Algunos, todo hay que decirlo, les da igual la llegada de
las medusas que le imposibiliten bañarse porque, todos
ellos, sin discusión alguna, son capaces de “bañarse” hasta
en una “lágrima”.
Bueno ha habido incluso quien se ha “bañado” en un
“continente” y se permite el lujo de criticar a quienes
nunca se “bañaron” nada más que en la playa.
Un siglo de estos, me voy a dedicar a escribir todo lo que
sé de ese “baño” dado en un “continente” por ese mamarracho
que llegó incluso a engañar a los que acostumbra a llevar de
“gira”, mientras él se mete la tela en el bolsillo. Bien
pagado por cierto, y con sueldo fijo desde hace años. De
momento, vamos a seguir con las medusas y sus consecuencias.
LLegaba un servidor a la Ribera, playa que frecuento y donde
me encuentro más a gusto que un guarro en un charco, echaba
un vistazo y ,de nuevo, a recorrer el camino en sentido
contrario al utilizado para llegar hasta ella.
De vuelta, me acordaba de toda la parentela de las medusas
que me impedían darme un chapuzón en las aguas de la Ribera.
Ese chapuzón que se agradece por fuera y otro en el
chiringuito por dentro, para compensar el cuerpo e igualar
las facultades exteriores e interiores. Este pedazo de
cuerpo danone se merece eso y mucho más.
Este año, según me he enterado por la prensa, no sólo se va
a enterar por la prensa Felipe González, servidor también,
van a poner, de hecho se están colocando, unas mallas anti
medusas de cerca de doscientos metros lineales, para evitar
que las medusas dejen de practicar su deporte favorito que
es el picarle al personal.
Como podrán comprobar, estoy dándole el nombre de medusas a
los bichejos esos que me impiden bañarme y nolas llamo aguas
vivas para evitar, al llamarlas de esa forma, malos
entendidos.
Siempre hay quien se las da de inteligente, lee lo que
quiere y le conviene leer, para salir corriendo a decirle, a
quien corresponda, lo que según su saber y entender quiero
decir, pero que no he dicho. Y el que la lleva la entiende.
Y a esa chusma de correveidiles la entiendo de una forma
perfecta. ¿Qué sería de éste pueblo, sin politiquillos de
medio pelo, sin pelotas y lameculos?. Sería, que duda cabe,
un jardín sin flores o unas playas sin medusas.
Mejor unas playas sin medusas donde uno se pueda bañar con
la tranquilidad de no sufrir un picotazo de esos bichejos
que duelen lo suyo.
hay que felicitar a quien se le ha ocurrido la felíz idea de
poner esas redes para que no puedan pasar y, de esa forma,
dejar tranquilo que los bañistas disfruten de las aguas del
mar.
Me estaba pensando, perdón por pensar, que eso es cosa
exclusiva de las grandes “lumbreras” de esta tierra, que
podríamos poner otras redes en determinadas calles y, de esa
manera, evitaríamos el paso por ellas de todos esos
politiquillos de medio pelo, pelotas y lameculos que hacen
más daño, a esta tierra, que los posibles picotazos que dan
las medusas.
La verdad sea dicha, me causa repugnancia ver a esos
politiquillos del tres al cuarto, acompañados a todos los
lugares, por esas pandilla de pelotas y lameculos que tienen
como única misión el reírle las gracias aunque, lo que
cuente, sea más soso que un huevo de pava y, encima al
contarlo le pegue par de patadas al diccionario.
Naturalmente juegan su papel, el papel de comparsa, a ver si
es posible que caiga algún puestecito, de esos que te dan
por el señalamiento del dedo, para cobrar y no dar un palo
al agua.
No importa si eres o no eres del partido, si has sido uno de
esos defensores del mismo cuando pintaban bastos. Nada de
eso importa.
Lo único que importa, para poder conseguirlo, es ser
amiguete del “inteligente” de turno con capacidad para
otorgarte el puestecito
Igual te traen de fuera, a sabiendas que eres del partido
contrario. Todo es cuestión del señalamiento del dedo.
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