Me llama un amigo y me dice que no
entiende por qué razón escribo tan poco de fútbol. Y, sobre
todo, que no haya decidido opinar todos los días, aunque sea
en otra sección distinta a la columna, acerca de lo que crea
conveniente del Mundial. Un espectáculo único, según él, que
debe ser tratado, también, desde la distancia y por personas
que puedan contarnos lo que “no vemos los aficionados”. En
principio, además de agradecerle la llamada, le respondo que
hacer una columna diaria relacionada con el acontecimiento
mundialista, exige una dedicación y ésta hay que cobrarla. Y
los periódicos de provincias prefieren, sin duda, publicar
todo lo que les llega a través de las agencias, antes que
darles vida a una sección propia.
Aunque es verdad que uno tampoco está muy interesado en
opinar de un deporte donde cualquiera escribe y habla de él
tan mal como escaso de conocimientos. Si bien días atrás,
cuando el partido entre Brasil y Australia, tuve la suerte
de ver a Jorge Valdano en La Sexta, y debo
decir que su resumen del encuentro fue de una categoría
extraordinaria.
Lo bordó. Y a mí me supo a poco la intervención de quien se
ha hecho con una formación autodidacta pero sólida y
verdadera. Describió Valdano los problemas del juego
brasileño, hasta el momento, con las palabras precisas y los
argumentos adecuados y entendibles incluso para profanos y
aficionados de culturita para salir del paso. Echando abajo
ese discurso de que en en el fútbol conviene hablar y
escribir para esa masa que es conveniente que se iguale por
abajo. Creo que así se lo leí un día a ese genio de la
noche, crecido bajo la tutela de José María García, y
que responde al nombre de José Ramón de La morena.
Algo que vienen haciendo, con machaconería y desde tiempo
inmemorial, Carlos Martínez y Michael Robinson,
bajo las quejas de quienes estamos hasta los huevos de
pagarle a Canal Plus por algo que nos pone de los
nervios.
Pero está visto que eso de que bueno te hará quien venga
detrás, se está cumpliendo a la perfección: Andrés Montes
y Julio Salinas forman una pareja a la que habría que
sedar, dos horas antes de los partidos, a ver si caen en un
sopor que permita enchufarnos a La Sexta sin el miedo a
sufrir sus comentarios, sus gracietas, sus chistes malos y
esa cantidad de despropósitos con los que tratan de
amenizarnos el espectáculo.
Y lo peor del caso es que Salinas, no sé por qué motivo, se
ha dejado engatusar por el estrafalario Montes y le sigue el
juego a base de hacernos creer que es un vasco sencillote y
que vive aún la ingenuidad de un adolescente de los de
antaño. Puros disparates han sido todas las retransmisiones
de esta pareja, es decir, Montes y Salinas, donde Antonio
Esteva, locutor hasta hace nada en el Canal 55,
deja entrever su azoramiento a cada paso, porque debe
sentirse cohibido ante dos bufones. Y mira que el ex jugador
vasco tuvo en el España Túnez la oportunidad de contarnos
muchos detalles técnicos y tácticos de la selección
española, que, incluso el día de Ucrania, quedaron expuestos
como contraproducentes para el juego de la selección.
Pues no bastaba con decir que los tunecinos, por medio de su
defensa Trabelsi, jugador del Ajax, nos estaba
haciendo daño por la banda de Pernía. No. Lo que
había que explicar es de qué manera Lemerre, seleccionador
de Túnez, había conseguido darle réplica a la disposición
táctica de Luis Aragonés. Si usted juega sin
extremos, tal y como lo hizo ante Ucrania, yo le doy
libertad a mi defensa derecho para que ataque continuamente
y haga que Puyol deba salir al cruce con su pierna
mala: la izquierda. A partir de ahí, hay para hablar de cómo
España, tras otra cantada de Casillas, perdió los
papeles.
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