La celebración del Corpus Chritie
es una de las más rancias tradiciones de Ceuta a la que en
su día se le unió, para su ensalce, la salida del Pendón
Real. Un hecho -la existencia del Pendón- que en sí mismo
encierra gran parte de la historia de los últimos quinientos
años de esta ciudad milenaria.
De etapa portuguesa, su escudo es el originario otorgado a
Ceuta y que aún perdura en su etapa moderna. Su salida, con
todos los honores, se produce anualmente respetando la pompa
merecida a un símbolo, el Pendón, que atesora en sí mismo la
verdadera esencia de la ciudad actual.
Entre tanto, el llamado Cuerpo de Cristo protagoniza un año
más su salida procesional seguido de una cohorte de jóvenes
recién estrenados en el sacaramento de la Comunión.
Sin embargo, es una realidad el hecho de que cada vez son
menos los pequeños que festejan junto con sus padres el día
del Santo Cuerpo de Cristo. La religión católica experimenta
así un retroceso evidente en la continuidad masiva de
rancias tradiciones aunque aún existe una amplia
representación de ceutíes que cumplen con el rito y que se
dejó ver en la tarde de ayer.
La interculturalidad, el menor número de nacimientos entre
esta concreta población, el ‘pasotismo’ evidente por la
religión, sea de la índole que sea, que se muestra en
nuestra actual cultura occidental, provoca ese cada vez más
incierto arraigo de ciertas tradiciones que,
desgraciadamente no casan en exceso con una juventud -la de
este siglo XXI- que prefiere otro tipo de valores y no
‘comulgan’ demasiado, al menos en Ceuta, con las costumbres
de su más inmediato entorno debido a cierto toque de
rebeldía juvenil favorecida, entre otras cosas, por la
también cierta indolencia de los padres en según qué
principios, lo que redunda en una peligrosa pereza por
mantener según qué tradiciones.
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