Acabo de llegar de Ibiza y lo
primero que me encuentro es con que Antonia María Palomo
le ha dado trabajo a la Fiscalía Anticorrupción al denunciar
al Gobierno de Juan Vivas por su proceder en cuanto
concierne a la construcción de un vertedero en el barranco
de Piniers. ¿Qué sabes tu de ello, Manolo?
-Mira, metijón, yo sé lo mismo que tú. Es decir, lo que he
leído en los periódicos.
-¿No oíste, por la radio, las aclaraciones de Carolina
Pérez sobre el caso?
-No. Pero me han contado que la consejera de Medio Ambiente
pasó un mal trago para defender lo que piensa el Gobierno al
respecto.
-Y tanto que las pasó canutas. Porque Carolina, que lleva
muchos años en la política activa y desempeñando cargos,
podrá ser eficaz en muchas cosas, pero nunca será una
lumbrera para defender al Gobierno de ataques tan
envenenados.
-Bien, Metijón, bien; pero de entrada se expresó con
rotundidad: “Respetamos la justicia y además no la tememos
porque tenemos las manos limpias y la conciencia tranquila”.
-Sin embargo, Manolo, cuando tuvo que referirse a las
relaciones familiares existentes, según Antonia María
Palomo, entre Moisés Wahnon Wahnon, representante de
la empresa Makerel Medioambiental, S.L., y alguna persona
con peso específico en el Partido Popular, dijo desconocer
tal cosa.
-A mí me parece que la respuesta fue la única que podía dar,
¿no?
-Pues no. ¿O es que tú crees que la gente se chupa el dedo y
se va a creer que Carolina no sabe que el apellido Wahnon
está estrechamente ligado al Partido Popular?
-De acuerdo, metijón: ¿me puedes decir cuál habría sido tu
contestación a esa pregunta, de haber estado en el sitio de
la Consejera de Medio Ambiente?
-Muy fácil: díganme ustedes dónde está escrito que alguien
no tenga derecho a representar una empresa que concursa para
adjudicarse unas obras, por el mero hecho de llamarse Whanon
y ser pariente de alguien que manda mucho en el seno del
partido.
-Metijón, no tienes arreglo; créeme que tus deseos de
perfección se pasan ya de castaño oscuro. Carolina Pérez,
poco acostumbrada a resolver papeletas así, hizo cuanto pudo
para salir bien de un trance difícil. Y a fe que no estuvo
mal.
-¿No echas de menos, en estas situaciones, a Emilio
Carreira?
-No. Porque si el presidente de la Ciudad está convencido de
que no lo necesita, para tales menesteres, tendrá sus buenas
razones. Pues yo no conozco a nadie, que a propósito, tire
piedras contra su propio tejado. Pero hazme un favor:
procura no preguntarme más por Carreira y sus cualidades.
-¿Por qué razón?
-Por una tan simple como la que sigue: si nosotros hablamos
de Carreira, lo que estamos dando pie es a que algunos le
cojan más inquina al Consejero de Economía y Hacienda. Y
aquí procuramos no perjudicar a nadie, a sabiendas de que lo
estamos haciendo.
-¡Uy que prudente estás tú! Tal vez sea porque la semana
pasada le diste la del pulpo al tío del tambor.
-Metijón, no se puede estar siempre guerreando, como dice el
sepulcro blanqueado, que viaja de baracalofi y, además, va
presumiendo de algo que se ha ganado poniéndose
incondicionalmente a las órdenes del jefe que necesita oír,
aunque sea en Alemania, lo de “a mandar que para eso
estamos”.
-Joder, joder, joder... Si lo sé, no te digo nada. Pues
acabas de soltar un mano capaz de tumbar sobre la lona a un
elefante.
-No es para tanto. Se nota mucho, metijón, que no sólo te
gusta lo bien hecho, sino que también eres muy exagerado.
|