Parece que se avanza, lento, pero
se avanza en la idea de buscar cuanto más acercamiento de
posturas mejor en referencia a la propuesta de reforma del
actual Estatuto de la Ciudad Autónoma.
La reunión mantenida ayer indica, por la participación de
todos los representantes, que el camino cuanto menos de
retoma. Es más, las voces más optimistas hablan de un 75 por
ciento de apoyos hacia lo elaborado ya en el nuevo texto, lo
cuál es un dato que invita realmente a la esperanza de
consenso. Quizá no en la fecha anunciada, del 30 de junio,
pero sí al menos muy próximo.
Para el mejor futuro de Ceuta no deben establecerse fechas
máximas salvo que por manifiesta irresponsabilidad -de los
que no entiendan que el objetivo es avanzar- deba ejecutarse
esta acción.
Por fin, salvo que la realidad del día a día nos lleve a un
desengaño inesperado, parece que las condiciones hacia el
consenso pueden determinar la nueva y buena noticia de que
se haya podido establecer los parámetros idóneos que
redunden en un texto reformado, común de los ceutíes y para
los ceutíes.
Unos momentos, estos que vivimos, en los que el nivel de
tensión política denota cierto nivel de elevación en tanto
la cercanía de los comicios locales, a menos de doce meses,
hace que la presión opositora al Gobierno Autonómico alcance
puntos cada vez más intensos.
El hecho de que se anuncie a bombo y platillo la
fiscalización de las cuentas del periodo 2001-2004, así como
la denuncia interpuesta ante el fiscal anticorrupción por el
denominado caso ‘Barranco Piniers’ no hacen sino indicarnos
que se acercan tiempos electorales en el que la oposición va
a forzar mucho la máquina sabedora del potencial existente
en un gobierno de 19 escaños y que cuenta con la figura de
un presidente que es, los datos por encuesta así lo han
dicho, el más valorado porcentualmente de España.
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